Por: Javier Hernández
Entre el 1 y el 7 de julio de 1819 se llevó a cabo el difícil paso de las tropas libertadoras por esta región que, en su inmensidad, hace parte de los actuales municipios de Mongua, Socha, Tasco Jericó, Pisba y Socotá en el departamento de Boyacá.
Las incidencias de este hecho heroico hacen parte de la historia de la Campaña Libertadora, cuyo objetivo era invadir el interior de la Nueva Granada y terminar así con el dominio español en esta parte del virreinato. ¿Por qué fue tan difícil el paso que llevó al punto de la aniquilación al Ejército Libertador? Varias son las razones.
El Páramo
Esta región lleva el nombre del poblado que en aquel entonces no tenía más allá de 40 casas y que queda a mitad de camino incrustado en la cordillera. En esa época no se llamaba Páramo de Pisba, sino Páramo del Perro. Después fue bautizado con su nombre actual por Francisco de Paula Santander. Tiene una temperatura que oscila entre los 15 y 16 grados centígrados en las partes bajas y 5 grados centígrados en las cimas.
A este hecho hay que añadirle que julio es el mes cuando el invierno es más fuerte. A estas complejas condiciones tuvo que enfrentarse un ejército que venía de las tierras cálidas del Casanare, pobremente vestido, en muchos casos sólo una camiseta, un pantalón y unas sandalias.
¿Por qué tomar esta ruta?
El factor sorpresa era la clave. Los realistas no esperaban que la invasión al interior de la Nueva Granada se llevara a cabo por ahí, precisamente por esas condiciones climáticas y geográficas. En los meses secos el camino era utilizado para arrear ganado llanero. Pero en el invierno del mes de julio era prácticamente intransitable.
A diferencia de las otras tres rutas que podían tomarse para la invasión, esta era la única que no tenía presencia de las tropas españolas.
¿Qué le esperaba al Ejército Libertador?
Las tropas tuvieron que atravesar corrientes de aguas crecidas, terrenos pantanosos, una densa niebla y un terreno húmedo cruzado por vientos helados con la constante presencia de granizo. Además, en la cima, casi a 4 mil metros de altura, el paisaje era desolado y sin vegetación.
¿Cómo fue el paso?
Ante todo, hay que aclarar que previendo estas condiciones, el paso del Ejército fue por etapas. Había dos grupos: uno de vanguardia comandado por Santander y formado en su mayoría por neogranadinos, algunos de los cuales pertenecían a esa región y que por lo tanto estaba más acostumbrado a esas inclemencias. Tuvo bajas importantes y según el mismo Santander, la caballería que se encontraba en esta sección, al igual que el ganado, pereció en su totalidad.
La otra parte del Ejército era la de retaguardia, comandada por Bolívar. Estaba conformada por llaneros y por la llamada Legión Británica que venía marchando desde Venezuela. Este grupo tuvo la mayoría de las bajas, ya que sus miembros no estaban acostumbrados al fuerte clima del páramo. Muchos miembros decentaron incluso antes de comenzar la subida.
El paso del Páramo se realizó con las precauciones necesarias para tal evento. Se distribuyeron raciones de comida suficientes para dos días de marcha y los batallones irían escalonados de modo que en ningún momento dos batallones estuvieran al mismo tiempo llevando a cabo la jornada decisiva.
Pero incluso con estas precauciones, no se evitó que en el camino quedaran regados los cadáveres de hombres, caballos, mulas y ganado que hacían parte o acompañaban al ejército. También quedaron tirados en el camino fusiles y demás municiones.
Los testigos
Los dramáticos testimonios de los sobrevivientes hablan de las bajas causadas por el frio y cansancio extremo de la marcha. Muchos hombres se recostaban a descansar y a los pocos minutos morían.
Muchos cadáveres fueron depositados por orden de Bolívar en la que hoy se conoce como la Laguna del Soldado, en pleno páramo, y donde el pasado 3 de julio el Ejército Nacional rindió homenaje a los hombres caídos en una ceremonia solemne donde se develó un obelisco.
Para evitar más muertes, testimonios como el de Daniel Florence O’Leary, edecán de Bolívar, hablan de una particular forma para salvar a aquellos que se quedaban rezagados descansando previa la muerte: había que azotarlos con fuerza, con lo que se tuviera a mano, con el fin de animarlos a seguir caminando. Igualmente, el brandy que acompañaba a los hombres de la Legión Británica hizo su labor.
¿Qué pasó después?
La pesadilla terminó entre el 4 y el 7 de julio de 1819, cuando el Ejército Libertador llegó, igualmente de forma escalonada, a la población de Socha. Allí se recuperó y afrontó el mes que quedaba de campaña, el cual terminó el 7 de agosto con la Batalla del Puente de Boyacá.