Imagina que cada vez que llevas una botella de agua reutilizable en lugar de comprar una de plástico, estás haciendo una contribución significativa a la economía circular. Este pequeño cambio en tu rutina diaria no solo reduce la cantidad de residuos plásticos, sino que también disminuye la demanda de nuevos recursos naturales y promueve un ciclo de vida más sostenible para los productos.
La economía circular es un modelo que amplía este concepto a escala global, incentivando tanto a individuos como a empresas a repensar cómo utilizan, reutilizan y reciclan los materiales, asegurando que el valor de los recursos se mantenga en el sistema el mayor tiempo posible, es un modelo económico innovador que propone una transformación radical en la manera en que se producen y consumen bienes y servicios. Este sistema busca aprovechar los recursos para reducir, reciclar y reutilizar todo aquello que se desecha, dándole una segunda vida.
Este enfoque se basa en combatir el calentamiento global y el cambio climático, reducir la dependencia de las materias primas a favor de productos reutilizados y minimizar la generación de desechos. Al extender la vida útil de los productos, se disminuye significativamente la cantidad de residuos que terminan en vertederos y océanos, aliviando la presión sobre los sistemas de gestión de residuos y contribuyendo a la reducción de la contaminación ambiental.
Además, la economía circular promueve el uso eficiente de los recursos naturales, reduciendo la demanda de materias primas vírgenes y aminorando el impacto ambiental asociado con su extracción y procesamiento. En un mundo con recursos finitos, esta eficiencia es crucial para la sostenibilidad a largo plazo.
El impacto económico más inmediato de la economía circular es el ahorro. Al reutilizar o regenerar productos, los ciudadanos gastan menos en nuevas compras. Este mismo principio se aplica a las empresas y diversas entidades, que al optimizar el uso de recursos, pueden reducir significativamente sus costos en insumos. Por ejemplo, muchas empresas han optado por reciclar materiales de computadoras viejas y reutilizar componentes en la fabricación de nuevos productos, o cuentan con edificios que implementan la eficiencia energética y diseño sostenible para maximizar los recursos y minimizar el impacto ambiental.
En su sentido más amplio, la economía circular contempla toda la cadena de suministro de productos y servicios desde su diseño. Este planteamiento da lugar a la creación de nuevos modelos de negocio y al desarrollo de nuevos mercados, generando nuevos puestos de trabajo y estimulando la innovación que, a su vez, promueve el desarrollo económico.
En Colombia, se han implementado diversos programas y políticas para fomentar la economía circular. El Gobierno Nacional, a través de la Estrategia Nacional de Economía Circular (ENEC), promueve la consigna de "producir conservando y conservar produciendo", un desafío significativo para la sociedad. Este cambio de paradigma busca mejorar la eficiencia en el uso de recursos, considerando la capacidad de recuperación de los ecosistemas y el uso circular de materiales, agua y energía.
Según el Pacto por los Plásticos de Colombia, una iniciativa que promueve la economía circular en el país, en Colombia, se calcula que anualmente se generan alrededor de 700.500 toneladas de envases y empaques plásticos. De esta cantidad, solo el 30 % se recicla, y únicamente el 3 % se reutiliza en la fabricación de nuevos empaques, lo que demuestra que se deben crear estrategias para promover la gestión de residuos plásticos, aumentando las tasas de reciclaje y reutilización, de esta manera fomentar el desarrollo sostenible del país.
La economía circular representa una oportunidad crucial para Colombia de proteger su medio ambiente, fortalecer su economía y mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. Con el apoyo adecuado y un enfoque integral, la transición hacia una economía circular puede generar beneficios duraderos y sostenibles para el país y el planeta. ¡Cada acción cuenta!