En el piedemonte amazónico colombiano, la danza de los solariegos Sanjuanes y de los originarios Matachines marcaron las tradiciones del pueblo indígena Kamentzá; cuyos integrantes las perpetuaron en máscaras repujadas en la madera.
Ese milenario oficio hace parte de su diario vivir y por eso en cada máscara de sauce o urapán que esculpe Germán Maigual Juajibioy; transmite la nostalgia y la felicidad entre otros sentimientos que identifican a su pueblo asentando en el municipio Sibundoy, Alto Putumayo.
Para este “cacique de las tradiciones ancestrales”, sus máscaras y esculturas narran sensibles momentos espirituales que se viven al tomar el zumo de la planta de yagé. Por eso asegura que cada vez que se bebe esa sustancia, es cuando se conoce la imponencia del jaguar, la sabiduría del oso de anteojos y la libertad del halcón.
“Pero a la vez, cada imagen labrada en la madera guarda una intrínseca relación entre la madre naturaleza y nuestros abuelos sabedores. Por eso es imposible olvidar los ritos y otras celebraciones que hace más de 4 siglos nos unen por influencia del Inca Huayna Cápac y que aún tienen vigencia”, recordó.
Una de aquellas ceremonias tiene que ver con la celebración del tradicional Betsknate que en la lengua materna del pueblo Kamentzá significa Día Grande, rito en el que Germán Maigual recalca que dicha fiesta suele celebrarse antes del miércoles de ceniza y que en ella se agradece a la madre tierra por las cosechas, el reencuentro y el compartir con las familias.
En esta celebración no faltan las máscaras para contagiar de alegría y transmitir los buenos sentimientos que identifican al pueblo Kamentzá.
También le puede interesar: Matronas de Arauca, una inmersión en los saberes ancestrales de las mujeres raizales del territorio
Arte y sabiduría
“Esa es una fiesta ancestral que se comparte sin egoísmo entre los pueblos Inga y Kamentzá, porque con ella se conmemora el día del perdón y la reconciliación. Es en sus bailes, cuando las máscaras de los Matachines y Sanjuanes nos contagian de alegría, purifican el espíritu y nos llenan de sabiduría”, dijo.
Cada una de ellas está cargada de misticismo y lleva tonalidades que las diferencian entre sí. Mientras las máscaras de los Matachines son rojas y representan el sol, las máscaras de los Sanjuanes que generalmente son negras; simbolizan la noche, sin embargo su significado ha evolucionado con el paso del tiempo.
“Por ejemplo hasta hace unos años, con dichas máscaras se representaba al vecino que tenía una nariz muy pronunciada, al abuelo que tenía la boca muy grande o al tío que tenía el ceño demasiado fruncido. En fin, son varias las representaciones que se hacen para danzar y cumplir con los pagamentos”, explicó.
Binynayenan – Luz de Vida
Su casa taller que lleva por nombre Binynayenan que en su lengua nativa significa luz de vida, está ubicado en la vereda San Félix a 30 minutos del parque principal del municipio de Sibundoy. En su recinto jamás faltan machetes, hachas, serruchos, reglas y lápices de grafito rojo para repujar sobre el urapán a músicos, danzantes y chamanes.
En cada obra invita a volver a las tradiciones ancestrales y aunque afirma no estar convencido de que se rige por una técnica, si está seguro que cada temática surge de todos los quehaceres diarios que ha aprendido de sus abuelos y taitas.
Las habilidades que ha desarrollado para vaciar la madera con ayuda de la gubia de cuchara le han permitido representar a la tulpa y al sayo. Pero así mismo sus esculturas que llevan por título “Flautero”, “Maternidad”, “Taitas Cantando”, “Taita Jaguar” y “Taita Oso” han permitido a Germán participar en exposiciones que han tenido como escenario Sibundoy, Colón, Mocoa (Putumayo), Pasto (Nariño), Popayán (Cauca), Medellín (Antioquia), Bogotá (Cundinamarca) y Neiva (Huila).
“Esas tradiciones que muchas veces no se valoran en nuestra propia tierra, son muy apreciadas en el extranjero. En determinadas exposiciones nacionales me he topado con japoneses, europeos y estadounidenses que tiene mucho interés en conocer las tradiciones de nuestros pueblos indígenas a partir de la talla en madera”, dijo.
Germán quien actualmente tiene 31 años de edad comenzó a tallar la madera cuando tenía 15 por influencia del taita Luis Pujimuy quien actualmente continúa rindiendo homenaje a las tradiciones de los pueblos indígenas del alto Putumayo.
El tamaño de sus esculturas varía de acuerdo a la temática, pero generalmente están entre los 2 y 3 metros de altura. Aunque confiesa no recordar la cantidad de esculturas talladas hasta la fecha, si tiene bien claro que a lo largo de sus 15 años de labrar la madera ha elaborado más de 2.000 máscaras cuyas medidas oscilan entre los 50 y 70 centímetros de diámetro.
Desde los 15 años Germán Maigual comenzó a tallar las tradiciones de Sibundoy, en Putumayo.
Las máscaras y esculturas alusivas a los Matachines, recrean la historia de Sibundoy.
En sus obras, Germán Maigual también rinde homenaje a la naturaleza y al pueblo Kamentzá.