Oso andino y danta de montaña: una necesidad imperiosa de protegerlos en el Huila
Los esfuerzos para su protección en el sur del Huila unen a expertos ambientalistas y a comunidades que supervisan estas especies a través de cámaras especializadas.
Dos sorprendentes especies que rondan los bosques de las zonas de mayor altura en las cordilleras de Colombia -el oso andino, también llamado de anteojos, y la danta de montaña-, congregan por estos días la atención de ambientalistas de todo el país, junto a comunidades campesinas que aprenden a conocerlos y protegerlos: de la conservación de estos magníficos animales depende en buena medida, ni más ni menos, la defensa de los entornos naturales donde viven, y donde nacen el agua y habitan muchas otras especies de flora y fauna.
En reconocimiento a esa importancia se realiza este mes y de manera anual en los municipios de Pitalito y San Agustín, en el sur del Huila, un festival nacional que no solo les rinde homenaje, sino que muestra los cada vez más sorprendentes avances en torno a la capacidad propia de la naturaleza de recuperarse si se le protege de manera adecuada.
Allí, en pleno corazón del Macizo Colombiano, donde nacen los ríos Magdalena, Cauca, Caquetá, Patía y Putumayo, se lleva a cabo el Festival Nacional de Oso Andino y Danta de Montaña. El evento permite revisar cada año de manera detallada una agenda de conservación de ambas especies y, este año, se logró incorporar también una “especie invitada”: el venado colorado, “reconocido por su importancia en la dispersión de semillas, que contribuye al mantenimiento de los bosques en los que cohabita con el oso y la danta”.
“Se evalúa especialmente el impacto que tiene el cambio climático sobre las poblaciones de estas especies amenazadas”, precisó Katherine Arenas, bióloga de la Corporación del Alto Magdalena, CAM, primera autoridad ambiental en el Huila, que lidera el Festival desde su creación en 2016 junto a otras instituciones públicas y organizaciones de la sociedad civil.
El venado, en particular, enfrenta el desafío de su extinción por cuenta de la cacería y la reducción de su hábitat, recordó la funcionaria. A cambio, y con el paso de los festivales llevados a cabo cada año, ha sido posible comprobar la presencia favorable y la recuperación de individuos de oso y danta, y su observación documentada a través de cámaras especializadas de fotografía y video que las mismas comunidades campesinas y grupos comunitarios instalan y operan, bajo supervisión y apoyo de la CAM.
El año pasado, por ejemplo, tuvo divulgación nacional un “indiscreto” video en el que una pareja de osos intercambiaba expresiones de cariño y finalmente se apareaba. Las imágenes fueron consideradas como el primer registro mundial de este suceso en la especie, en un hábitat natural.
Los grupos comunitarios de observación también confirmaron la observación de osos andinos en la cuenca del río Las Ceibas, en zona rural de Neiva, en un lugar en el que no se había documentado antes una observación igual.
La mirada a través de estas cámaras, conocida como fototrampeo, permite examinar los comportamientos de las especies, informar sobre nuevos individuos y determinar acciones de protección.
El andino o de anteojos (llamado así porque algunos individuos muestran unas marcas claras alrededor de los ojos) es la única especie de oso en los Andes tropicales de América del Sur. La danta de montaña (también conocido como tapir andino o danta de páramo es el único que vive fuera de las selvas tropicales en condición silvestre.