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Julio Ardila, actor y director pionero del teatro unipersonal en Colombia

Una vida dedicada al teatro, poesía y literatura: así es la historia de Julio Ardila, colombiano que ha traspasado fronteras con su talento.
julio ardila foto
Foto tomada de: Julio Ardila
Richard Hernández

La historia del teatro en Colombia ha pasado por diferentes etapas, dejando en cada época una huella importante en la cultura del país. En este sentido, son muchos los protagonistas que han hecho grande esta antigua manifestación artística en nuestro territorio.

Julio Ardila de 75 años, quien vive en Bremen, Alemania, desde hace más de 35 años, es uno de ellos: "Desde que uno es pequeño, va creando, porque no es que el teatro nazca, sino que el teatro se hace", señala Julio, uno de los pioneros del teatro unipersonal en nuestro país, o teatro de un solo actor.

Este artista llanero, que de niño vivía en Villavicencio, Meta, con su madre cuando todavía no había televisión, siempre fue el centro de atención de las reuniones familiares. "Me ponía en una esquina como si estuviera en un escenario y repetía las voces de los locutores dando noticias. También hacía mímica y las voces de las propagandas de Calzado llanero, el Almacén popular y la Heladería la Florida” cuenta.

julio con amigos
De izquierda a derecha aparecen Julio Ardila, Santiago García y el actor hondureño Juan de Dios.

Cuando Julio vio la primera obra de teatro se emocionó mucho y decidió que dedicaría su vida a esta labor. Se estableció en Bogotá, donde vivían sus abuelos, a los siete años. Mientras estudiaba bachillerato en un colegio de Suba, realizó su primer montaje "El maestro", del dramaturgo franco-rumano Eugéne Ionesco. Por las tardes, tomaba talleres en la Casa de la Cultura que dirigía Santiago García, y que luego se convertiría en el famoso teatro de La Candelaria.

Con Miguel Torres, hizo el montaje "Los oficios del hambre". En esa época, ganó un premio por su trabajo. "Eso fue antes del año de la luz (risas). Era el último trabajo que presentaba en el colegio donde estudiaba, porque era un festival escolar que organizaba la Alcaldía de Bogotá", dice.

Luego, con un grupo de teatro profesional de la Casa de la Cultura, hizo la adaptación de la obra "El objeto amado" de Alfred Jarry. Después, trabajó durante muchos años en el teatro La Mama con uno de los grandes directores del país, Germán Moure, quien murió el pasado 2 de mayo.


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De allí, pasó a estudiar en la Escuela Nacional de Arte Dramático en la época en que Santiago García era su director. Ahí se volvió a encontrar con Moure, quien le dijo: "Julio, ¿tú qué haces aquí estudiando con un grupo de jóvenes? ¡Eres un teatrero de vieja data! Si tú sabes todo eso y lo has practicado, bótate para la calle", cuenta.

Entonces, Ardila comenzó a trabajar solo. Paradójicamente, se presentaba como el teatro "El Colectivo". La primera obra que hizo fue "La leyenda de Judas", porque, según Julio, "es casi un Misterio bufo de Darío Fo, que el escritor italiano no lo escogió, pero que yo sí lo tomé como el trabajo central de ese montaje, que era teatro medieval para teatro unipersonal y algunos misterios bufos".

Después, Ardila, en compañía de un pequeño grupo de actores que cuenta eran muy talentosos, realizó una obra de teatro basada en uno de los libros de Alfredo Molano sobre la violencia en Colombia. Asimismo, "La comedia de la olla" de Plauto. Desafortunadamente, la iniciativa no tuvo éxito.

Entonces, Julio decidió nuevamente que lo mejor que podía hacer era trabajar solo y adaptó al teatro "El Atravesado" de Andrés Caicedo. Con esta obra, alcanzó a hacer unas mil funciones entre Colombia y Europa, en especial en Alemania en festivales latinoamericanos.

el atravesado

En Colombia, según Ardila, "El atravesado" se presentó en muchos rincones del país: en pequeños y grandes bares, en teatros de pueblos, ciudades, colegios, universidades y otros espacios. "Por eso Fernando Duque, quien escribió una historia sobre el teatro colombiano, habla del pionero del teatro unipersonal, el teatro de un actor. Porque no era el actor de teatro callejero, era otra cosa, un concepto teatral puro, me fue muy bien con esa obra", afirma.

