Por: Richard Hernández
Antes, una carta escrita a mano demoraba en llegar a su destinatario semanas y hasta meses. Hoy todo tipo de mensajes pueden ser leídos inmediatamente por el receptor, en cualquier parte del mundo, con solo hacer un clic. ¿Cómo ha cambiado la escritura en la era digital?
La comunicación ahora se relaciona con la pronta transmisión de un gran volumen de información. Esto hace que dicho proceso se vuelva poco reflexivo, poco descriptivo y lleno de sensacionalismo, generando un gran cambio en la redacción. Conversamos con tres expertos para entender los cambios que la tecnología ha generado en la forma de escribir diariamente.
“Simplicidad estructural”
Jonathan Díaz Ramírez es un psicólogo capacitador del Ipler, un instituto psicotécnico, famoso por su método de lectura rápida y donde también se dictan cursos de redacción, ortografía y escritura, entre otros.
“Es cierto que la tecnología ha cambiado bastante la forma de escribir, pero paradójicamente ha acercado al ser humano a la escritura. Actualmente todos somos redactores. A diario publicamos para las redes sociales, chats y correos electrónicos. Sin embargo, a partir de ahí empezaron a nacer nuevos vicios en la comunicación, que antes podían existir, pero no eran muy notorios. Ahora la comunicación se volvió mucho más simple por la necesidad de mandar un mensaje del modo más breve posible”, dice.
Asimismo, Díaz afirma que ya no se atiende a los detalles. La escritura o redacción digital no busca enfrentar al lector y al redactor en un proceso de comunicación recíproco. Por eso señala que la mayoría de los documentos digitales tienden a ser mucho más concretos que una versión en físico.
“Todo el mundo prefiere un artículo en Wikipedia a un libro. También escogen un blog de notas o simplemente un documento más corto, porque estamos predispuestos a que la información que vamos a encontrar en internet, en redes sociales e incluso en documentos digitales sea mucho más breve y fácil de interpretar. Yo tengo un término para ello: la “simplicidad estructural”. Las personas tienden a ser demasiado simples al momento de transmitir sus ideas para ahorrar tiempo y ser lo posiblemente más eficaces”, asegura.
Igualmente, dice que resulta difícil encontrar una redacción de calidad debido a que se buscan más las visitas y las reacciones que la misma calidad del escrito. Eso se puede ver incluso en periódicos de ámbito nacional, donde se nota un tipo de redacción más ligada a la atracción de un público por la publicidad que hacia la misma redacción.
“Otras formas en la que ha cambiado, y que me parece muy positivo, es el hecho de que la redacción dejó de ser lineal. Si yo escribo, por ejemplo, una página web, puedo empezar a generar enlaces que asocien aquellos contenidos con notas que otras personas han escrito”, dice.
Sin embargo, Díaz resalta que eso no significa dejar de lado otros medios como la escritura tradicional. Cada formato es muy distinto y, así como antiguamente escribíamos una carta, una novela o una reseña en formas distintas, ahora también tenemos que hacer lo mismo con un correo, un blog o un artículo online que tienen sus propias reglas para poderse estructurar y ser llamativos para su audiencia.
“En el WhatsApp nadie abre una pregunta con un signo de interrogación. Los puntos suspensivos terminan siendo diez en vez de los tres tradicionales. Como el chat ya maneja de manera distinta la transmisión de ideas, la gente puede escribir sin la necesidad de tener una separación a través de los signos de puntuación, porque el mismo chat las separa por cuadros. Todo eso ha afectado la forma tradicional de escritura: la gente ya no escribe bien”, concluye el psicólogo Jonathan Díaz.
Los memes
Yadira Escobar Chaparro es comunicadora, periodista y magister en Mercadeo. Ella es una apasionada por los memes que se han convertido en piezas de comunicación importantes para las redes sociales y sobre ese tema nos habló.
“Cuando nos adentramos a entender más los memes vemos que, al ser una ‘célula de intercambio de información’, también nos hablan del mundo psicológico y social de las personas. Nos permite evidenciar cosas como su relación con la autoridad, cuáles son los temas con los que conectan, qué emociones los mueven y cómo se involucran con ellos”, dice.
