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Juan David Atencia, la historia del joven que ahora llaman el ‘Leandro Díaz moderno’

Ya son 17 años con el acordeón en el pecho. Desde su nacimiento no cuenta con el sentido de la vista, pero su alma sale un talento innato para tocar el acordeón.
Acordeonero invidente Juan David Atencia, el Leandro Díaz moderno
Foto: Tatiana Orozco
Tatiana Orozco

“Mi mamá tuvo dos partos de mellos. Mis hermanos, cinco años mayores que yo, son mellos y yo lo soy con mi otro hermano Carlos Daniel, que también es ciego. Yo salí primero, me adelanté en la carrera”, dijo en medio de una gran carcajada Juan David Atencia cuando relató lo que sucedió el lunes 14 de junio de 1999 en Santa Marta, fecha en la que llegó al mundo, un día antes de cumplir siete meses en el vientre de su madre, Gloria Berrío Caballero.

Mientras su mamá atendía baños públicos en El Rodadero y su papá Juan Carlos Atencia servía al país como soldado en el Ejército Nacional, Juan David quedó en manos de sus abuelos.

Edilberto Rodríguez, su abuelo, trabajaba como capataz en la finca El Ingenio en El Difícil, Magdalena, por lo que desde los 3 años Juan David aprendió a convivir mucho más con la naturaleza, a amar el sonido de los animales y a jugar con todo lo que se le acercara en esa zona.

“Mi primera llamada de atención de la música fue en las corralejas de ese pueblo, escuchaba a las bandas y cuando estaba en la finca imitaba los sonidos de la música de viento. Mi abuelo tenía un radio y ahí escuchaba de todo. Tomaba los cuchillos de la casa para hacer ruidos, luego unos palos y sacaba el ritmo. Me gustaba la champeta y el vallenato de Diomedes Diaz. Yo cantaba hasta los saludos”, contó Juan David Atencia.

Juan Carlos Castro, dueño de la finca, se dio cuenta rápidamente de la sensibilidad de Juan David por la música. Decidió obsequiarle un tambor de cuero de chivo, objeto que acompañaba día y noche al niño que se perdía entre la maleza para sentir el juego del viento y las hojas. Para él esa era la felicidad.

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Foto: archivo personal

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Tras la venta de la finca, el abuelo Edilberto tuvo que salir de allí, después estuvo unos meses en otras haciendas de la zona hasta que recibió un llamado del hacendado Armando Morelli Socarrás para que trabajara en su estancia agropecuaria en Valledupar.

Fue así como a los 6 años Juan David Atencia llegó a la capital mundial del vallenato. “En la finca La Playa del doctor Morelli también usaba el tambor, a él le llamaba la atención que un niño como yo tuviera esos alcances. Un día me llevó a la Academia del Turco Gil y ahí empezó todo. Dios siempre ha puesto personas en mi camino que me ayudan y me apoyan”, comentó el joven artista.

Y ese fue uno de los días más importantes en la vida de Juan David Atencia, el momento en que conoció a Andrés el ‘Turco’ Gil, su maestro, a quien quiere como a un padre. “Cuando me presenté ante él me dijo que no iba a perder su tiempo enseñándome a tocar la caja, que yo debería aprender a tocar el acordeón. Y así fue”, agregó Atencia.

Al inicio, no fue tarea fácil acostumbrarse al ambiente de la academia debido a que venía de una zona silenciosa, llena de naturaleza, poca gente y donde podía durar horas escuchando el sonido del agua caer y las vacas merodear por el lugar. Ahora no solo tenía que concentrarse, sino aprender a convivir con otras personas y el ruido. No fue un obstáculo para él, porque desde el principio se destacó entre los demás estudiantes.

“Es que la vida mía era correr en la finca, sentarme al lado de la alberca y estar pendiente de las vacas que tomaban agua ahí. Eso para mí era felicidad. Por eso, el primer día que llegué a la academia me sentí aturdido, escuchaba mucha bulla, hasta lloré, me quería devolver a jugar a la finca, pero al final me adapté, siempre he sido muy amiguero y encontré mi hogar aquí”, dijo.

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Foto: archivo particular

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A los 6 meses, Juan David Atencia tenía un buen nivel interpretando el acordeón, por lo que ingresó al grupo ‘Los Niños del Vallenato del Turco Gil’, le hicieron el uniforme de color amarillo y lo presentaron ante el mundo. “Recuerdo que mi primer toque fue en mi tierra, Santa Marta, yo no sufría de nervios, no sabía qué era eso. Toqué El Tigrillo de Diomedes, por eso me decían así, fue muy emocionante. Todos me mostraron su cariño”, expresó alegre.

