Construida con placas de chonta y resonadores de guadua, la marimba de chonta es el instrumento icónico del Pacífico sur colombiano, región de manglares integrada por las franjas costeras de los departamentos del Valle del Cauca, Cauca y Nariño. Ligada al ritual cotidiano de comunidades rurales, durante mucho tiempo la marimba estuvo confinada en su entorno natural, gobernada por las lógicas intuitivas y artesanales de cada constructor e intérprete.
Desde hace más de dos décadas, con la irrupción del Festival Petronio Álvarez, la ejecución de la marimba ha sufrido complejos y drásticos cambios ligados, entre otras variables, a la industria y la academia. Si bien el impacto de estas lógicas modernizantes puede hacernos perder la perspectiva histórica, también es cierto que provocan nuevas e insospechadas posibilidades como lo es el caso de Bogas.
Conformado por el guitarrista Julián Nieves y el marimbero Leonel Merchán, el dueto explora y toma muchos riesgos no solo con su formato sino con un repertorio inusual. En ‘Río arriba’, su disco debut estrenado a finales de 2019, los bogotanos se desmarcan de la tradición del currulao y se sumergen en piezas de Mongo Santamaría, Erik Satie, J. S. Bach, Philip Glass y Lucho Bermúdez.
Hablamos con ellos de marimbas cromáticas, riesgos y bogas a contracorriente.
¿En qué circunstancias nace el dueto Bogas?
Julián Nieves: De cierta manera fue un asunto fortuito. En 2015, el maestro Jorge Arbeláez, conocido guitarrista de música andina colombiana, estaba buscando una propuesta de marimba que no estuviera necesariamente arraigada en lo raizal. Fue en la temporada ‘Música para descansar los oídos’ del Teatro el Parque. Por el lado personal, Leonel y yo nos sentíamos muy cómodos tocando, ya fuera en la agrupación Phonoclórica, como en otros espacios de serenata y tertulia.
Esta es quizás una de las formaciones más atípicas en la que aparece la marimba de chonta: ¿qué referentes tuvieron?, ¿recuerdan experimentos similares?
Julián Nieves: Al momento de empezar este proyecto no tuvimos en cuenta ningún referente específico de marimba de chonta y guitarra. Sin embargo, escuchábamos mucho ‘Aguas de Amazonía’, un disco en el que el ensamble instrumental Uakti interpreta piezas para ballet del compositor Philip Glass. Decidimos hacer un arreglo de una de ellas: “Japura river”, cuyo nombre remite al río que nace en el departamento de Caquetá y desemboca en el Amazonas; ese minimalismo que transita entre lo académico y lo raizal fue de gran inspiración para nosotros. Por ese entonces, Leonel me mostró los currulaos guitarreados de Caballito Garcés y, también, tocábamos y cantábamos algo del repertorio del Trío Atrato, que se nos hacía familiar por su cercanía con el son cubano.
¿Cómo ha sido el acercamiento de ambos a las sonoridades del Pacífico sur de Colombia?
Leonel Merchán: Desde el 2005, aproximadamente, he venido trabajando en el aprendizaje de estas músicas cuando empecé a asistir al Festival Petronio Álvarez; también con el grupo Pambil, que en su formación inicial contaba con músicos guapireños con quienes compartimos y aprendimos mucho del lenguaje. De la misma manera, ha sido un proceso autodidacta en el que, a través de discos y viajes a Guapi, Tumaco, Buenaventura, se han fortalecido y profundizado los conocimientos. Hay también mucha fiesta y viche en este recorrido. Julián es un guitarrista joven y talentoso que al entrar a Phonoclórica empezó a sumergirse en las sonoridades que ya veníamos profundizando, a dialogar con la marimba y las “claves” de esos sonidos. Para los dos, Bogas ha sido una escuela.
¿Cómo ha sido el tránsito de la marimba de chonta a otros lugares fuera de su entorno?
Leonel Merchán: De unos años para acá, pocos en realidad, hemos descubierto que la marimba de chonta es un instrumento que habla muchos lenguajes. Desde los intérpretes de marimba de chonta a 4 baquetas, pasando por Redil Cuarteto, Cununao, Marimbo, Iber Gómez (intérprete timbiquireño que toca hasta con 5 baquetas), cada propuesta busca su identidad bebiendo de diferentes corrientes musicales que la enmarcan en una mezcla de estilos. Con la aparición de la marimba de chonta cromática, hemos podido encontrar diversas aristas en términos armónicos, a través de las cuales podemos establecer puntos de encuentro entre estilos. Estas nuevas formas de interpretar la marimba hacen parte de un fenómeno similar al que se han visto expuestas las gaitas, las flautas de millo, los tiples, los cuatros, entre otros instrumentos propios de las músicas regionales. Considero que hacemos parte de un movimiento inherente al crecimiento musical: así como la vida se abre camino, somos ramas de este gran árbol de la marimba de chonta.
Además del formato, el repertorio que interpretan también es inusual: ¿por qué alejarse de los repertorios tradicionales de la marimba de chonta?