ComScore, una de las principales compañías de investigación en el mundo para este tema, señala que este año 4.660 millones de personas son usuarios de internet. Cada minuto a nivel mundial se envían 69 millones de mensajes por Facebook, Messenger o por WhatsApp, se suben 500 horas de contenido a YouTube y 695.000 stories son compartidas en Instagram.
“Vemos una mayor inclinación por parte de estos usuarios a ser prosumidores; es decir, que consumen información al tiempo que participan en el proceso de producción de la misma. Un meme es una idea o hábito que se transmite de persona a persona y cuya producción o reproducción no es monopolio de nadie. Un meme puede verse como la contraparte cultural de la transmisión de rasgos que se logra con un gen de nuestro ADN”, señala.
Asimismo, dice que los memes nos conectan de manera efectiva porque no solamente nos presentan información de manera escrita, sino que contienen imágenes, contexto e intenciones que los hacen muchísimo más completos y complejos; y, adicionalmente, tienen la capacidad de movernos emocionalmente desde el humor.
Además, asegura que pasa lo mismo con el uso online, su uso y apropiación por parte de los sujetos comunicantes hace parte de la evolución de nuestras formas de comunicar como sujetos sociales.
“Así como no controlamos la lengua hablada, y en ella se encuentran muchos usos que no son los de las normas gramaticales o sintácticas, en internet se puede apreciar un proceso similar. En la medida en que un contexto humorístico se convierte en meme, la reproducción lo valida en el uso diario de los sujetos comunicantes. En este caso creo que no sería una posibilidad real pensar en control o manejo”, puntualiza Escobar Chaparro.
Sólo entre 10 a 20% leen artículos hasta el final
Para finalizar, hablamos con Philippe Boland, creador de varias redes sociales y coordinador de la Red de Universidades UxTIC y de la Cámara de Comercio Token Partner.
“La sociedad evoluciona y también nuestra forma de comunicar. En la era de la "infobesidad" o sea sobrecarga informativa, tenemos que comunicar de forma diferente. Más allá del lenguaje, están también los formatos. Los artículos cambiaron y ahora usan el fenómeno de la pirámide invertida”, comenta.
Es decir, explica Boland, crear un título pegadizo con muchos superlativos, lo que llaman clickbait, para provocar al lector, pero no para satisfacer su curiosidad sin hacer clic en el contenido enlazado. No se busca proporcionar la información más importante primero, y luego entrar en detalles porque sólo entre el 10 al 20% de los usuarios de Internet leen los artículos hasta el final.
También dice que se escucha mucho de la supuesta laxitud del lenguaje en las prácticas de escritura de los adolescentes. “Según el contexto de escritura, del receptor y del ambiente escolar, nuestros jóvenes reemplazan el lenguaje sostenido con sintaxis compleja y vocabulario elaborado por uno relajado con mezcla de emoticones, abreviaturas, palabras en idiomas extranjeros o inventadas”, asegura.
Estas libertades de escrituras, continúa Boland, son dadas para unos por temas identitarios de pertenencia a esta llamada ‘Generación Net’. Para otros, los llamados no lectores de libros (según la encuesta sobre consumo de lectura publicada por el Dane, los niños de entre 5 y 11 años leen en promedio 3,2 libros al año), este tipo de libertad de escritura podría ser su referencia y crear una nueva forma de analfabetismo dado que estas formas de expresión suelen disminuir la reflexión.
Las redes sociales como Facebook, Instagram, TikTok se están convirtiendo en la principal fuente de información para muchas personas. Son espacios de libre expresión. Pero, aunque existen algunas “netiquetas”, o sea un conjunto de normas de comportamiento general, por ejemplo, en lo que concierne a la difamación, los discursos de odio o racistas encuentran adeptos de teorías conspirativas y grupos que manipulan la información creando falsas noticias, las llamadas ‘Fake News’, destinadas a influir en el comportamiento de los internautas para manipularlos, presentándoles hechos falsos como si fuesen reales.
“El objetivo es jugar con nuestros sentimientos y deliberadamente engañarnos y manipular nuestras decisiones y comportamientos, para obtener un beneficio económico o político. Es muy difícil para un país como Colombia lograr imponer reglas de conducta a las redes sociales dado que sus sedes no se encuentran en el país, entonces el tema fundamental es educar a los internautas”, finaliza Boland.