La designación del día de la gastronomía cada 18 de junio en 2016 por la Asamblea General de las Naciones Unidas es una oportunidad para el reconocimiento de la gastronomía como una expresión cultural de la diversidad natural y cultural del mundo. Quién más que los pueblos indígenas, que a través de sus saberes han sostenido la vida de múltiples generaciones.
Esos saberes, se ve representado en la chagra, un espacio de vida para los pueblos indígenas amazónicos, que va más allá de cultivar alimentos, sino que también es un espacio de aprendizaje para garantizar y preservar la cultura, sus saberes y cosmogonía ancestral.
La sociedad indígena
Los pueblos indígenas amazónicos conciben su territorio de manera integral, todo funciona desde el saber leer la naturaleza y el tiempo, así, desde el espacio sagrado Ananeko (la Maloca), los abuelos orientan como y cuando sembrar para tener una buena cosecha de la chagra.
Este conocimiento que conservan los pueblos indígenas de la Amazonía tiene que ver con el manejo de los recursos del territorio, que es representado desde la lectura del calendario ecológico, en relación con el cosmos y el caminar de las comunidades. Con esta herramienta, los pueblos indígenas plasman las maneras y modos de vivir, que permite a las generaciones seguir caminando la cultura y saberes ancestrales.
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“La chagra refleja la vida misma, en la chagra existe diferentes cultivos, frutas, plantas medicinales, ellos conviven bien, nunca se contradicen y no son egoístas. Este es un ejemplo de cómo vivir nosotros, así debemos reflejarnos como sociedad indígena, saber convivir” escuchaba al abuelo Lizardo López, mientras nos escampábamos de la lluvia, en aquella tarde de junio, tiempo de invierno en la Amazonía.
Sembrar para conservar
La chagra es concebida como un ser vivo, es madre. Un espacio donde se cultiva la diversidad de especies de plantas y frutas como Yuca, Piña, Umari y la Uva caimarona para alimento. Establecer una chagra requiere de compromiso y cuidado, que los ancestros entregaron a la mujer la responsabilidad para ser las custodias del conocimiento y las semillas.
“Como mujeres Murui, sembramos la diversidad de plantas para el sustento de nuestra familia, el bosque que es talado lo tenemos que recuperar, es como recuperar los pasos de las abuelas, son del sustento de la comunidad” Así relata, Luz Oraima larrarte, indígena Murui, chagrera y emprendedora de comidas amazónicas FAREKA que traduce Yuca dulce en su idioma Murui.
Para Luz, o Lucí, como se le conoce de cariño, “los cultivos que se siembran en la chagra buscan que esta sirva para proteger las semillas y redescubrir los usos y propiedades de cada fruto”, explica.
Diversas investigaciones han demostrado que los pueblos indígenas a través de estos sistemas propios de producción son pioneros en la protección de los bosques y recursos naturales. Son ellos, quienes han implementado la chagra como un sistema, donde pasado un tiempo determinado abandonan este espacio para que la misma naturaleza haga el proceso de recuperación de suelos, libre de algún tipo de agroquímicos.
El bienestar de la comunidad se mide por el estado de su chagra, “la chagra hay que tenerlo limpio, es un manejo que se debe dar para que haya abundancia y multiplicación tanto de la naturaleza como de nosotros los indígenas”, entre risas, relata el abuelo, Lizardo.
Regresar a la maloca
Un panorama compartido de problemáticas ha marcado la historia de los pueblos indígenas de la Amazonía, perdida de conocimientos locales, su lengua, su cultura y el territorio. Aspectos tan básicos como los alimentos se han perdido, ya no se cuenta con las variedades de yucas y frutales que son fuentes de alimentos básicos dentro de la alimentación de las comunidades. “prácticamente están desapareciendo nuestras semillas nativas, los jóvenes no le dan el valor que tiene la chagra, ahora con la incursión de la coca y la ganadería, ha cambiado la dinámica en las comunidades, los indígenas se transformaron en trabajadores del hacendado", comentó Luz.
El mirar hacia adentro ha sido una oportunidad para reflexionar entorno la problemática que viven las comunidades, y de afirmar su compromiso por el cuido, manejo y conservación de la biodiversidad de la Amazonía.
Según el abuelo, Lizardo López, “dentro de las Malocas, el hombre sentado en su manbiadero, ya empezó a conectar con el espíritu, esa conexión que se transmite a través de la Coca, el Ambil y la Yuca dulce va llamando a la nueva generación a practicar los saberes propios, como los bailes tradicionales, el idioma y así poco a poco vamos sentando la palabra y el ánimo”, explicó.
La Amazonía, la gran chagra, cuenta con una amplia variedad de frutas exóticas, con amplias propiedades nutricionales, en ella, las comunidades indígenas ven una oportunidad para darle un valor agregado a sus productos.
Iniciativa que ya viene trabajando Luz Larrarte, desde hace 2 años con el emprendimiento FAREKA, “El Milpes, ya se puede sacar el aceite, con la canangucha ya estamos haciendo cremas, tortas y vino, con la yuca ya estamos vendiendo malteadas; yo les digo a mi comunidad, ya no sembremos las tres maticas, debemos hacer el cultivo completo diversificado, pensando en la trasformación, así le damos el valor agregado e incentivamos el consumo de los productos locales y orgánicos”, resaltó.
Qué mejor momento para los pueblos indígenas, conmemorar este día de la gastronomía sostenible a través del reconocimiento de sus saberes tradicionales en la salvaguarda de la Amazonía. Su historia y patrimonio cultural reflejan el compromiso real en la conservación y el buen vivir para el mundo.