"El Tour necesita campeones como Quintana", señala el máximo responsable de la ronda gala, que ve en el colombiano del Movistar las tres principales características de este Tour: la globalización, el relevo generacional y el ciclismo ofensivo.
"Si algo me ha gustado de este Tour es que se ha ganado al ataque. Cada plaza ha sido ganada como le gusta al aficionado, por delante, no por detrás, y eso es de agradecer", señala el director del Tour.
En la retina de Prudhomme, además de los muchos ataques de montaña, quedan las estrategias de equipo y, entre ellas, la etapa décimo tercera, con final en Saint-Amand-Montrond.
"Es la más bonita etapa en plano que recuerdo en toda la historia del Tour, es un ciclismo que no se veía aquí desde hace 40 años", rememora.
En ese ciclismo ofensivo, además del maillot amarillo, el británico Chris Froome, Prudhomme reserva un lugar de honor a Quintana, "un escalador de raza".
"Supone el retorno del ciclismo colombiano al Tour, que enlaza con los buenos resultados concedidos por los colombianos en otras carreras, en las clásicas ardanesas, en el Giro de Italia o en la Vuelta al País Vasco", agrega.
"Colombia es la leyenda de los escaladores. Primero fueron los italianos, luego los españoles y después los colombianos de los años 80. Quintana nos devuelve ese momento y, además, es un ciclista joven. Es algo formidable para el Tour", afirma.
Con 23 años, el ganador de la penúltima etapa en el puerto de Semnoz se enfundó el maillot blanco de mejor joven y el de puntos rojos de rey de la montaña. Además del derecho de ascender al segundo escalón del podium de París, un lugar que ningún sudamericano había pisado jamás.
A Prudhomme le crea cierto regocijo ver a Quintana subido al podium del centésimo Tour, porque lleva tiempo siguiendo sus pasos y porque antes del inicio de la edición al director del Tour le gustaba llamar la atención sobre el colombiano.
El ciclista del Movistar, representa junto con Froome (27 años) "la nueva generación que llega, que toma el poder", señala Prudhomme, feliz por ver un duelo que se perfila en el horizonte y ansioso porque dejen atrás "el viejo ciclismo" que tanto daño ha hecho a este deporte en forma de dopaje.
"Estoy convencido de que el ciclismo ha cambiado. No es un deporte perfecto, pero no merece ser tratado como lo es en la actualidad", asegura Prudhomme.
Siempre preocupado por abrir nuevos horizontes, al director del Tour le viene como anillo al dedo el podium de la centésima edición, con un británico nacido en Kenia en el primer escalón -nunca antes un hombre nacido en África había ganado el Tour- y un colombiano en el segundo.
"Pero es que, además, hemos tenido el primer maillot amarillo africano -Daryl Impey-, hemos tenido otro australiano,... yo creo que las fronteras del Tour se extienden y eso es bueno, siempre que se respeten sus raíces", afirma.
Las raíces las ha cuidado el Tour en esta centésima edición, que comenzó en Córcega, la única provincia francesa que le faltaba por recorrer y, de paso, la salida más meridional que nunca había tenido la ronda gala.
Para el año próximo, en busca de nuevos horizontes, el Tour se lanzará en la ciudad británica de Leeds, el inicio más septentrional de su historia.
Será el capítulo 101 de una aventura que comenzó en 1903 y que ha vivido todos los avatares de la historia.
Receloso de querer ver el futuro "que no siempre se cumple como uno lo imagina", Prudhomme se resiste a no ver en los años próximos un duelo entre Froome y Quintana.
"Me cuesta imaginar que no asistamos a lucha extraordinarias en la montaña en los años próximos. Habrá peleas formidables", sentencia. EFE