En el año 1978 salió al mercado musical un elepé de la exitosa pareja de hermanos conformada por Tomás Alfonso y Emiliano Zuleta Díaz. El título del álbum describe a la perfección La Guajira: ‘Tierra de Cantores’.
La península, departamento en el que nacieron estas estrellas del vallenato, fue el epicentro de la llamada bonanza marimbera de los años 70 y de una vendetta entre dos clanes familiares que guarda relación con una de las canciones de ese trabajo de larga duración: ‘La Virgen del Carmen’, de la autoría de Emilianito.
El enfrentamiento familiar, que de tanto repetirse de boca en boca ha coqueteado con leyendas y mitos, tuvo como protagonistas a los Valdeblánquez y los Cárdenas, parientes entre sí y enemigos a muerte desde el 16 de agosto de 1970.
Ese día en Dibulla, José Antonio Cárdenas asesinó a Hilario Valdeblánquez. Las razones de este homicidio varían dependiendo de quien cuenta la historia, pero hay dos factores en común: una afrenta y una mujer.
Una de las versiones indica que uno de los Cárdenas había intimado con una Valdeblánquez y que, tras arrebatarle su virginidad, se negaba a casarse con ella. Los Valdeblánquez, según esta misma versión, advirtieron que se casaba o se moría. Entonces José Antonio se adelantó a la sentencia y mató a Hilario.
La otra historia, que también hace parte de la tradición oral del Caribe colombiano y es la tesis de la novela ‘Leopardo al sol’ de Laura Restrepo, es que José Antonio e Hilario compartían el amor por una misma mujer y eso provocó esa primera muerte a la que sobrevinieron más de 200, entre familiares, escoltas e inocentes que quedaban en medio de infernales balaceras y atentados con explosivos.
La vendetta, que parece sacada de un clásico de la literatura, empezó allí en La Guajira y se fue diseminando por toda la Costa, apalancada por el poderío económico de ambas familias vinculadas al tráfico de marihuana y sustentada en la vieja tradición guajira de vengar sangre con sangre.
La guerra, que duró más de 10 años, tenía códigos de honor: respetar el tiempo de luto por cada pariente caído, vengarse solo en las fechas en que se cumpliera el aniversario de alguno de los muertos y no tocar ni a mujeres ni a niños. Sin embargo, esto último no se respetó del todo, pues hubo menores muertos.
Fue tan despiadada y sin cuartel que incluso ambas familias fueron expulsadas de Santa Marta y los Valdeblánquez recalaron en Barranquilla, en cabeza de su jefe: Euclides Enrique Coronado Aragón, o simplemente Enrique Coronado, el mismo que según la canción de los Zuleta les mandó una carta para celebrar el Día de La Virgen del Carmen.
Coronado, en una entrevista entregada a quien escribe hace 13 años, aseguró que, aunque sufrió atentados y resultó herido varias veces, no murió en la vendetta por la protección de la Virgen del Carmen. Y en agradecimiento, cada 16 de julio ofrecía misas y parrandas en honor a la santa en la que era su casa, frente a la Segunda Brigada del Ejército en Barranquilla.
“La Virgen me salvó. Entonces yo le celebraba su día. El festejo comenzaba desde el 15 de julio y era abierto a la gente. Hacía una procesión. El 16 cerraba la calle, desde la Segunda Brigada hasta la carrera 54. Se oficiaba una misa, se prendía un castillo de pólvora de 10 metros de alto y se hacía una parranda con los conjuntos vallenatos", contó aquella vez.
Los Hermanos Zuleta casi siempre eran invitados para amenizar la fiesta, pero en una ocasión no asistieron porque tenían compromisos en Bogotá. Con la nostalgia de esa ausencia nació el merengue vallenato de Emilianito, que el día de la entrevista a Coronado me dijo vía telefónica que él le había prometido a su amigo una canción y también le debía una a la Virgen.
Enrique Coronado nos ha mandado una carta
Desde Barranquilla pa’ los hermanos Zuleta
Que el 16 de julio yo voy a hacer una fiesta
Pa’ que vean la virgen en la sala de mi casa
Finalizada esa suerte de templete en la casa de Enrique Coronado, la fiesta era rematada en su finca ‘Tocaima’ donde a los invitados más especiales les obsequiaba una medalla de oro con la imagen de la Virgen. Por eso, en la canción de los Zuleta, Emilianito dice: “te llevo en mi medallita como reliquia sagrada”.
Esas parrandas en su finca y su devoción por la santa quedaron inmortalizadas en otra canción de la autoría del mismísimo Enrique Coronado. Se llama ‘16 de Julio’, del álbum ‘Hasta aquí llegamos’ de Los Betos bajo el sello Codiscos.
Soy religioso mis amigos lo saben
Y donde estoy los santos me acompañan
Y es por eso que en mi hacienda Tocaima
Todo el que llega ve la Virgen del Carmen
Y yo a esa Virgen no dejo de adorarla
Porque me ha hecho milagros muy grandes
El elepé ‘Tierra de Cantores’, para melómanos y expertos en vallenato, fue el mejor que grabaron los hermanos Poncho y Emilianito Zuleta. Allí quedó para la posteridad esa canción en honor a la patrona de los conductores y la voz de Álvaro José ‘Joe’ Arroyo haciendo la primera voz de los coros en ese y los otros números que comprenden el álbum.
Joe grabó los coros porque Juan Piña y su hermano Carlos Piña, los más solicitados para esos menesteres en aquella época, estaban de gira y no pudieron. Sin embargo, no apareció en los créditos porque los Zuleta eran de la disquera CBS (hoy Sony Music) y él de Discos Fuentes. Pero esa es otra historia que merece un capítulo aparte.