En las primeras horas de hoy, lunes 23 de septiembre de 2024, llegó a través de las redes sociales una de esas noticias que uno no quiere recibir. La escribió Carlos Valverde, hermano de Umberto Valverde:
“A la madrugada de hoy 23 de septiembre, falleció mi hermano Umberto Valverde. El escritor del barrio obrero y de la música. Tengo un profundo dolor!!!!”.
Sí, se murió uno de los más reconocidos cronistas y narradores de la cultura caleña, en particular de la salsa y del Barrio Obrero, el lugar donde nació en 1947.
Su padre, trabajador consumado, quien fuera empleado de los Ferrocarriles del Pacífico y líder sindical, llegó con su familia a este barrio y, sin proponérselo, con esa decisión marcó la vida de Umberto Valverde.
En un documental que realizó la Universidad del Valle en 2007, en homenaje a Valverde, él cuenta que en su infancia la gente del Barrio Obrero no tenía sino tres opciones de vida: ser obrero, ser ladrón o jugar fútbol.
Valverde, dice, pudo ser futbolista, pero se decidió por el estudio y ahí empezó ese camino en la literatura que tanto le agradecemos.
Una de las muchas razones por las que se ganó un lugar en la narrativa nacional, fue porque en su trabajo siempre tuvo una mirada respetuosa y dignificante de lo popular. Probablemente porque ahí estaban sus raíces y porque en sus primeros años de vida se gestó todo el imaginario narrativo que desarrollaría en su obra creativa.
Pero también recordaremos siempre a Umberto Valverde por su relación con la salsa. En su momento, llegó a conocer el día a día de Celia Cruz en Cali y a compartir con Jairo Varela en largas jornadas de salsa.
Entre sus obras más recordadas están los libros de cuentos Bomba Camará (de 1972), con el que se posicionó como una de las voces más potentes de la Cali de los setenta, y En busca de tu nombre (publicada en 1976).
Como novelista, publicó los libros Celia Cruz reina rumba (de 1981) y Quítate de la vía Perico (de 2001). Ambas fueron obras que marcaron un derrotero sobre la forma en que se puede narrar Cali, a la luz de las profundas desigualdades, pero también de la riqueza cultural que tiene la salsa.
Recordaremos siempre a uno de los grandes del Valle del Cauca, con una sonrisa cada vez que reviente la salsa en algún parlante del Barrio Obrero.