La banda sinfónica de Leguízamo, Putumayo, toca en 'clave' de paz
Con el programa comunitario ‘Música en las Fronteras’, 140 niños, niñas y adolescentes del bajo Putumayo le cantan al amor y le dicen no a la violencia.
Aprovechando el poder transformador de la música, 140 niños, niñas y adolescentes en el municipio de Leguízamo, integraron sus habilidades artísticas para promover en el bajo Putumayo el perdón. Ese proceso artístico, en el que llevan más de tres años, descubrieron que la mejor fórmula para hacerlo es a través de una banda sinfónica por la paz.
“Ese propósito que tiene como bandera la reconciliación, nació a través del programa cultural comunitario ‘Música en las Fronteras’, con el que además pretendemos mostrar a toda la Nación esa hermosa imagen de la Amazonía colombiana que identifica a nuestro amado municipio”, expresó Jhon Narváez; asistente administrativo de la Fundación Cultural Nacional Batuta.
Es tanta la acogida que tiene la agrupación, que en Leguízamo todos quieren hacer parte de ella. De la ‘Sinfonía por la Paz’ surgen tres grupos de menores de edad escolarizados, y el propósito del centro musical es lograr que los beneficiarios se destaquen académicamente en sus colegios y dispongan de espacios en los que expresen sin temor todas sus emociones.
Con el canto y la lírica, Jhon asegura que los niños y jóvenes están alejados de la calle y que, además, permanecen aislados de hechos que los aleja de sus amigos y familiares. En esos espacios creativos y alternativos, precisa que los más pequeños encuentran en la banda sinfónica nuevas perspectivas sociales porque son conscientes que la música incita al orden y a la práctica de los buenos hábitos.
Para Jonathan Villamizar, coordinador y docente del centro cultural en Puerto Leguízamo, la música contribuye en la formación de seres íntegros, porque sensibiliza su alma y fortalece su espíritu. Las notas musicales unen sentimientos y permiten que en municipios tan apartados y olvidados como Leguízamo, donde parece que se esfuman todas las esperanzas, la juventud se esfuerza por forjar la paz.
La clave para que el amor florezca en el corazón de la juventud está en la armonía y, por ello, el coordinador de las escuelas municipales de formación musical, Albín Castro, asegura que esos espacios juegan un papel muy importante en la capacitación artística de los leguizameños. Subraya, además, que a la par que se trabaja la perspectiva emocional, los niños y niñas se articulan a través de las notas musicales de las guitarras, flautas dulces, platillos y tambores.
Los resultados más valiosos de esos procesos culturales permiten que las nuevas generaciones crezcan con los principios musicales que cada día llenan sus sentimientos de alegría e invaden su corazón de paz. De ahí la responsabilidad de los padres de familia, para que desde sus hogares inculquen en sus hijos el amor por la música, la cual impedirá que a futuro sean víctimas de las adicciones o de aquellos hechos que ponen su vida en peligro.
“Las melodías no tienen límites ni fronteras, y es en este preciso momento, que en Leguízamo se hace tan indispensable hablar en el mismo lenguaje de las notas musicales. Por eso es vital tener en cuenta que las canciones son las mejores expresiones culturales que surgen desde lo más profundo del corazón de la juventud para alcanzar el perdón y la reconciliación”, señala Castro.
Para visibilizar su talento artístico, los estudiantes que hacen parte de la banda sinfónica se han presentado en el auditorio de la institución educativa ‘Jaime Guzmán Salazar’, con temas musicales titulados: ‘La Piragua’, ‘Mariposa Tecnicolor’, ‘El Cuchipe’, ‘El Camión de Juanito’ y ‘Mi Flauta Tiene Ritmo’.
“La actividad que tuvo como nombre ‘Clase Abierta’ fue una muestra nunca antes vista en Leguízamo, debido a que nuestros niños y niñas jamás habían tenido la oportunidad de enfrentarse a un gigantesco público”, dijo la madre de familia Gloria Giduyama, quien a la vez sostuvo que el engranaje de las notas musicales evoca las voces y canciones de quienes luchan por la paz.