Reeditan el insólito disco ‘The Speakers en el maravilloso mundo de Ingesón’
Luego de cuatro años fulgurantes en el escenario del rock nacional, la agrupación bogotana Los Speakers se disolvió a finales de 1968. Antes del adiós definitivo, Humberto Monroy y Rodrigo García –dos de sus miembros originales que para esos días aún sostenían con entusiasmo el proyecto- le dieron la bienvenida al baterista italiano Roberto Fiorilli y al guitarrista Óscar Lasprilla, quienes venían de otra banda legendaria: The Time Machine.
Juntos grabaron ‘The Speakers IV’, cuarto disco en la historia del grupo y tercero prensado por el sello Bambuco. Si bien fue una grabación inusual –todas las canciones eran originales- el impulso no duró mucho y Lasprilla decidió armar maletas y probar fortuna en Europa. Los restantes tomaron un último aliento y se embarcaron en una transgresora aventura musical que dejó para la posteridad ‘The Speakers en el maravilloso mundo de Ingesón’, una grabación insólita que desde lo sonoro y lo gráfico marcó un precedente en el devenir del rock local.
Aunque en su momento pasó desapercibida, con el tiempo la grabación se convirtió en un referente de la psicodelia latinoamericana y en uno de los objetos sonoros más difíciles de encontrar en su edición original. Más de medio siglo después, ya elevado al estatus de disco de culto, ‘The Speakers en el maravilloso mundo de Ingesón’ tiene una segunda oportunidad gracias a la reedición anunciada recientemente por el sello español Munster Records, que, para esta ocasión, contó con el aval de García y Fiorilli.
Celebramos el acontecimiento con 15 datos de contexto y algunas curiosidades de la grabación:
1. El 19 de enero de 1968 aparece una nota en el diario El Vespertino en la que Humberto Monroy, desde Ecuador, donde se encontraba de gira, desmiente la separación de Los Speakers:
“El conjunto no se ha disuelto como lo han venido informando algunos periódicos, simplemente han hecho cambios en su estructura musical interna que lo ha favorecido notablemente. En la actualidad pertenecen al grupo Rodrigo García, Humberto Monroy, Óscar Lasprilla y Roberto Fiorilli”. Y apunta más adelante: “La gente, en la calle, se nos ha quedado mirando por la curiosidad que despertamos con el pelo largo y la ropa rara”.
2. Por los mismos días en que grabaron ‘The Speakers IV’, el cuarteto, bajo el seudónimo de Los Ángeles, participó en los tres insólitos volúmenes de ‘Música bailable para enamorados’, también para Bambuco. Al finalizar el primer semestre de 1968, Óscar Lasprilla empacó maletas y se fue a buscar suerte a España donde se unió a Los Brincos. El trío restante compuso la música incidental de la telenovela ‘Casi un extraño’, que José Yepes Lema reseñó así para el diario El Espectador:
“Tres temas sensacionales con campos para el misterio y la expectación, como si se tratara de piezas de Grieg. Allí se pudo apreciar que ellos son capaces de producir música moderna con todas las variantes”.
3. Para 1968, el rock en Colombia dejaba atrás su afinidad con el ye-yé y el go-gó. En Medellín, Discos Fuentes da por terminado su contrato con Los Yetis, quienes se despiden con ‘Olvídate’, un disco de marcado carácter contestatario. Aparecen los primeros duetos de “canción testimonio” como Ana y Jaime o Norman y Darío.
En medio de la turbación social surge el hippismo, movimiento contracultural que se consolida en el sector de Chapinero en Bogotá. Allí, en el llamado Pasaje de la Sesenta, Humberto Monroy y Roberto Fiorilli –junto a Édgar Restrepo y Álvaro Díaz, dos caudillos del rock local-fundan la tienda de discos Zodiaco.
