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La magia de la Navidad: una tradición que une familias y comunidades en Magdalena

En el departamento de Magdalena, las tradiciones navideñas toman formas únicas y fascinantes, desde el encuentro con la familia y el compartir con los vecinos, hasta la práctica de agüeros en los días de festín, hacen que la época sea más especial.
Celebración de Navidad en Magdalena
Créditos: Humberto Gámez
Diana Janine Camacho

Cada diciembre, la Navidad llega como un soplo de esperanza, marcando el tiempo del Adviento, un período que en muchos hogares se vive con una intensidad única.

Para muchas familias, esta es la época de celebrar no solo la tradición religiosa, sino también el encuentro familiar y comunitario, que da sentido al espíritu navideño.

En la casa de Miriam Escorcia, la Navidad comienza mucho antes del 24 de diciembre. Todo arranca con las novenas al Niño Jesús, un ritual que va más allá de la devoción.

"La novena es un encuentro no solo con la familia, sino también con la comunidad. Nos reunimos en los grupos eclesiales, en los barrios, alrededor del pesebre para adorar y esperar al Niño Jesús. Es un momento de unión, de compartir esperanzas y de recordar que no estamos solos en esta vida", cuenta.

En su hogar, la tradición no es solo espiritual, también es gastronómica. La mesa navideña es una explosión de sabores y generosidad. Desde temprano, los olores de tamales, natilla, pavo relleno y pasteles envuelven la casa.


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"Es fascinante, porque cada familia trae algo diferente y terminamos en una especie de competencia para ver qué plato se roba más elogios. Pero lo mejor no es solo la comida, es lo que representa: un esfuerzo colectivo por compartir y celebrar juntos", relata Escorcia.

Sin embargo, la magia de su familia no se queda en las cuatro paredes de su casa. Al día siguiente, parte de la comida se reserva para compartirla con aquellos que han recibido apoyo durante el año. Es un gesto sencillo, pero cargado de significado.

"Es nuestra forma de extender la celebración, de llevar un poco de esa alegría a quienes más lo necesitan", explica la señora Miriam con orgullo.

Y en medio de todo, los niños son los protagonistas. En un mundo que avanza rápidamente hacia lo tecnológico, Miriam se esfuerza por mantener viva esa chispa de inocencia en los más pequeños.

La noche del 24, las luces se apagan y los ojos de los niños brillan con la emoción de imaginar al Niño Dios trayendo regalos.

"Es una tradición hermosa. Les decimos que el Niño Jesús ya viene, que hay que esconderse para que pueda dejar sus regalos. Y de pronto, cuando regresamos, ahí están. Esa alegría en sus caritas es algo que no se puede describir", dice.

Así, la Navidad en este rincón del mundo no es solo una fecha, sino un conjunto de tradiciones vivas que une a familias, fortalece comunidades y llena los corazones de esperanza. Porque en medio de los tamales, los rezos y las risas infantiles, se teje año tras año una red invisible de amor y solidaridad que hace que cada Navidad sea especial.

En el departamento de Magdalena, las tradiciones navideñas también toman formas únicas y fascinantes.

Para Apolinar Venecia, coordinador de Cultura y Turismo del municipio de Aracataca, la Navidad no solo es una celebración de fe, sino una oportunidad para conectar con las raíces históricas y culturales.

"La Navidad, que viene de su origen latín y significa nacimiento, tiene una raíz profunda en la tradición cristiana. Bíblicamente, encontramos su referencia en el Evangelio de Lucas, capítulo 2, versículos del 8 al 14, donde los pastores reciben la noticia del nacimiento del Salvador. Es allí donde comienza la tradición del pesebre, que hoy en día forma parte central de nuestras celebraciones," explica.


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En Aracataca, la celebración incluye un énfasis especial en el Día de las Velitas, una tradición que data de 1854 cuando el Papa Pío IX proclamó la Inmaculada Concepción de la Virgen María.

"Encender las velitas no es solo un acto decorativo; es un homenaje a la Virgen María y una expresión de fe que reúne a las familias bajo la luz de la esperanza", añade Apolinar.

Pero la Navidad no sería completa sin los agüeros que llenan de color y alegría las noches decembrinas.

"Aquí en Aracataca, las familias más serias tienen a sus 'tías locas' que salen a comer 12 uvas para pedir un deseo por cada mes del año, o corren con maletas alrededor de la cuadra para atraer viajes. Estas costumbres reflejan el humor y la creatividad de nuestra gente", comenta entre risas, recordando otras prácticas como decorar con espigas para simbolizar la abundancia o incluso usar ropa interior amarilla para atraer la buena suerte.

Más allá de los agüeros y las luces, Apolinar destacó el verdadero espíritu de la Navidad.

"No importa si se celebra el 25 de diciembre o cualquier otro día; lo importante es el mensaje de unidad, reconciliación y amor que representa el nacimiento de Jesús. Es una época para reflexionar, perdonar y compartir, valores que trascienden las fronteras de la religión y unen a las comunidades en un propósito común", dice.

Desde las novenas en familia hasta los agüeros llenos de alegría, la Navidad en el Magdalena es un caleidoscopio de tradiciones que, sin importar cómo se celebren, tienen un mismo propósito: unir corazones y recordar que en el amor y la solidaridad, reside la verdadera magia de estas fiestas.

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