Además, en el libro "Andrés Caicedo. Teatro", cuyo editor fue Sandro Romero Rey, se reseña que "la primera adaptación importante fue el extenso monólogo del actor Julio Ardila (conocido en el medio teatral colombiano como Julio Pilas) de El Atravesado. Fragmentos de este monólogo se pueden ver en el documental Andrés Caicedo: unos pocos buenos amigos (1986) de Luis Ospina".

Después del éxito de "El atravesado", Ardila se dedicó a adaptar textos literarios para un actor, como "El licenciado vidriera" de Miguel de Cervantes. También adaptó "La nada cotidiana" de Zoé Valdés y "El desecho" de Alfredo Molano, quien pudo ver la puesta en escena en un festival de teatro en Alemania: "Después de la función, Molano me dijo, 'Oiga, hermano, usted allá en Colombia no trabajó de raspachín, porque es igualito al personaje que yo conocí' (risas)".

Incluso llegó a adaptar, por sugerencia de un famoso abogado, un proceso que tituló "El sumario", que cuenta la historia de un brujo en las montañas de Antioquia, una especie de "El Atravesado".

En una pequeña ciudad alemana cerca de Bremen, Ardila trabajó cerca de 15 años dirigiendo un grupo de teatro donde presentó varios montajes de escritores como Gunter Grass, García Lorca y Darío Fo, entre otros. Lamentablemente, la estructura del teatro se deterioró y se dejaron de presentar funciones.

Como escritor, Julio Ardila ha publicado tres libros didácticos para la enseñanza del idioma español en Alemania, bajo el sello de la editorial Langenscheidt de Múnich: "Yo Malinche - la conquista de México", "Yusuf. Un clandestino en busca del paraíso" y "Amapola sangrienta - El narcotráfico en Colombia". Estos libros le abrieron las puertas a Julio para enseñar español en una escuela de idiomas, donde ha trabajado durante 30 años.

Julio Ardila está casado desde hace 23 años con Uta, una filósofa alemana especializada en lenguas (inglés y español) que trabaja en un colegio de secundaria enseñando idiomas. Ambos son excelentes cocineros. De la comida colombiana, lo único que Julio prepara es una sopa de lentejas que hacen en Cali, con huevo y trocitos de papa, y que a Uta le encanta. Ella, por su parte, prepara muy bien unos espárragos con jamón. Además, les gusta la comida de la India, Perú, Italia y España.

esposa
Aparece Julio con su esposa Uta.

Julio se siente muy orgulloso de su hijo Alejandro, quien es un pintor y muralista caleño, “no grafitero”, resalta, y menciona que recientemente ganó el premio nacional de Bélgica por el mejor proyecto de mural. Alejandro estudió Artes Plásticas Visuales y del Espacio Urbano en la Real Academia de Artes de Bruselas y forma parte del colectivo Art Mural, que durante más de treinta años ha pintado buena parte de los murales de ciudades como Bruselas, Amberes y Turnhout, especializándose en el cómic.

Julio también es un poeta apasionado. En las reuniones que acostumbraba hacer en su apartamento, ubicado en el tradicional barrio bogotano de La Candelaria, solía recitar sus poemas escritos a mano. En una ocasión, Edelmira Massa Zapata, la hija de Delia Zapata Olivella, lo convenció de participar en un concurso de poesía, en el que el jurado estaba compuesto por Jorge Marel, Eduardo Gómez y Juan Manuel Roca. En esa ocasión, quedó entre los primeros finalistas.

Muchos años después, en Alemania, cuando estaba reunido con Reiner Kornberger, un famoso traductor alemán, Julio le mostró sus poemas y Reiner le sugirió que su trabajo era bueno para ser traducido. Así nació el libro "Más allá del tiempo", que se encuentra en la etapa de ilustración y se espera que esté listo en un par de meses para su lanzamiento.

"Es una visión de la fantasía, de la magia, de lo que es la poesía. Jugando con los recovecos del tiempo, del espacio, de escondites de la muerte. Son poemas cortos, no alcanzan a cubrir una página, a veces solo una o dos palabras por verso, para que la gente no se aburra", concluye Julio Ardila. 

Aquí podemos leer uno de ellos:

El marinero
Luego de 40 noches 
perdido en altamar 
Al ver pasar una estrella fugaz
Se dijo para sí: 
Qué alivio, no estoy solo.

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