4. Justo cuando en París se apagaba el fuego que habían prendido los estudiantes, en Bogotá los jóvenes no eran ajenos al descontento. Conscientes del efervescente clima político mundial, Los Speakers concibieron su último disco entre junio y septiembre de ese convulsionado 1968. Acerca de su nueva perspectiva creativa, Rodrigo García se preguntó lo siguiente en un reportaje para el periódico El Siglo: “¿Cómo puede uno como artista ver que el mundo se desangra, que persiste la injusticia (…) que mueren inmensas cantidades de hombres, hermanos nuestros, por hambre, mientras hay superproducción en otras latitudes y los alimentos son botados para no interferir las acciones bursátiles y las ganancias bancarias; cómo puede, digo, un artista permanecer indiferente ante todo ese cúmulo de culpas y componer o escribir canciones sin compromiso (…)?”.
En el mismo reportaje, el cronista preguntó suspicazmente: ¿Y ustedes que han hecho para solucionar los males que aquejan a la humanidad? Sagaz y vehemente, Roberto Fiorlli contestó: “Yo no creo que el papel del artista sea meterse a solucionar estos problemas. Nuestra posición es de denuncia, nuestra tarea es denunciar esos males, nuestra misión insistir en denunciarlos. Hasta ahí debemos llegar nosotros como artistas, sostenernos en nuestra misión de testigos y acusadores de una serie de errores; porque las soluciones las tienen otros (…)”.
5. A mediados de septiembre de 1968, días después del lanzamiento oficial de ‘The Speakers en el maravilloso mundo de Ingesón’, Manuel Drezner, historiador, crítico musical e ingeniero de sonido, quien puso a disposición del trío los novedosos estudios Ingesón, escribió el siguiente comentario en el periódico El Espectador:
“El nuevo disco de Los Speakers es el resultado de haber permitido a estos talentosos muchachos el uso libre de un estudio de grabación. Ellos dieron muestra de su imaginación, no solo con una docena de canciones compuestas por ellos mismos, sino aprovechando hasta el máximo los recursos de sonido que permite un estudio moderno. Desde este punto de vista el disco ciertamente aprovecha hasta el máximo estos recursos y será por tanto de interés a quienes interesa el fenómeno acústico. Pero el musical es igualmente interesante, ya que las canciones tienen melodías imaginativas; los textos, aunque no se apartan de protestas hoy día bastante comunes, tienen poesía y la instrumentación, que además de las concebidas guitarras eléctricas usa desde el clavecín y la flauta dulce hasta los vientos modernos, es variada y de gran color. Como fuimos testigos del nacimiento y desarrollo de este disco podemos dar fe de la increíble cantidad de tiempo y esfuerzo que se empleó en su creación. Lo más importante es que el esfuerzo se ha cristalizado en una grabación que es bastante única y que, como lo dice muy bien uno de los integrantes, provocará amor o reacción, pero a nadie dejará indiferente”.
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6. Durante cuatro meses, en jornadas nocturnas que empezaban a las 9 de la noche y terminaban en la madrugada, Rodrigo, Humberto y Roberto concibieron un disco que se alejaba de todo lo que hasta ese momento se había producido en el campo del rock colombiano. Por primera vez unos músicos locales tenían acceso a una consola multicanal en la que pudieron experimentar con toda clase de arriesgados efectos sonoros:
“(…) Cintas al revés, emulación de ecos a través de loops físicos hechos con cinta magnetofónica, sintetizadores Moog procesando voces, cintas reproducidas al doble de velocidad y el uso extendido del fuzz”. La anterior descripción aparece en la edición conmemorativa de los cuarenta años del disco, editada en 2007 por el músico e investigador Mario Galeano.
