Para las mujeres, juntarse es más que llegar a un lugar. En la mayoría de los casos se levantan a la madrugada a dejar preparada la comida para sus hijos, esposos y/o trabajadores. Se alistan y empacan su mejor ‘pinta’ para bajar al pueblo, se ponen sus botas de caucho y llevan sus sandalias en una bolsa mientras bajan por la montaña hasta llegar al punto donde toman ‘la chiva’, su medio de transporte.
Viajan por horas hacia Neiva a juntarse con otras tantas mujeres que han tenido que pasar por un recorrido muy similar, para llegar al Encuentro Departamental de Mujeres.
Llegan cada año a conversar, a compartir sus cotidianidades y también el trabajo comunitario que tejen con otras mujeres en sus veredas, en sus corregimientos y pueblos. Siempre con una sonrisa en sus rostros. Bailan, hablan y construyen colectivamente agendas que incluyen sus sueños y anhelos de un mundo mucho más equitativo y participativo para las mujeres indígenas, campesinas, diversas, firmantes, afros, con capacidades diversas; con historias muy diferentes cada una.
En el 2021 se cumplieron 12 años de ese camino que comenzó recogiendo las herencias de las mujeres que les antecedieron, quienes comenzaron a sembrar la semilla de la paz, de las luchas, quienes se sentían incómodas con las injusticias e inequidades que vivían por su condición de ser mujeres. Con la idea de continuar apostándole a lograr la meta del quinto Objetivo de Desarrollo Sostenible (Igualdad de Género) y que haya oportunidades para todas y todos por igual. Una vida plena y pacífica.
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