Juan David relata que, aunque nació sin el sentido de la vista, cuando era niño podía “distinguir la luz de un foco”, pero ahora no. Esa condición le ayudó a afinar el oído, situación que le da ventaja al momento de hacer música. “Como no puedo guiarme por lo que mis ojos vean, entonces me toca analizar las cosas más allá de lo que son. No puedo decir que alguien camina feo, pero sí siento cómo se comporta, cómo habla, qué me demuestra, el aura que tiene. Eso sirve mucho”, explicó con contundencia el joven samario.

Con tan solo 11 años Juan David participó en el 44 Festival de la Leyenda Vallenata en la categoría Canción Vallenata Inédita interpretando el tema ‘Ciegos Nosotros’ de la autoría de Adrián Villamizar, quién al final se quedó con el primer puesto en ese 2011. Ese día fue emocionante para él, debido a que todos ganaron.

“Yo canté con Carmen, otra niña invidente. Después de eso probé un poco de la fama porque al día siguiente estábamos en una presentación y el maestro Turco me había prometido comer helado al terminarla y que iríamos a los carros chocones. Pero todos querían fotos conmigo y no me dejaban. Creo que en una de las fotos salí con la cara arruga’”, dijo riéndose.

 

Tras 17 años de estar con el acordeón en el pecho, Juan David Atencia ha conocido muchos lugares y países, como Nicaragua, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Venezuela, Alemania, Roma, Escocia, Suiza, Londres, Inglaterra, Honduras, Salvador, Noruega y Rusia. “La música me lo ha dado todo. Yo soñaba con conocer la nieve, por eso me encantó cuando fuimos a Rusia, me sentí excelente. Tenía frío, pero la ventaja era que me podía tapar los ojos (riéndose), ese día la conocí y fue especial”.

Su estilo único lo ha llevado a ganarse el corazón de miles de personas que hoy lo ven como el ‘Leandro Diaz moderno’, porque al igual que el compositor de ‘Matildelina’ puede ver con los ojos del alma. Ahora no le tiene miedo a nada, además de interpretar el acordeón canta, versea, se le mide a componer y hasta a la actuación, ya que ha hecho personajes en producciones como Diomedes Díaz y, recientemente, Leandro Diaz.

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Juan David actuando/Foto: archivo personal

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Pero no todo ha sido color de rosa para Juan David, a su corta edad ha tenido que vivir alejado de sus padres y sus hermanos, aunque rodeado de mucho amor. Precisamente, una de las pruebas más duras que tuvo que fue despedir a los seres que le dieron todo.

Su abuela murió de cáncer cuando tenía 7 años y su abuelo Edilberto Rodríguez también se fue cuando apenas llegaba a los 11 años. “Cuando mami falleció no me dio tan duro porque estaba muy pequeño. Pero cuando abuelo se enfermó de cáncer en el estómago, fue muy duro para mí. Fue un tiempo en el que me alejé de la música, no me salían las notas como eran, me descuidé, no tenía quién me regañara. Mi nivel había bajado. Me hubiera gustado que mi abuelo me viera ahora”, sostuvo Atencia.

En pleno sepelio, sus papás hablaron con El Turco Gil, acordaron que Juan David siguiera con la música y se quedara en Valledupar. Desde entonces este joven promesa del vallenato vive con Leina Rodríguez y su esposo Álvaro Iguarán, quienes lo han acogido como otro de sus hijos. Una familia que le da amor y lo guía para cumplir sus sueños.

“Yo los quiero mucho. Aprendí a leer y escribir en braille -letras en relieve-; me gradué de bachiller en el colegio José Eugenio Martínez, me gradué en medio de la pandemia (2020). El grado no fue como yo quería, pero bueno. Ahora vivo en Riohacha, estoy estudiando Licenciatura en Música, voy por el quinto semestre”, comentó.

Ahora tiene seis acordeones, muchos sueños e ilusiones y es ejemplo para todos. Un gran grupo de personas cree que este joven dejará una huella imborrable en la cultura vallenata, que pocos logran hacer.

“Con todo respeto, va a ser de lo más grande que va a tener el folclor, toca acordeón bien, versea, compone, es un potencial desde que llegó a la escuela. Es muy inteligente, tiene buena destreza, sus dedos tienen gran soltura, tiene ingenio para crear pases en el acordeón, es melodioso, tiene nota picaresca, swing, además de una voz agradable, tiene magia”, dijo orgulloso su maestro El ‘Turco’ Gil.

Juan David Atencia tiene actualmente 23 años y un objetivo entre ‘ceja y ceja’, lleva meses practicando y preparándose para lo que viene. Este año, se presentará en el 56 Festival de la Leyenda Vallenata como acordeonero en la categoría profesional. Un espacio donde sin duda no pasará desapercibido. “Voy a divertirme, me dicen que soy inmaduro porque vivo riéndome. Pero es que vivo el momento, yo prefiero ser feliz”, concluyó Juan David con una sonrisa.

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