7. Para la grabación y mezcla de ‘El maravilloso mundo de Ingesón’, Los Speakers tuvieron a la mano equipos de última generación: una consola Langevin de 40 canales, una grabadora Ampex de 24 tracks, micrófonos Neumann, condensadores AKG, amplificadores Westrex y monitores JBL. Según Fiorilli, los instrumentos fueron los mismos del disco anterior: guitarras Falcon Gretsch y Stratocaster, un bajo Gibson EB-3 y una batería Hollywood. A su vez, incorporaron una gran cantidad de percusiones menores, flautas e instrumentos de viento, catalogados minuciosamente en los créditos del disco original.
8. Los intersticios de silencio entre canciones fueron reemplazados con breves intervalos sonoros que incluyen el estruendo de un tren arrollando a un transeúnte, la explosión de una bomba hasta la parodia de la música incidental que habían compuesto ese año para la telenovela ‘Casi un extraño’. Para ello, los tres inquietos músicos crearon algunos en el estudio y otros los extrajeron de vinilos de efectos que Manuel Drezner había comprado en Europa.
9. Aunque se suele afirmar que es un “disco conceptual”, las cuatro composiciones que aportaron cada uno de los integrantes de la banda revelan diferentes personalidades estéticas. Así quedan en evidencia aspectos particulares como la fuerte influencia poética y musical del renacimiento y el barroco en las piezas de García; la virulenta crítica social de Roberto Fiorilli y los alegatos pacifistas –acentuados en la religiosidad y el misticismo- de Humberto Monroy.
10. Con la maqueta del disco bajo el brazo, Los Speakers presentaron el proyecto a CBS, Philips, Sonolux y Bambuco. La respuesta de los sellos fue unánime: poco comercial y muy costosa. Ante la negativa, juntaron sus ahorros personales, inventaron una disquera ficticia llamada Kris –en alusión a un puñal de origen filipino- y editaron el disco tal cual lo habían imaginado. La fortuita situación definió un concepto gráfico insólito, nunca visto en Colombia: la presentación incluyó un folleto de fotos, textos e ilustraciones. Invitados por Roberto Fiorilli, se sumaron a la osada iniciativa Danilo Vitalini –quien había realizado la foto de portada del disco anterior-, el poeta y escritor antioqueño Darío Ruiz Gómez y los artistas plásticos Carlos Granada y Augusto Rendón.
Según Mario Galeano, la obra del primero representa “el acorralamiento del hombre moderno”, mientras la del segundo “hace una alusión a las guerras de Vietnam y Biafra”. Complementan las 12 páginas del folleto una breve dedicatoria de Monroy, unas palabras retadoras de Fiorilli, una retahíla hilarante de García y una semblanza afectuosa de Drezner.
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11. La caricaturesca portada es obra de Ricardo Cortázar, quien en un primer boceto los pintó desnudos en Ingesón. Descartaron este por temor a la censura y optaron por una muy expresionista que los retrata como unos melenudos extraterrestres a bordo de una nave espacial.
12. Según las citadas anotaciones de Mario Galeano, la impresión del arte gráfico “(…) se llevó a cabo en los talleres litográficos de Luigi Sandri, italiano compañero de la escuadra Go-Kart a la que pertenecía Roberto”.
13. El número de catalogación, impreso en las mil copias que se editaron, era el teléfono de la casa donde vivía Roberto Fiorilli.
14. Aunque hubo gran despliegue mediático –que incluyó aparición en programas de televisión y reportajes tanto en diarios como en revistas- ‘El maravilloso mundo de Ingesón’ fue, como lo habían pronosticado, un fracaso comercial. Para reparar la inversión, lograron que la Polydor de México editara una versión que descartó el arte gráfico original. Años más tarde, ambas ediciones se convirtieron en objetos muy buscados por coleccionistas obsesivos.
15. La edición original de ‘El maravilloso mundo de Ingesón’ hace parte de una leyenda a la que se suman dos ediciones piratas: la del sello inglés Angle Records (1993) y la del sello alemán Shadocks Music (2013). Por ellas se pagan cifras astronómicas que acá no nos corresponde ventilar.