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Clímaco Sarmiento, el aguerrido clarinetista de Soplaviento

Las anécdotas que rodean su vida.

Por Luis Daniel Vega. Director de Señal Cumbia.

En la víspera de las fiestas de la Virgen de la Candelaria de 1986, Clímaco Sarmiento se arregló con esmero inusitado. Avisó a su familia que iría a visitar a unos amigos y se esfumó. Su esposa Cristina Vega –con quien se había establecido en el barrio San Fernando, al suroriente de Cartagena- lo buscó infructuosamente. Al día siguiente, el primero de febrero, Clímaco Sarmiento fue encontrado sin vida en un matorral del barrio Las Gaviotas. En la crónica “Clímaco Sarmiento, la muerte del primer guerrero”, incluida en el libro Diez juglares en su patio (ECOE Ediciones, 1991), el desaparecido poeta y periodista Jorge García Usta narra con detalle el suceso:

“Al otro lado de la ciudad, frente al barrio Las Gaviotas, en el claro de un matorral espeso, con la guayabera abierta a la altura del ombligo y con una pierna ligeramente más levantada que la otra, estaba un anciano bocarriba, muerto. Un cordón de máquina de coser, con dos nudos laterales apretaba su garganta. Tenía una gorra. Los ojos permanecían ocultos por unas gafas oscuras. Algunos hombres que iban en bus al centro de la ciudad se bajaron para ir a ver al muerto. El "Negrito" Madrid -director de una de las bandas más populares de Cartagena- fue uno de esos curiosos, pero cuando vio al muerto, abrió los ojos y lanzó un grito: -¡Mierda! Es Clímaco-.”

Pero ya el célebre clarinetista había muerto diez años antes cuando le fue diagnosticado un severo cuadro de asma que le impidió, finalmente, seguirse dedicando a los oficios musicales que había iniciado muy joven al lado de Vickmer, el alemán que le enseñó a tocar saxofón en Cartagena, ciudad a donde fue a vivir junto a su familia a mediados de los años veinte del siglo pasado.

Aunque el día y el mes de su alumbramiento son inexactos, sabemos que Clímaco Sarmiento –el segundo de los doce hijos del matrimonio conformado por Pedro Sarmiento y Justina Ávila- nació en 1916 en Soplaviento, Bolívar, un poblado situado a sesenta kilómetros de Cartagena. Allí, en su pueblo natal ubicado sobre el río Magdalena en la región del Canal del Dique, Sarmiento se obsesionó con el clarinete de su padre. Más tarde, ya en la Ciudad Amurallada y luego de las clases con el maestro alemán, Clímaco empezó a acompañar las películas de cine mudo y escribió su primera composición titulada “Siria libre”. Después de trasegar por la intensa vida bohemia cartagenera, se enlistó en la Orquesta de Lucho Bermúdez, en la A No. 1 y, también en la del Caribe. Allí empezó su leyenda que fue creciendo cuando entró a la Orquesta Emisora Fuentes donde, a mediados de los años cuarenta conoció al director y clarinetista Juancho Esquivel, un momposino con el que en 1946 conformó la legendaria agrupación Los Trovadores de Barú.

Después de los Trovadores de Barú con los que hizo arreglos y grabó algunas piezas –está aún por confirmarse su participación en el histórico registro de “La víspera de año nuevo” en 1948 junto a Guillermo Buitrago y otras canciones con José Barros- Clímaco Sarmiento fundó su propia orquesta en 1959 y se convirtió en el arreglista de Pedro Laza y sus Pelayeros con quienes colaboró en discos como Navidad negra, Esperma y ron, Rito esclavo y el famoso Candela que Daniel Santos grabó con Laza.

Fue precisamente con Pedro Laza (y otros como Rufo Garrido) con quienes Clímaco Sarmiento armó una poderosa llave creativa que contrastó fuertemente con el sonido estilizado de las orquestas de Lucho Bermúdez, Pacho Galán y Edmundo Arias. Lo de Sarmiento fue visceral, estridente y con una línea rítmica dura y casi primitivista, remedo de las bandas de viento de las sabanas de Bolívar. Esta sonoridad se encuentra presente en Bombo y maracas y Clímaco Sarmiento y su Orquesta, dos de los discos que el clarinetista grabó para Fuentes entre 1961 y 1962. Llama la atención que, a pesar de su fama, fueron pocos los registros que dejó Sarmiento, destacándose estos dos - tres para el sello venezolano Fonograma - y Estampas de Cartagena (1959) para el sello Zeida. Cabe anotar que en algunas de estas grabaciones estuvieron presentes cantantes de gran calibre como Poly Martínez, Tony Zúñiga, Teresita Rendón, Henry Castro, Nora Tatis y Jairo Likasale.

A pesar de su fama y de haber compuesto una gran cantidad de cumbias, porros, paseaitos y guarachas (entre sus composiciones más recordadas se encuentran “Pie peluo”, “La vaca vieja”, “Güiro y guacharaca”, “El zuñigazo”, “Cumbia sabrosa”, “Caimán y gallinazo”, y “Negro no te vayas”), Clímaco Sarmiento, como el general de García Márquez, murió aguardando una pensión que nunca llegó.

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