En Colombia existen tres grandes grupos étnicos: los pueblos indígenas (115), las comunidades afrocolombianas que incluyen (Negros, Raizales, y Palanqueros), y el pueblo Rom o Gitano.
Debido a esta diversidad en el país se registran 68 lenguas nativas, de las cuales 65 son habladas por comunidades indígenas, una lengua propia de la población afro de San Basilio de Palenque; la creole del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, la romaní del pueblo gitano y el lenguaje de señas.
De acuerdo con las proyecciones del DANE, Chocó tiene 595,138 habitantes, de los cuales, el 85% pertenecen a la etnia afrocolombiana, el 5% son indígenas y el 10% es población mestiza.
De acuerdo con esta misma entidad, el municipio de Bojayá tiene 13,479 habitantes, de los cuales el 49.0% son indígenas, el 50.0% son afros y el 1.0% son mestizos.
Los indígenas viven en 42 comunidades que conforman 10 resguardos y se agrupan en 6 asociaciones locales; los afros descendientes y mestizos viven en 18 consejos comunitarios; todos estos sistemas políticos de organización propia ratificados por las leyes del país.
José Luis Dogiramá, uno de los líderes y guardián de la cultura ancestral, asegura “nosotros tenemos en conservación un ochenta por ciento de la cultura, mantenemos la forma de trabajo, la alimentación, la vivienda, la vestimenta y la lengua propio”, afirma.
La alimentación se basa en los cultivos propios, la casa y la pesca “de los plátanos hacemos bebidas como la chucula (Matú), cuando están maduros y eso nos permite tener fuerzas para trabajar, dijo el líder indígena.
El arroz y maíz también hacen parte fundamental de la gastronomía indígena y alrededor de las cuales se generan manifestaciones culturales como la minga “de estos dos granos hacemos la mazamorra o guate en lengua embera y la chica”, cuenta; esta última es utilizada también para los rituales religiosos y festejos comunitarios.
Otro elemento indispensable en la cultura embera es la pintura corporal que se hace conforme al pueblo a las necesidades y ocasiones que afrente los individuos o las comunidades “nosotros la clasificamos en dos la facial y la corporal; la facial la utilizan los eyabida que son de Antioquia y los catios del alto Atrato, los embera dobida (gente de río) utilizamos las dos”, explica José Luis.
Esta pintura se hace por belleza, salud y como duelo “las mujeres la utilizan como un maquillaje y la decoración del cuerpo y cada una tiene su significado, cuando una persona enviuda o una mujer tiene su primera menarquia se pinta todo de negro; cuerpo y la cara. Cuando es para un rito el jaibana y los ayudantes se pintan de figuras y cada una con su significado”, asegura.
El nacimiento también es algo especial por lo que la pintura hace parte esencial de la preparación que se hace a los bebes para asegurar que tenga una buena salud de la piel “se pinta con una dosis especial para que el niño este sano y fuerte, evitando los problemas de la piel”, narra.
Su relación con el río es tan importante que todas sus actividades están ligadas a le por ellos construir las embarcaciones para transportarse constituye una actividad indispensable en la vida de los pueblos “cuando ya cumple el ciclo y se convierte en hombre se va al monte con el padre y selecciona le árbol, se escoge el tiempo para tumbarlo y la tipología de labranza, puede ser en forma de cangrejo, de figura de pato y eso depende del criterio de los viejos”, concluye.
En las comunidades de Bojayá la gastronomía es la base fundamental de la organización familiar, en torno a la cocina se reúnen para solucionar problemas, realizar proyectos y transmitir los saberes a los menores de edad.
“Nosotras estamos trabajando en la transmisión los beneficios de las plantas ancestrales en alimentación y la medicina”, afirma Mará Eugenia Velásquez, lideresa de la organización de afrodescendientes mujeres resistentes de Bojayá (MUREBE).
Estos conocimientos que permiten y siguen promoviendo una mejor calidad de vida de las comunidades reflejan la identidad de un pueblo que ha liderado diferentes luchas por mantener vivas sus tradiciones generadoras de bienestar.
“Nuestros abuelos cocinaban con las hierbas de las azoteas y jamás sufrían de dolencias, mareos y colesterol; ahora eso es muy común, la cocina tradicional no solo es cultura también sirve mucho para la salud”, afirma la lideresa.
Actualmente, las organizaciones afro e indígenas del municipio de Bojayá están trabajando para dinamizar la agroalimentación por medio del fomento de la cocina tradicional como medida de salvaguarda de la identidad cultural.
Las ferias y fiestas sirven para promover la identidad y la integración de los pueblos afro e indígenas que nos solo han llegado compartir territorios, si no también algunas manifestaciones culturales.
En La Loma, Bojayá, se celebran las fiestas de la diversidad cada año del 12 a 16 de octubre, donde afro e indígenas se integran a vivir la cultura “es una semana en la cual las comunidades se unen para reflexionar sobre la cultura y tratar de rescatar los valores culturales que se están perdiendo en el departamento del Chocó”, cuanta Ludys Luciel Mena, la organizadora.