Leonel Merchán: Bogas es para nosotros la otra cara de la marimba de chonta, por lo menos en Bogotá. Por supuesto que reconocemos el papel y la presencia de los referentes que hemos enumerado; sin embargo, sentimos que hay mucho por explorar situando a la marimba en otros contextos. Es importante resaltar que la marimba cromática nos abrió posibilidades melódicas y armónicas que nos permitieron abordar otros repertorios cercanos al jazz y la música de cámara.
Como el sonido de la marimba de chonta es de corta duración, ha sido un reto encontrar una base ritmo-armónica estable cuando la marimba acompaña a la guitarra melódica. Esa exploración nos invitó a darle valor a esos silencios o “espacios, a reconocer esa simpleza en la que como dueto no podemos llenar todo el espectro de frecuencias a la vez: el silencio entre eventos sonoros tiene su propia expresividad y hace parte del fenómeno musical.
En ocasiones hemos arriesgado bastante, dejando de acompañarnos el uno al otro. Por ejemplo, en “Gnossienne”, cuando la tocamos en concierto, hacemos silencios largos que interpelan al público: ¡eso también es otra cara de la marimba! Y bueno, hay que tener en cuenta que la marimba también es un instrumento de percusión, entonces su actividad rítmica compensa la aparente ausencia de base armónica.
¿Cuáles fueron las dificultades a las que se enfrentaron con este repertorio que proviene del jazz, la música académica y la música andina colombiana?
Leonel Merchán: Técnicamente varias. La marimba cromática por tener el segundo tablado requiere de otras destrezas para poder hacer ágilmente ciertos movimientos, como pasa en “Japura river” o en el mismo “Huracán”, piezas en las que existen dobles notas y pasajes que son a tempos rápidos. En los estándares la exigencia es diferente, pues lograr una improvisación fluida sobre las estructuras, utilizando con destreza el segundo tablado, es bien especial. Creo que por la experiencia tocando músicas tradicionales de marimba, en muchos solos se siente ese “aguaje” de los repiques y “jondeos” de los tambores. También buscamos utilizar técnicas extendidas como lo que sucede en “Afroblue” donde se tocan las tablas con la madera de los tacos -o baquetas- y además se toca el marco de la marimba; también hago golpes apagados en las tablas en una búsqueda tímbrica y puntillista. Consideramos que nuestra prioridad no fue la de haber logrado un sonido cuidado en este tema en particular: fue una catarsis buscando conjurar esa fuerza frenética del 6/8.
¿Cómo ha reaccionado el público ante estos repertorios y esta otra forma de tocar marimba de chonta?
Leonel Merchán: Quisiéramos tener la oportunidad de tocar este repertorio en el Pacífico profundo: Guapi, Timbiquí, Tumaco, Barbacoas, Buenaventura, y buscaremos la oportunidad de hacerlo. En los festivales y auditorios donde hemos podido compartir nuestra propuesta, el recibimiento ha sido sumamente positivo, sobre todo del público cercano al jazz. Nos hemos dado cuenta que los oyentes disfrutan tanto del misticismo que se genera alrededor de la improvisación como de los silencios prolongados. Nos ha llamado la atención que buena parte del público se sorprende genuinamente con melodías que jamás se habrían imaginado escuchar interpretadas a través de una marimba de chonta.
¿En qué escenarios han tocado? ¿Cómo fue la experiencia en el Mono Nuñez?
Julián Nieves: Desde 2016 hemos tocado en diversos escenarios como el Festival de Jazz de la Libélula Dorada, el Festival de Jazz de Villa de Leyva, la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, Bibliored y el Teatro al Parque. Asimismo, nos hemos presentado en espacios independientes como Locus, San Café, Teatro R101 y Matik-Matik. En este último fue nuestro primer concierto autogestionado en el que había solo dos personas en el público: Benjamín Calais, el dueño del lugar, y Edson Velandia.
Luego de este intenso fogueo decidimos expandir los horizontes e invitar al tiplista Jefferson Jeréz, quien nos acompañó en el Festival Mono Nuñez en 2018. La participación de Bogas allí fue importante por ser la primera vez que se presentaba una marimba de chonta con una propuesta de música andina colombiana en los 44 años del festival. Ahora tenemos claro que nosotros no fuimos a Ginebra [Valle] a ganar, sino a proponer.
¿Qué nos pueden contar acerca de la bella ilustración que acompaña el disco ‘Río arriba’
Julián Nieves: El boga es quien transporta a la comunidad y sus saberes a través de las aguas; sabe narrar historias, cantar y en sus viajes va aprendiendo a conocer los misterios del río y de la selva. El boga de nuestra portada sale de Bogotá y lleva consigo un bosque. ¿Un conocimiento, un sentir, una intención? No lo sabemos. Creemos que al igual que el boga emprendimos viaje buscando camino: recogiendo información, queriendo resonar. Contamos con la participación de Camilo Bojacá en el diseño, quien tiene un trabajo de bosques dibujados en miniatura. Él creó la ilustración de la figura precolombina llevando un bosque en su potrillo. La pintura final en acuarela tiene dos versiones: una de día que va al interior del disco, y otra de noche [en la portada] que refleja la energía de nuestra música: buscamos en lo desconocido -en la penumbra- e invitamos a la contemplación.