La música vallenata para los niños del departamento del Cesar no solo es un vehículo transmisor de emociones y alegrías, también es la oportunidad de desarrollar el talento natural que se alimenta al contemplar la belleza de los entornos y los paisajes entregados por la Sierra Nevada de Santa Marta y la Serranía del Perijá.
Y es que, en lo alto de estos macizos montañosos, allá en la zona rural, existen niños campesinos que son laboriosos y que poco a poco han ido despertando sus sentidos educados por el canto de los pájaros y el ruido propio de la naturaleza para llevarlos a la sonoridad musical.
En esa tarea de encontrar y formar talentos lejos de las ruidosas calles de Valledupar se han dado líderes comunales que, inquietos musicalmente, han conformado escuelas para darles la oportunidad a niños provenientes del campo, indígenas y hasta migrantes de perfeccionar su talento natural y aprender a tocar un instrumento.
Escuela Son De Paz, San José De Oriente, Cesar
La escuela de formación Son de Paz se encuentra en el corregimiento de San José de Oriente, zona rural del municipio de La Paz, Cesar. Atiende a niños, niñas y jóvenes del antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación de la vereda Tierra Grata enseñando música, artes escénicas, normas de convivencia y ayuda a que estos desarrollen diversos talentos.
“Es una idea que nació en el año 2018 de la mano del artista César López, autor de la escopetarra. La escuela tiene como objetivo trabajar todo el tema de construcción de paz en los territorios y la no estigmatización con la población de excombatientes y sus familias, además de realzar los talentos locales”, dijo Duvan Suarez Bohórquez, coordinador de la escuela.
En la vereda Tierra Grata se atienden 22 niños y en San José de Oriente 25 menores de origen campesino. Los menores hoy reciben formación en música, guitarra y técnica vocal. Muchos de los jóvenes no cuentan con recursos económicos para pagar por estas clases de manera particular y en la zona rural es muy difícil que lleguen profesores calificados (…) para darles una oportunidad de inclusión social nació la escuela, aseguró Duvan Suarez.
También reciben instrucción en psicología, equidad de género y otros temas para que los niños aprendan, en territorios que estuvieron dedicados a la violencia, que todos son iguales, tienen los mismos derechos y que se abra paso a la reconciliación para construir en conjunto la paz.
Valery Rangel, de 12 años, hija de unos caficultores, es una de las niñas beneficiadas; asegura que aprender en la escuela a tocar la guitarra y sobre técnica vocal le ha ayudado no solo a explorar su talento sino a cumplir sus sueños y a formar su identidad cultural.
Escuela Talento Vallenato, Rafael Escalona en Valledupar
Son 255 niños los que atiende la Escuela Talento Vallenato, Rafael Escalona de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata. Estos niños y niñas reciben formación musical con instructores calificados en el colegio Francisco Molina Sánchez y en el Milciades Cantillo Costa de Valledupar y la vereda Las Casitas.
“Lo que queremos es que estos niños a través de la música encuentren un espacio de convivencia, un espacio de goce y disfrute y que el tiempo y el espacio se les convierta en un arte u oficio que ellos puedan devengar recursos dentro de una profesión sana, de valores éticos y morales para construir sociedad”, dijo el profesor Roberto Ahumada, director de la escuela.
Son niños de bajos recursos a los que se les brinda una oportunidad de inclusión social de aprender a tocar un instrumento y formarse para las competencias de la vida y que entiendan que ellos pertenecen a una sociedad donde hay derechos y responsabilidades.
Arukin Torres Conde es un niño arhuaco de la Sierra Nevada, tiene 12 años y comenzó a tocar acordeón a los nueve años.
“La música nos gusta mucho en nuestra etnia y en la escuela estamos aprendiendo a ejecutar el vallenato auténtico con buenos profesores”, expresó.
Fundación Carlos Castillo, Agustín Codazzi
Carlos Castillo inició la escuela hace unos 30 años. Él es un hombre que, bajo la gracia de Dios como él mismo afirma, se dedica a enseñar música a niños campesinos, muchos de ellos de escasos recursos que se desplazan desde la Serranía del Perijá para recibir sus clases y que tienen mucho talento para la música.
“A lo largo del tiempo he visto muchos niños que han llegado rebeldes y que a raíz de la música y la interpretación de la guitarra se han transformado y le han dado mucho valor a lo que han aprendido”, apuntó Castillo.
Cerca de 60 niños están recibiendo formación en guitarra y técnica vocal. “Hay niños que desarrollan el talento más rápido que otros. Muchos vienen de familias muy vulnerables y no tienen instrumentos, aquí les brindamos el apoyo e incluso arreglamos guitarras para que ellos puedan usarlas y nos ha dado muy buenos resultados. La música saca a los niños de depresiones, bajos estados de ánimo o conflictos familiares”, aseguró Carlos Castillo.
Cesar Camilo Rueda hace parte del proceso de formación musical de la Fundación y en sus palabras, “estamos demostrando nuestro talento y nos estamos ocupando en algo productivo”.
Centro de Formación Artístico y Cultural Humberto Mendoza Ríos, La Jagua de Ibirico
En el municipio de La Jagua de Ibirico se desarrolla un proceso educativo – musical por parte de la Casa Municipal de Cultura, con niños de la zona rural de los corregimientos La Palmita, La Victoria de San Isidro y Boquerón creando semilleros para que niños, niñas y adolescentes tengan la oportunidad de ampliar sus conocimientos en guitarras, tamboras y todos los instrumentos que hacen parte de la identidad cultural de esta zona minera del departamento del Cesar.
“Tenemos un proceso de formación en la zona urbana y rural, hay mucho talento en las veredas en danza folklórica, artes plásticas, teatro, acordeón y guitarra. Son niños que viven en corregimientos que fueron golpeados por la violencia y que la cultura ha permitido crear espacios nuevos de esperanza y reconciliación”, señaló el coordinador de cultura William Mendoza Ortiz.
Para estos gestores culturales la música es una herramienta poderosa y sensibilizadora que permite a los niños envolverse en un ambiente de aprendizaje constante, sin importar el estrato social, que además da identidad, proporciona un lenguaje musical para el desarrollo de aptitudes y talentos.