Por: Javier Hernández.
Hace 200 años el entretenimiento para los habitantes de la naciente República de Colombia era limitado. La sociedad granadina estaba profundamente influenciada por la iglesia en todos los aspectos. Sin embargo, el teatro se convertía en la alternativa para cumplir con esa misión que se le asignó de entretener y educar. Era la expresión más sencilla para poder transmitir un sano entretenimiento y promover los valores morales, cívicos y artísticos que se quería para la fundación de la nueva nación.
¿Cómo estaba el teatro antes de la Independencia?
Para la investigadora Marina Lamus, en sus estudios sobre el teatro colombiano, en el periodo previo al movimiento independentista, la situación del teatro (lease sus autores, actores y representaciones) en el virreinato de la Nueva Granada estaba sometida a los dictámenes que venían de Madrid.
Desde el siglo XVIII, surgen reglamentos para los coliseos que llevaran obras teatrales a la escena, decretos para el gremio teatral y reformas prácticas a la hora de presentar las mismas. El teatro ahora gozaba de una gran popularidad entre todas las clases sociales.
Estos lineamientos se verían reflejados en las colonias a través de formas en las que el público debía comportarse, la interferencia del Estado en las inversiones económicas para los espectáculos y tener una figura de censor que inspeccionara el contenido de las obras y todo lo que tuviera que ver con su presentación. Los representantes del Estado español supervisaba todo lo referente a uno de los espectaculos más importantes de la época.
La independencia permitiría algunos cambios, pero un Estado fiscalizador del repertorio debía seguir presente. Obvio, el teatro debía continuar su labor de formación educativa. Ahora era la República la que debía asumir la responsabilidad de promover la asistencia del público. Era el espacio para el cambio social. Se practicarían las normas de urbanidad entre el público además de difundirse la literatura dramática y el buen uso del lenguaje, continúa Lamus.
¿Cómo era el contenido de las obras de teatro tras la victoria independentista?
Más allá de la educación, las buenas maneras, las costumbres y hasta el temor a Dios, el teatro posterior a la Batalla de Boyacá debía fomentar una conciencia nacional. Para la investigadora Ana Cecilia Ojeda, el carácter didáctico y las posibilidades de difusión y apropiación por parte del público de teatro, lo hacía ideal para fomentar sentimientos patrios, el discurso nacionalista y en consecuencia la identidad nacional.
¿Qué obras ayudaron a formar la Nación?
Dos dramaturgos se destacan en las investigaciones de Marina Lamus y Ana Ojeda frente a la formación de la nación: José Fernández Madrid y Luis Vargas Tejada. Sus obras se les conoce con el apelativo de ‘Tragedias criollas’ con elementos muy definidos en la formación de la nación: ‘El amor a la patria’ y ‘El odio y la venganza’.
La virtud y el amor filial
Al cartagenero José Fernández Madrid le correspondió trascender en esa época de los primeros años de la independencia con una obra como ‘Guatimoc’, cuyo argumento transcurría durante el pasado lejado de la conquista de México. En ella se muestra un rechazo contundente a España como un imperio opresor. A través de su obra, con un enemigo externo ampliamente denunciado, se llevaba al público el mensaje que permitió forjar los caminos de la nueva nación.
El otro nombre importante en el teatro de los primeros años de la independencia fue el del santafereño Luis Vargas Tejada, conocido como el ‘precursor del teatro nacional’. Fue el autor de mayor producción teatral de su época. En una obra tardía como lo fue ‘Doraminta’, reivindicó la virtud y el amor filial como los verdaderos pilares en los que debería erigirse la nueva nación.
La vida de la Pola en teatro
Mención especial hay que hacer a otra obra teatral de los primeros años de la independencia. Con La Pola, José Domínguez Roche, llevó a la escena un acontecimiento del proceso de independencia con el que se inició el reconocimiento popular de los héroes de la gesta libertadora. La popularidad de la obra –y especialmente del personaje protagónico-, llevó a que incluso, en una representación realizada en 1826, el público se incorporara de manera informal al desarrollo del argumento.
Al momento de ser fusilada la heroina, la concurrencia se reveló contra la historia y literalmente “salvó a la heroína de ser fusilada”, a riesgo incluso de la vida de los actores que servían de verdugos.
Estos tres ejemplos muestran la importancia que tuvo el teatro creado en Colombia en la formación de la Nación. Quedan un sinnumero de autores por fuera. El siglo XIX fue una época de gran fertilidad para esta expresión artística, donde ahora no sólo servía para la formación de la república o para cambiar las costumbres sociales, sino también como arena política para los conflictos que marcarían la historia de Colombia desde ese siglo hasta la actualidad.