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La Insurrección Comunera del Sur, un evento que marcó la independencia del país

Cada mayo en Nariño se conmemora la Insurrección Comunera del Sur, un hecho que marcó de manera importante el proceso de independencia en Colombia, iniciando por el sur.
Sandra Eraso

La Insurrección Comunera del Sur fue protagonizada por los indígenas de Guaitarilla, Túquerres, Imués, Sapuyes, Chaitán y Yascual, quienes se levantaron ante la imposición de un nuevo decreto de diezmos, autorizado por la Real Audiencia de Quito a través de su cabeza, el Barón de Carondelet y terminó con la muerte de quien representaba su autoridad en la Provincia de los Pastos, el corregidor Francisco Rodríguez Clavijo y de su hermano Atanasio, el 18 de mayo del año 1800.

Al respecto, el historiador nariñense, integrante de la Academia Colombiana de Historia, Gerardo León, indica que, “los indígenas del pueblo de Guaitarilla y sus contornos sentían como una especie de esclavitud impuesta por el corregidor y su hermano.  Este fue el inicio del movimiento que tuvo su origen en estas apartadas regiones de la Nueva Granada.” 

Para comprender el final de esta historia es necesario retomar el pasado para tejer con él los hechos ocurridos y entender cuáles fueron las causas que conllevaron a que los habitantes de estos poblados del sur de aquel entonces actuaran de tal o cual modo.

Corrían los años 1750 cuando Túquerres se convertía en un importante punto de comercio entre Pasto y los puertos del mar pacífico, a tal punto llegó el desarrollo económico de esta zona del país, que varias familias de la élite radicadas de la capital nariñense empezaron a adquirir terrenos para quedarse viviendo en la sabana tuquerreña.

Así no solo desde la capital llegaron a poblar a la Señora Señorial, también asomaron gentes desde la costa pacífica nariñense, los diferentes poblados aledaños y zonas del Cauca y Valle del Cauca. 

Tal fue el caso de quien fue nombrado corregidor de la Provincia de los Pasto con sede en Túquerres en el año 1790, Francisco Rodríguez Clavijo, oriundo de Cartago Valle, quien según los libros notariales y documentos históricos fue un hombre cuya administración se caracterizó por el nepotismo, abuso de poder, enriquecimiento practicando la extorsión, quien además acuciaba a los indígenas con los impuestos. 

“Se trasladó con su hermano Atanasio, esposo de doña Antonia Libreros, de la nobleza de Anserma. La mayor parte de veces usaba el doble apellido de Rodríguez Clavijo, en otras se conocía solo como Clavijo.  Atanasio nació en 1770 y en 1800 era el diezmero de Túquerres”, anota el historiador ecuatoriano Fernando Jurado Noboa en la segunda parte de su ponencia “Los Rodríguez Clavijo: ¿Un problema de linaje?”

Entre todos los sucesos de la época, llegando al quinto mes del año 1800, se dio la orden con la debida autorización y visto bueno de la Real Audiencia de dar lectura del “Decreto de recudimiento de diezmos”, en la primera misa celebrada en cada población, iniciando por Túquerres la capital de la provincia de los Pastos de ese entonces. 

La Real Audiencia de Quito se respaldó en la iglesia para garantizar así su autoridad, continúa su relato el historiador León Guerrero: “El Decreto llegó a manos del Corregidor Rodríguez Clavijo y éste comisionó a su hermano Atanasio para que pasase a Guaitarilla y lo entregase al cura Fray Jacinto Rivadeneira, eclesiástico que prestaba sus servicios en dicha parroquia.”

Y fue en Guaitarilla, la primera población donde se dio lectura al decreto, el 11 de mayo de 1800 para ser más exactos y en el marco de la celebración de la misa dominical, cuando el padre Rivadeneira anunció que debía dar a conocer lo contenido en el documento por orden del Obispo. 

“La reacción fue inmediata, todos los devotos oyentes de la misa se pusieron a gritar ferozmente, lanzando amenazas terribles para el caso de que el cura insistiese en hacerla pública, pero el obediente sacerdote se empeñaba en cumplir la orden, aunque la calidad del desafuero era espina para despertar prudencia”. Escribió Guillermo Narváez Dulce en su libro “Guaitarilla en la Rebelión de Los Clavijo”.

El párroco no pasó de leer los primeros considerandos cuando salió una fuerte protesta por parte de los asistentes y de la multitud salieron Francisca Aucú y Manuela Cumbal, le arrebataron el documento y rompiéndolo gritaron “¡Abajo el mal gobierno!”.

Desde ese momento fue tragedia y violencia en esta zona del sur del país, el descontento salió a flote, protagonizado principalmente por los indígenas que constituían casi el 90% de la población, quienes estaban esperando tan solo un motivo para encender la mecha que daría salida a sus peticiones contra los abusos exagerados cometidos en nombre de la máxima autoridad representada en el corregidor Francisco Rodríguez Clavijo y sus hermanos. 

Con el movimiento iniciado en Guaitarilla, las regiones del sur vecinas de Túquerres y sus habitantes iniciaron una fuerte lucha contra la corrupta administración de los funcionarios Clavijo, quienes no solo maltrataban a la población, sino que también extorsionaban y aprovechaban su poder para apoderarse de las propiedades de otros. 

Mientras tanto en tuuerres….

“Los curas párrocos de los Pastos hicieron conocer en mayo de 1800, un nuevo impuesto que grababa hasta la venta de pollos, cuyes, cebollas y alfalfa.  La indignación no tuvo límites, los indios de Túquerres se reunieron en la quebrada del pueblo y avanzaron por una esquina de la plaza de la fábrica de aguardiente y el corregidor armado de una lanza, en unión de sus dos hermanos, entró al templo y se apostaron todos en el nicho de la Virgen.  Horas más tarde los indios entraron a la iglesia le quitaron la lanza a Clavijo, lo derribaron a pedradas, lo hirieron con su propia lanza y luego lo destrozaron en medio de la iglesia. Lo mismo le paso a Atanasio, Martín pudo huir disfrazado con una capa de bayeta”, comentó Fernando Jurado Noboa, historiador ecuatoriano en su ponencia “Dos Versiones Inéditas sobre Los Clavijo”.

“El ataque a los Clavijo no fue de ninguna manera un acto repentino, los indios asumieron diez años de explotación y de conflicto.  Quizá el grupo de blancos, hidalgueados y de mestizos, estuvo de acuerdo con el brutal, aunque merecido asesinato.  De allí que habría que asumir el dicho de los pastusos: Los Clavijo y Sucre no fueron asesinados, sino simplemente ajusticiados.” Expresa Jurado Noboa. 

Después de esta tempestad llegó una supuesta calma, pues con ello también llegó el aumento del tributo de indios.  El historiador pastuso expresó “a los indios de Túquerres se les aumentó el tributo en dos pesos más, para el pago de perjuicios por su insurrección.”

Con este hecho, en la capital de la Provincia de los Pastos se dio el denominado último levantamiento comunero del territorio de la Nueva Granada, luego ya vinieron los grandes movimientos independentistas que estremecieron a todo el continente, en busca de la libertad e independencia. 

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