Son más de cien los niños y niñas arauquiteños que durante ocho años han demostrado que el baloncesto es un deporte de inclusión social, sin distingo de género o raza.
Muchos de ellos, poseen el sueño de convertirse en grandes jugadores de baloncesto, por eso, desde hace ocho años integran la escuela ‘Cacaoteros de Baloncesto’, como alternativa para superar barreras sociales y prejuicios que han alimentado por muchos años el conflicto en esta región, conflicto en el que los niños han sido los más afectados.
Durante los primeros cinco años de la escuela, el INDER Arauca apoyó este proceso, logrando transferir experiencias y técnicas en el que los niños le apuestan a la construcción de escenarios de integración social, a través del en el aprendizaje de valores como el respeto, la solidaridad y el compañerismo.
Luciano Cardona es técnico en Recreación y Deportes, actualmente es el entrenador deportivo de la escuela, quien afirmó que “iniciar en este proceso fue un poco complejo, ya que en el municipio poco se conocía de esta disciplina y se tornaba como un deporte que solo se veía practicar por las mujeres”.
“Este sería uno de mis primeros retos que enfrentaría al inicio del programa, ya que el escenario en donde dictaría mis primeras clases siempre se veía ocupado por practicantes de otras disciplinas deportivas, quienes en ocasiones se reusaban a dejar la cancha libre para los entrenamientos de baloncesto,” agregó Cardona.
La cancha del barrio San Isidro se convirtió, ocho años después, en el “templo del baloncesto en Arauquita”, como lo define Luciano y sus alumnos, ya que en este sitio se dio inicio a las primeras encestadas que dieron apertura “al camino para sembrar el semillero de niños que, desde los cuatro años hasta los dieciséis años, participan en el fortalecimiento de habilidades en técnicas de basquetbol”, aseguró el entrenador.
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Lograr incluir el deporte de baloncesto en la población arauquiteña y romper con la barrera de la estigmatización, que dividía a hombres y mujeres, se convirtió en una de las grandes tareas para quienes, desde sus primeros pasos, se inclinaron por esta disciplina deportiva, logrando superar este obstáculo con el trascurrir del tiempo.
En la actualidad, de lunes a viernes se reúnen más de cien niños alrededor de un balón bajo la mirada de un público conformado por padres y amigos, como lo expresa Cardona, “ver los niños reír y correr por la cancha del barrio San Isidro, es ver en sus rostros la alegría reflejada en cada encestada que se convierte en un triunfo para cada equipo, y que para mí como entrenador, es el logro de poder formar deportistas que quizás con el tiempo, lleguen a las grandes ligas del basquetbol en el país, y que nacen de estas tierras araucanas, en donde el conflicto armado se ha presentado de manera compleja, pero que el deporte ha logrado convertirse en una herramienta de paz, de construcción de tejido social”.