En la costa pacífica nariñense, los poderes curativos de las plantas medicinales se manifiestan a través de las tradicionales botellas curadas o del curao. Las familias del municipio de Tumaco han confiado el cuidado de su salud física y espiritual en esta bebida ancestral de los pueblos afrodescendientes por más de 300 años.
Hellen Janeth Cabezas, quien desde hace 10 años emprende con la preparación de las denominadas botellas curadas, asegura que los secretos para preparar un buen curao los aprendió de sus abuelas Rosalba Angulo y Marciana Cabezas. De aquellas enseñanzas jamás olvidará que la calidad de una botella curada también depende de los sentimientos de la productora, es decir, que según sus creencias, la nobleza, la bondad y la comprensión, entre otras virtudes humanas, se impregnan de la bebida.
Si bien es cierto que el curao tiene como base el viche, que se obtiene a partir del jugo de la caña, subraya que no todas las productoras tienen la misma virtud para preparar esta bebida ancestral que, en determinadas ocasiones, se utiliza para tratar miomas, quistes, problemas de infertilidad o mordeduras de serpientes.
De igual manera, asegura que las botellas curadas están llenas de muchas sorpresas, pues, dependiendo de la fe que le ponga la persona que va a beber la sustancia y del amor que le haya impreso quien la produjo, puede curar muchas dolencias e incluso enfermedades que algunas personas ni siquiera sabían que el curao las iba a sanar.
El curao es una bebida que, aparte de ayudar a cuidar la salud, también contribuye con la sanación de los territorios, porque mientras unas familias siembran la caña, otras la cosechan para la obtención del jugo que, posteriormente, se transforma en viche. Desde su origen, Hellen subraya que el curao es símbolo de unidad y bienestar.
Salvaguardan costumbres
“El curao es una bebida muy antigua que, desde hace más de 500 años, nos dejaron como herencia nuestros ancestros procedentes de África para salvaguardar nuestra salud, teniendo en cuenta que en ese entonces no tenían acceso a las medicinas tradicionales que requerían para alcanzar el bienestar físico y emocional”, destacó la joven emprendedora.
Frente a las difíciles situaciones que vivieron sus antepasados, recordó que la mayoría de ellos se ingenió la manera de fermentar con el viche diversas plantas medicinales. Una de ellas, que según Hellen tiene vigencia entre las productoras del curao, es la denominada ‘Amargo Andrés’, la cual asegura que, por sus propiedades diuréticas, limpia los riñones.
Asimismo, indica que, mientras la borraja ayuda a limpiar las paredes intestinales, el anamú contribuye con la limpieza de los pulmones. Aunque destaca que son cientos las hojas y tallos de plantas medicinales que se mezclan con el viche y que tienen grandes bondades para la preservación de la salud, sobresale también ‘el bejuco del sol’ y las infaltables plantas de azotea como la manzanilla.
Dependiendo de la transformadora y de sus cualidades morales, manifiesta que una botella de curao puede contener entre 20 y 30 plantas medicinales. Además, asegura que cada envase que contiene la bebida tradicional que reposa en los anaqueles de su emprendimiento, conocido como la ‘Casa del Curao de Hellen’, es muy especial porque siempre está a la espera de aquel hombre o mujer que encuentra en ella el fin a sus dolencias físicas.
Las habilidades que despertó a lo largo de la primera década que lleva produciendo la bebida ancestral le permiten preparar un curao en 15 minutos. Aunque el proceso para la preparación es muy corto, argumenta que la fase de fermentación demora hasta 8 meses y, según ella, cuanto más tiempo de maduración alcance, es mejor.
“Esta es una bebida que hace parte de nuestras tradiciones y cuya preparación está en manos de la mayoría de mujeres, por eso no puede faltar una botella de curao en las familias de los barrios 11 de Noviembre, Florida, Exporcol, Ciudadela y Brisas del Aeropuerto, entre otros sectores urbanos y rurales de la región”, indicó.
Tradición familiar
Cuando tenía 10 años de edad, Gisela Quiñones, otra productora de curao, recuerda que su abuela Francisca Angulo reunió en el mentidero a todos sus hermanos y, luego de una breve charla sobre la vida, tomó entre sus manos un manojo de altamisa, de la cual les enseñó las principales propiedades medicinales que tiene para reducir los dolores menstruales y calmar los dolores de cabeza.
De ese entonces, trajo a su mente aquellos momentos en los que recuerda que su abuelita sacó de un viejo armario de madera una botella que contenía una verde sustancia que se mezclaba con pedazos de ramas de plantas aromáticas, incluidas las de altamisa. Una vez, Francisca agarró una copa y la llenó de la bebida tradicional, la pasó entre cada uno de sus nietos para que bebieran un sorbo.
En aquella ofrenda, Gisela destaca que su abuela les enseñó que la planta de altamisa contenida en una botella curada sirve para purificar la sangre, limpiar los pulmones e intestinos.
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Tras esas enseñanzas, afirma que en las chagras, parcelas o azoteas de las familias residentes en Alto Mira y Frontera no faltan las plantas de altamisa.
“Esta es una antiquísima bebida tradicional que, con el paso de los años, se resiste a desaparecer porque se posicionó en la comunidad y, además, porque hace parte de todas las familias afrodescendientes de la costa pacífica colombiana. Ahora, cuando el Gobierno Nacional expidió un decreto que reglamenta la Ley del Viche y que, además, define acciones para promover y preservar esta bebida tradicional del Pacífico, las tumaqueñas que nos dedicamos a la producción del curao estamos más contentas que nunca”, dijo Gisela.