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La niña que desafió al racismo

Todo el mundo recuerda la foto de una pequeña afrodescendiente fuertemente escoltada para salir de su escuela un 14 de noviembre de 1960, Ruby Bridges se convirtió en la primera mujer estadounidense negra en entrar a hacer parte de un colegio exclusivo para blancos en Nueva Orleans.

Pese a que desde 1954 la Corte Suprema había declarado la segregación racial cómo ilegal, solo hasta 1960 las escuelas de muchas comunidades del sur de Estados Unidos, fueron finalmente obligadas a aceptar a niños de color en los centros educativos.

Para la primavera de ese año sometieron a pruebas a niños negros de prescolar y aquellos que pasaron los exámenes, fueron repartidos en varias escuelas para comenzar clases en septiembre. A la edad de 6 años, Ruby comenzó su primer grado en la escuela pública William Frantz.

Ya son casi 30 años de una misión que comenzó a sus seis años y que sigue como el objetivo de su vida ahora que tiene 60 años, cumplidos el pasado 8 de agosto.

Ruby recuerda que ese 14 de noviembre el carro de la policía en el que iban ella y su mamá, se paró cinco cuadras antes de llegar a la escuela, donde les informaron que iban a ser escoltadas todo el camino… “no tengas miedo. Puede haber algunas personas molestas fuera, pero voy a estar contigo”, fueron las palabras de su madre.

También recuerda los gritos enfurecidos de las personas y que cuando entró a la escuela supo que se encontraba vacía. La gente blanca en símbolo de protesta había decidió no llevar a sus hijos a la escuela. Tras pasar un tiempo en la rectoría del plantel, llegó una profesora originaria de Boston llamada Barbara Henry, quien sería la encargada todo ese año de darle clases, en completo aislamiento.

Sin embargo la cosa no paró allí, cada día durante ese año Ruby Bridges tuvo que soportar que le gritaran cosas horribles, ver muñecos negros dentro de ataúdes y soportar las amenazas que recayeron contra toda su familia y el despido laboral de su padre por estar en contra de la segregación racial y permitir que su hija hiciera parte de una escuela para blancos.

Pasó el tiempo y las burlas y amenazas comenzaron a ser cada vez menos. Llegó de nuevo junio y acabó el año escolar. Para cuando comenzó el segundo año, ya no había alguaciles escoltando a los estudiantes de color y tanto ellos como los blancos parecían estar en armonía estudiando en los mismos salones y con los mismos profesores.

El prejuicio se había venido abajo.

Años después, para 1993 cuando muere si hermano menor y debe hacerse cargo de la familia de él, regresa a ser voluntaria a la misma escuela en la que 20 años antes la ubico como protagonista de uno de los momentos más relevantes de la historia reciente de los Estados Unidos.

Dos años después, el psiquiatra Robert Coles quien la trató durante esos primeros y aterradores meses en primero de primaria, escribió un libro sobre ella y de nuevo el ojo de los medios se centró en esa niña menuda y nerviosa de las fotografías. Esto también sirvió para que se reencontrara con su profesora, la señorita Henry.

Desde ese entonces hasta ahora, las dos han girado por cientos de escuelas de Estados Unidos y el mundo, diciéndole no al racismo en las entidades educativas.

Conozca la Fundación Ruby Bridges.

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