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Oralidad y medios de comunicación: construcción de la memoria y paz en Buenaventura

La oralidad y las narrativas propias de los pueblos afro hacen parte de un colectivo de comunicaciones, donde los niños y jóvenes víctimas del conflicto armado reconstruyen el tejido social.
Buenaventura
Colprensa
María Elena Velasco Zuluaga

Buenaventura, Valle del Cauca, es el principal puerto sobre el Pacífico colombiano que cuenta con exuberantes paisajes donde se encuentra el mar, los ríos cristalinos, la selva y manglares, rodeado de gente cálida y muy alegre, además allí se movilizan más de 13 mil millones de dólares en mercancía; lo que contrasta con los altos índices de pobreza, violencia y ser considerada la zona con mayor número de desplazados en Colombia.

Este panorama ha hecho que líderes y profesionales trabajen para garantizar que sus habitantes tengan alternativas de una mejor calidad de vida, apalancada en sus tradiciones culturales, la integración de la comunidad y el empleo de los medios de comunicación para construir paz.

Es así como nace la Fundación Entrelazando el Tejido Social desde el Territorio (FUNDETEST), que desde el 2017 como una oportunidad para desarrollar procesos comunicativos populares de verdad y memoria, y con acompañamiento psicosocial a las personas del pacífico colombiano que son víctimas del conflicto armado.

“Para nosotros es importante usar esos matices, esas jergas, sus palabras, esos sucesos que han marcado la vida, pero que hacen parte de la naturalidad del ser humano, desde ahí se empieza a construir los relatos porque son importantes para la documentación de la memoria a partir del relato de las víctimas y así visibilizamos procesos que en muchas veces son desconocidos” enfatiza Andrés Felipe Viveros Puertocarrero, presidente de FUNDETEST.

Este descendiente del Río Naya, líder social y psicólogo, considera que abrir espacios comunicativos forjados con la comunidad ayuda a acercar a los jóvenes a otras realidades que hay detrás del conflicto armado, es enseñar “que la comunicación es un estilo de vida, es un acto y una profesión y que no es lo mismo estar inmerso en esos contextos de violencia, que estar inmerso en otros proceso de aprendizaje y eso nos ha dado un valor muy importante porque hemos empezado a reconstruir el tejido social, incluso el familiar”.

Puertocarrero también mencionó que dentro de estos procesos es necesario involucrar a los niños quienes también han sido víctimas y que en muchas ocasiones no se les da validez a sus sentires.

“Entendimos que había muchos espacios para las narrativas de los adultos y no para que los niños contaran sus experiencias del conflicto armado y eso era necesario validarlo, así que desde ahí nace la iniciativa ‘Cuentos que no son cuentos, narrativas contadas desde el conflicto contados por la niñez’, también como una forma para documentar las narrativas que los niños tienen, porque encontramos que hay unas secuelas de la violencia muy marcadas y ellos, tristemente tienen los recuerdos más vivos y la historia la recuerdan mejor que los adultos” resaltó Andrés Felipe.

Y es que para este psicólogo es importante sanar las heridas a través de la oralidad, con procesos profesionales, serios y a través de la oralidad. “Con los cuentos los niños no solo se logran sacar esas narrativas, sino sanar, ya que se logra acompañar y hacer que esos cuentos que tienen un final trágico, tengan un final más suave, sin alterar la realidad, pero que ellos logren ver que ese final es posible, que ese final puede ser el reflejo de la vida que ellos quieren crear”.

Vincular a los niños y jóvenes que han estado tan cerca del conflicto a proceso de comunicación no ha sido una tarea fácil, sin embargo, comentó Andrés Felipe, “genera espacios comunicativos nos permite rescatar a jóvenes de la violencia, pero también hacer memoria y esa memoria es supremamente importante para la identidad cultural de los pueblos, de las comunidades negras. Cuando un niño, un joven y un adulto ven ese resultado de su aporte también genera motivación en el ejercicio que se viene haciendo”.

Otro de los proyectos que adelanta la Fundación es ‘L Mental’, un proceso de salud mental que tiene su coyuntura con la pandemia del Covid-19, donde las costumbres de los habitantes del pacífico se alteraron, al no poder estar en contacto físico entre abrazos, arrullos, danzas y comadreos.


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“Al no poder acercarnos la situación de la salud mental se empezó a complejizar y es donde a través de la plataforma se empezó a hacer pedagogía sobre la salud mental digital, se empezaron a hacer Live sobre el tema de la ansiedad. Y es que había un elemento fundamental, a veces el victimario estaba en casa y se tenía que compartir con él todo el tiempo. Entonces desde Elemental se generaron tips caseros para que la gente pudiera asumir roles, sobrellevar cargas o al menos pasar el día en armonía con su entorno” detalló Portocarrero.

Añadió, “Desde 'L Mental’ se apoyó el abordaje del duelo, pues no se podía hacer los rituales mortuorios típicos del pacífico, lo que nos marcó mucho culturalmente y había muchos duelos congelados, entonces les ayudamos a entenderlos a hacer los procesos de aceptación”.

Con su tono alegre y decidido, Andrés Felipe Portocarrero describe que al final del proceso, las experiencias vividas son plasmadas en piezas audiovisuales y escritas. “Desde la comunicación nos damos la pela de crear narrativas propias, con naturalidad, pero con una técnica muy pulida del relato contextualizado, mezclando las vivencias comunitarias, sus problemas. Porque quien se ve en un producto audiovisual que realizamos, tiene que verse reflejado así mismo su identidad, su cultura, su naturalidad, su lenguaje, su música, su ritmo, su pasión, su voz”.


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Al final, este escritor, líder social y comunicador innato afirma que: “Con el tema de la educación, de la defensa de los derechos humanos a través de la comunicación aprendí que se debe insistir, resistir y nunca desistir con esto de la comunicación, porque es uno de los tres poderes hegemónico que hay que mantener, pero también proteger. Y con este se construye la paz, no desde una zona de confort, sino donde nos involucremos todos con acciones afirmativas y con el corazón”.

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