El cine colombiano y su tratamiento de la violencia nacional (2012-)
Esta es la tercera entrega de tres notas que abordan de manera general el tratamiento que hace el cine colombiano de la violencia nacional durante tres períodos: de 1990 al 2003, del 2003 al 2012.
Esta es la tercera entrega de tres notas que abordan de manera general el tratamiento que hace el cine colombiano de la violencia nacional durante tres períodos: de 1990 al 2003, del 2003 al 2012. Esta nota se centrará en el cine contemporáneo de los últimos diez años. A cada periodo los separa las dos últimas leyes de cine que se han implementado en Colombia: la ley 814 de 2003 y la ley 1556 de 2012.
III. Tercer periodo: 2012 - actualidad.
A lo largo de la última década, el tratamiento de la violencia en el cine colombiano ha tenido muchos más matices que los expuestos en las anteriores notas. El alcance tecnológico que se ha tenido de otros cines alrededor del mundo ha potenciado la mirada cinematográfica nacional y ha abierto la discusión sobre su sello nacional. Pero entre las condiciones materiales y de producción que han existido y se han potenciado en los últimos años, debemos mencionar la importancia y las consecuencias que ha traído al sector
cinematográfico la ley 1556 de 2012.
El objetivo de esta ley es “el fomento de la actividad cinematográfica de Colombia, promoviendo el territorio nacional como elemento del patrimonio cultural para la filmación de audiovisuales” (Ley 1556 de 2012). En otras palabras, la ley 1556 promueve las coproducciones con otros países en el territorio colombiano, reconociendo un incentivo del 40% en sus gastos en servicios cinematográficos y otro 20% en servicios logísticos
implicadas en cada producción.
Si bien esta ley ha beneficiado la economía del sector audiovisual colombiano con más de 60.000 empleos directos y más de 40.000 empleos indirectos por parte del Fondo Fílmico de Colombia (FFC) y del Certificado de Inversión Audiovisual (CINA), la ley 1556 también ha tenido un efecto en las narraciones cinematográficas que las diferencia del cine realizado en los dos periodos anteriores ya analizados. Al existir un fortalecimiento en el
ámbito económico de lo que parece ser una nueva industria cinematográfica en Colombia, surgen nuevas preguntas acerca de la identidad del cine colombiano, específicamente, sobre ¿qué implica hablar de un cine propiamente colombiano?
Entre más se expande la industria del cine colombiano, el cine de autor nacional parece ir más “hacia adentro” para responder a la pregunta por la identidad cinematográfica de Colombia. Heredero de lo que Oscar Ruiz Navia denominó “el nuevo cine colombiano” (Zuluaga, 2018) que se caracterizó por el tratamiento implícito de la violencia nacional, este nuevo cine ha tomado una tendencia hacia los relatos intimistas de su percepción sobre
la realidad del país.
Dejando a un lado el cine de ficción que se ha desplazado hacia los dramas familiares o de pareja, el tratamiento de la violencia nacional parece ahora algo casi exclusivo de los documentales. Películas como La impresión de una guerra (Camilo Restrepo, 2015) Pirotecnia (Federico Atehortúa, 2019), Memorias del calavero (Rubén Mendoza, 2014), entre muchas otras, expanden la percepción audiovisual de la guerra a nuevos terrenos analíticos y dejan de lado la urgencia de comunicar eventos coyunturales sobre el conflicto armado colombiano. En otras palabras, los nuevos tratamientos sobre la violencia nacional se han enfocado (y siguen haciéndolo) en una perspectiva más amplia que intenta comprender la realidad del país desde una reflexión de sus causas y de su desarrollo a lo largo de su amplia historia.
Dicho cine que es más reflexivo, más analítico, relaciona sus estudios con la vida personal de sus directores y directoras. El tratamiento de la violencia nacional en estas producciones no pretende ser objetiva, sino resaltar la experiencia subjetiva de sus realizadores que se anuda con la guerra a través de los efectos que distintos sucesos coyunturales han tenido en sus vidas. En este sentido, la violencia es narrada actualmente desde una visión intimista que pretende comprender los matices de la guerra desde sus efectos en la vida personal.