Uramba, un paraíso entre manglares en el Pacífico colombiano
El Parque Nacional Natural Uramba Bahía Málaga está ubicado en la porción media de la costa pacífica colombiana, en el Distrito de Buenaventura, departamento del Valle del Cauca.
Incrustado en la espesura de la selva del Pacífico sur colombiano, y rodeado por las aguas del océano, se encuentra uno de los laboratorios vivientes más importantes del país, se trata del Parque Nacional Natural Uramba - Bahía Málaga, uno de los territorios más diversos de Colombia.
Con una extensión de poco más de 470 kilómetros cuadrados, Uramba, como su nombre traduce de un vocablo africano, une ecosistemas marinos y terrestres, al tiempo que integra una docena de comunidades a su alrededor.
En este sector del país se pueden observar la totalidad de especies de mangles presentes en Colombia. Mangles que según relata la ingeniera forestal del Instituto Geográfico Agustín Codazzi, Mónica Rodríguez, “junto a los encontrados en sectores como Bazán en Nariño e Indonesia, son los manglares más grandes del mundo”. Según la experta, estos prestan servicios ecosistémicos y se convierten en espacios de incubación de cientos de especies de peces y otros animales.
Precisamente, aprovechando la presencia de la alta biodiversidad y ante las dificultades de inversión externa, pobladores de las diferentes comunidades aledañas se han organizado para prestar servicios ecoturísticos. Estos incluyen no solo el avistamiento de mamíferos acuáticos, sino también, avistamiento de aves y recorridos por los diferentes tipos de manglares presentes en la zona.
Alexander Berrío Rentería, un espigado hombre afrocolombiano de unos 37 años, perteneciente a la comunidad de Ladrilleros, es uno de los líderes comunitarios de la iniciativa que, en su comunidad, nació en el año 2016 bajo el nombre de Eco-ancestrales, un grupo de nativos que realiza guías a través de la labor de los baquianos, conocedores regionales de las plantas presentes.
Pero el trabajo de los comunitarios respecto al manglar y el ecosistema incluye la reforestación de zonas afectadas por la tala de árboles como el Nato y el Otobo, tal como el caso de la población de Puerto España Miramar, una comunidad de unas 150 personas que han plantado de la mano de la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca -CVC unos 30 mil árboles, así lo contó Luis Alfonso González, un experimentado poblador que lidera el proceso.
Los manglares, son los únicos árboles con la capacidad de resistencia a la salinidad del agua que, según diversos estudios, puede llegar a ser hasta 100 veces mayor que la resistida por plantas de agua dulce, lo cual habla de su resistencia y resiliencia, pues, sirven de barrera natural ante los embates del mar sobre las costas.
Las rizofóreas, nombre de la familia de árboles tropicales que incluyen los manglares presentes en Uramba, sirven de zona de alimentación para aves, algunas de ellas migratorias. Para Juan David Valencia, investigador de la Universidad Javeriana de Cali, “la presencia de aves ayuda a la polinización y dispersión de semillas entre otros servicios al ecosistema”.
El Trueque, una moneda presente en Uramba
El mundo que se entreteje entre cada espacio de los manglares, no solo incluye los árboles, las aves, los peces, sino también, moluscos como las pianguas. Las comunidades usan estos últimos como base de alimentación y como actividad económica de subsistencia.
Patricia Rentería, madre de dos niños, se levanta cada mañana con la intención de “pianguar” entre las raíces de los mangles. Con la piangua o lo que muchos identificamos como las ostras, se realiza el pago del bote que los lleva al lugar de “pianguación”, además de vender el producido, por precios irrisorios.
Patricia, nos contó que, “una docena de pianguas vale 1.800 pesos y necesitamos al menos tres docenas que sirven de trueque para pagar el bote que nos transporta al lugar de trabajo”, es decir que, para Patricia y cualquier otra persona de la zona que se dedique a “pianguar”, se requieren al menos 18 docenas y media para alcanzar el equivalente al salario diario mínimo legal y no siempre se cuenta con esa suerte.
Viche, un disfrute ancestral y un salvavidas económico
El 8 de noviembre del 2021 se sancionó en Bogotá la Ley 2158 o Ley del Viche, la cual reglamenta la bebida tradicional de los pueblos afrodescendientes del Pacífico colombiano, como una bebida ancestral de protección estatal.
En regiones como Uramba, especialmente en poblaciones como el corregimiento de Juanchaco, de unos 2.000 habitantes, la noticia se tomó con gran agrado, pues en este corregimiento se produce no solo el viche, sino una gran cantidad de derivados del mismo.
Toma seca, curao, tumba catre y parapalo, son solo algunos de los derivados directos de la destilación de la caña de azúcar y la fermentación con hierbas tradicionales que se practican por las comunidades. Sin embargo, existen otras variaciones con productos lácteos como el arrechón, la crema de viche y la crema de café, que también se producen por pobladores de la zona.
“Todo nos lo da la selva, los animales, los frutos, las plantas, nosotros solo disfrutamos y transformamos”, asegura Gustavo Asprilla Gamboa, vocal del consejo comunitario mayor de Uramba-Bahía Málaga.
De regreso a la expedición
El proyecto Expedición Científica Pacífico 2 Uramba Bahía-Málaga, es liderado por el IGAC, que cuenta con la participación de Diana Carolina Salazar, técnica operativa y quien se encarga de tomar muestras de percepción remota, “lo cual pretende brindar herramientas de georeferenciación y posicionamiento más precisas a investigadores a través de mapas satelitales”. En un ejemplo práctico, permite que al hacer “zoom” en aplicaciones tipo Google Maps, en la zona no se pixele, sino que se identifique la vegetación presente y para ello se recurre a la identificación hecha por científicos y pobladores.
Y es que la expedición Científica Pacífico 2 Uramba Bahía Málaga, liderada por la Comisión Colombiana del Océano, integra los saberes ancestrales y académicos, a fin de descubrir los entramados naturales que se entretejen entre las raíces de los mangles, el mar, la selva y las comunidades.