Durante 106 años esta institución educativa estuvo al frente de estas religiosas quienes formaron a muchos niños y jóvenes que con el tiempo serían docentes en toda la región del Catatumbo.
El último grupo de hermanas que hacen parte de esta institución son la Hermana Amanda Marciales, hermana Gladys Fernández, hermana Ana Cecilia Villabona y la Hermana Leonilde Morantes. Ellas demuestran que la labor de enseñar va mucho más allá de impartir conocimientos. “Nuestra congregación fue fundada por Marie Poussepin, en ese tiempo las niñas no tenían acceso al estudio, ella fue una pionera porque empezó a abrir las escuelitas para las niñas, para ella la educación y la enfermería fueron las dos líneas fuertes de su trabajo” afirma la Hermana Amanda.
Fueron llegando en diferentes épocas, pero todas con la misma convicción formar a los futuros profesionales que traen progreso y desarrollo a un municipio que se encontraba en medio del conflicto armado, resaltando que más allá de los logro personales esta la satisfacción de haber cumplido con un propósito. “Siempre se trabajó con esa vocación servicio y de hacer las cosas bien, se hace con honestidad y responsabilidad y sobre todo en nombre de una congregación, no es a nivel personal, por que para nosotras es servir con caridad” Recalcó La hermana Leonilde.
El trabajo como docente implica ciertos retos, para estas hermanas uno de ellos era el salir de un espacio de tranquilidad y silencio, para afrontar las dinámicas propias de un centro educativo interactuando todos los días con niños, niñas y adolescentes con diferentes temperamentos y formas de actuar frente a la vida, sin embargo, para la Hermana Gladys el secreto para manejar este escenario se encontraba en algo que conocen muy bien, La fe. “Actualmente la enseñanza ha sido difícil, pero para nosotras nuestra presencia es una referencia para la gente porque consideran que estamos mas cerca de Jesús y esa referencia hace que tengamos mas cercanía con la gente en nuestro trabajo” acotó
Recuerdos de estudiantes.
Estas hermanas tienen un espació para viajar en el tiempo y traer a sus mentes
las épocas de estudiantes en las que también tenían dificultades con algunas materias, la Hermana Amanda afirma que el inglés siempre lo perdió y le iba regular en el área de sociales, la Hermana Gladys también tuvo muchas dificultades con los idiomas pese a que les enseñaban inglés y francés en su tiempo de universitaria casi pierde estas áreas. En el caso de la Hermana Leonilde, su debilidad fueron las matemáticas, recuerda que en quinto de primaria reprobó y como sabía de su dificultad con los números opto por otra estrategia para ayudar a subir las notas “ la matemáticas no era de mi gusto, pero aprobaba porque le pasaba bien al profesor el cuaderno de borrador, anotaba todo lo que escribía en el tablero bien limpio y como me veía juiciosa entonces ganaba la materia”
Pese a estas adversidades nunca perdieron su espíritu por construir una mejor sociedad, al punto que lograron encontrar el equilibrio entre su vocación religiosa y su vocación docente sin olvidar que ambas tienen sus matices, pero pueden complementarse bien. La hermana Amanda afirma que: “La vocación religiosa abarca toda la persona, no somos dueñas de nada tenemos lo que necesitamos es tener el corazón abierto para amar a todo el mundo sin exclusividad, y la vocación como docente es muy significativa, plenifíca. Toda la vida fui docente y
los niños y jóvenes nos enseñan mucho y se adquiere mucha paciencia para ir aceptando las diferencias y los cambios del mundo”.
Son el último eslabón de un legado de 106 años al frente de la Escuela Normal Superior, ya que la dirección de dicha Institución es entregada a un docente seglar, este hecho las llena de nostalgia, pero recuerdan que su trabajo aportó al desarrollo de un municipio que en medio de las dificultades siempre le apuesta a la educación como eje central del desarrollo. “Se siente satisfacción porque tuvieron en cuenta una congregación que llegó a estas tierras tan lejanas del Catatumbo y de poder recorrer este camino de 106 años en le servicio a la educación promoviendo a tantas generaciones haciéndoles un bien educándolos en pedagogía, donde muchos de los maestros que están atendiendo escuelas, directores, rectores, pasaron por aquí, entonces es mucha satisfacción” recalcó la hermana Leonilde.
Aunque la congregación aun esta vinculada en la coordinación del ciclo de formación complementaria, el respaldo de la comunidad convencionista fue tal que les pidieron que siguieran en el municipio, y en respuesta a tal muestra de cariño ahora dedican su tiempo al trabajo con las comunidades porque el propósito sigue
siendo el mismo la construcción de una nueva sociedad.