Anthony Zambrano, uno de los atletas más importantes de Colombia y potencial medallista en Tokio 2020, heredó la determinación de los guajiros y adquirió el desparpajo de los atlanticenses, cualidades que muestra en la pista.
El actual subcampeón mundial de los 400 metros planos nació el 17 de enero de 1998 en Maicao, pero con apenas un mes de nacido viajó en brazos de su mamá a Barranquilla, ciudad en la que dio sus primeras zancadas en el atletismo.
“Yo soy madre soltera. Me vine a pasar un tiempo, a recuperarme del parto. Acá mis hermanas me dieron la posibilidad de quedarme y así lo hice”, recuerda Miladis Zambrano De la Cruz.
Doña Miladis rememora también –en medio de carcajadas- que fue ella la primera ‘entrenadora’ que tuvo Anthony, pues por algunas travesuras ella corría tras él para castigarlo y no se dejaba alcanzar.
“Él era muy hiperactivo y un profesor del colegio María Cano le propuso que se inscribiera en atletismo en los Intercolegiados para que quemara todas esas energías”, cuenta Miladis.
Allí empezó una carrera de éxitos, porque en aquellos Juegos Supérate demostró que estaba para grandes cosas.
“De arrancada vimos sus condiciones naturales, cómo corría. Todo lo que desarrolló”, dice Orlando Ibarra, presidente de la Liga de Atletismo del Atlántico.
Uno de los entrenadores que más lo influenció fue Carlos Cantillo Segrera, a quien le reconocen haberlo rescatado cuando, por una lesión en el tobillo sufrida conduciendo motos –su otra pasión-, muchos lo desahuciaron para el deporte y él estaba dispuesto a volver al mototaxismo o a trabajar como albañil, oficios que había practicado muy joven para ayudar a su madre.
“Anthony como atleta tiene una capacidad aeróbica envidiable, una combinación de velocidad natural. Su conformación física, su genotipo viene estructurado para ser un corredor de élite. Su capacidad torácica le da para los remates, por eso casi siempre gana en los últimos 100 metros”, detalla Cantillo.
En los Juegos Olímpicos de Tokio, Anthony espera subir al podio no solo para demostrar que es uno de los mejores del mundo en su disciplina, sino para cumplirle a su madre la promesa de colgarse una medalla olímpica y quedar en la historia que empezamos a contar en Mi Tierra Olímpica.