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Elegía a Jaime Molina, un elogio a la amistad

‘Elegía a Jaime Molina’ de Rafael Escalona es considerada uno de los ejemplos más sublimes del valor de la amistad en el folclor latinoamericano.
Humberto Carrillo

La canción vallenata ‘Elegía a Jaime Molina’, del compositor colombiano Rafael Escalona, es considerada uno de los ejemplos más sublimes del valor de la amistad en el folclor latinoamericano.

Su primera versión fue grabada en 1982 por el cantante Alfonso ‘Poncho’ Cotes Jr. y el Rey Vallenato Ciro Meza Reales. Otra versión la hizo Carlos Vives en 1991 en el álbum ‘Escalona: un canto a la vida’, banda sonora de la serie televisiva Escalona.

En una ocasión, el periodista Juan Gossaín la describió como “la más estremecedora canción vallenata que ha habido en la historia. Que un hombre se ofrezca a morir en lugar de un amigo, eso es un genio”.

“Rafael Calixto Escalona Martínez y Jaime Molina Maestre fueron dos amigos inigualables e inseparables que una noche de parranda se juraron hacerse un regalo después de la muerte. A Escalona le correspondió hacerle la canción porque a Jaime el corazón lo traicionó el martes 15 de agosto de 1978”, relata el cronista Juan Rincón,

“Recuerdo que Jaime Molina

cuando estaba borracho ponía esta condición

Que, si yo moría primero me hacía un retrato

o, si él se moría primero le sacaba un son.

Ahora prefiero esta condición

que él me hiciera el retrato y no sacarle el son”.

El origen de la canción

Jaime Molina nació en el corregimiento de Patillal el siete de marzo de 1926, hijo de Camilo Molina y Victoria Maestre. Se hizo famosos en toda la región por sus pintura y caricaturas. Además, creó el logo símbolo que identifica al Festival de la Leyenda Vallenata.

“Entre amigos eran famosas las parrandas donde una guitarra y un acordeón matizaban los días con música. Fueron muchas las madrugadas donde las voces les hacían coro a los gallos que anunciaban el nacimiento de un nuevo día. En medio de esos amaneceres del viejo Valledupar, Jaime Molina solía recitar poemas que eran una oda a la vida, a la amistad y a las cosas sagradas de la provincia. Los tragos iban pintando de colores la mente y de esta manera se hacía más placentera la interminable parranda donde la palabra dominaba todo”, recuerda Juan Rincón.

“Famosas fueron sus parrandas

que a ningún amigo dejaba dormir

cuando estaba bebiendo

siempre me insultaba

con frases de cariño que sabía decir.

Después en las piernas me sentaba

me contaba un chiste y se ponía a reír”.

Para quien ha contado tantas historias de los personajes del folclor vallenato, Juan Rincón, ‘Elegía a Jaime Molina’ “es la muestra fehaciente de la verdadera amistad. Es la radiografía a color del dolor, de la tristeza, de la melancolía y un golpe certero de la vida por la muerte de un amigo sincero y fiel. El canto contiene una de las poesías cantadas más hermosas de la música vallenata donde primó la amistad, el cariño y la más triste despedida a un ser”.

Añoranzas del Cañaguate

Un hijo del maestro Escalona y de Carmen Elena Rodríguez Corzo 'La Mona del Cañaguate’, Marlon Rafael Escalona Rodríguez, administrador de empresas y consultor, recuerda así esa amistad: “era una amistad de infancia, una amistad increíble. Jaime Molina andaba en un comando y se pegaba unas tremendas borracheras. Entonces injuriaba con palabras fuertes, pero eran palabras de cariño como solía decir mi papá. Salía peleado con él, le decía un par de carajos, un par de cosas y se iba. El no demoraba cinco minutos cuando ya estaba otra vez en la puerta de la casa de mi mamá allá en el Cañaguate”.

Marlon Escalona está convencido de que la canción “es simplemente ese honor a ese culto a la amistad, llevar ese sentir a la máxima expresión, un sentimiento en una canción donde relata lo que todos conocen y el pacto que hicieron. Mi padre dejó una gran obra que hoy día es tomada como ejemplo de la verdadera amistad, siendo que hay muchas canciones en nuestro país en diferentes géneros musicales, pero es tal el sentimiento que tiene, y mira que la cadencia es un son, un paseo muy lento, llegando a un son porque es un lamento”.

El filósofo, poeta y compositor Simón Martínez, asegura que en el folclor vallenato hay algunas expresiones amorosas que son un fiel reflejo de la trascendentalidad expresiva que existe en la fuerza interior de cada compositor, que se expresa a través versos y en cantos.

“Creo que hay una serie de canciones que nos dan una pauta a los amigos, al ser amado, al padre, a la madre, al hijo. En el caso de la amistad creo que la oda a Jaime Molina es una verdadera joya de carácter lírico que expresa la profundidad del sentimiento y el dolor que representa la desaparición de un ser querido, como el amigo, como el hermano, con un amor desinteresado, con amor subliminal y no con amor de carácter erótico o posesivo y de connotaciones sexuales. Esta canción es una de las expresiones vallenatas de mayor connotación en cuanto a la expresión de la amistad”, concluye Martínez.

Por su parte, el poeta José Atuesta asegura que este tema es la máxima expresión de lealtad. “Esta canción sublimiza ese afecto de amistad, ahí está toda esa manifestación de cariño, de intimidad entre dos seres que disfrutaron la vida en todos los ratos buenos, malos, y en las parrandas”.

Mientras tanto, el pintor Efraín Quintero, vicepresidente de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, expresa que ‘Elegía a Jaime Molina’ es el compendio, el resumen de una amistad que inició en Patillal. “Desde muy niños Rafael Calixto Escalona Martínez y Jaime Molina Maestre fueron grandes amigos. Luego de la venida de ambos a Valledupar, continuaron su gran amistad, por siempre, a pesar de vivir en controversia porque uno quería ser pintor y el otro cantante, eso gestó una rivalidad permanente entre ellos, pero una rivalidad donde el afecto, el amor y la amistad, estuvieron por encima de todo”.

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