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La Armada rescató a dos personas que estuvieron más de 40 días en altamar

Dos amigos, Antony y Sophia, zarparon de Santa Lucía hacia Martinica para comprar alimentos, pero un imprevisto los dejó a la deriva en el mar Caribe. Después de varios días de lucha por sobrevivir, fueron rescatados por la Armada Nacional de Colombia cerca de Cayo Serranilla.
Juan David Herrera

La historia comienza en Santa Lucía, una isla del Caribe. Antony y Sophia son dos amigos que zarparon en una embarcación de aproximadamente 22 pies hacia Martinica, un país cercano, a comprar alimentos para la temporada decembrina. Un imprevisto causó que quedaran a la deriva el 30 de noviembre de 2024.

Gracias a los víveres que adquirieron, pudieron sobrevivir. También, los conocimientos sobre el mar de Anthony fueron completamente útiles para que estas personas se mantuvieran en pie. Cuentan que lo más complejo fue no perder la esperanza, pues durante su travesía divisaron embarcaciones, presuntamente de banderas internacionales, que no les prestaron ayuda.

Sophia, con voz entrecortada, explicó que tuvo miedo de la muerte, pues la inmensidad del mar es imponente e intimida. Igualmente, la negativa de personas a rescatarlos fue socavando sus ganas de vivir, pero se llenó de fuerza para no desfallecer.

Durante estos días, las lluvias en el mar les permitieron almacenar agua que utilizaron para cocinar en una olla improvisada pescados y arroz. Sin embargo, las personas aducen que en ocasiones dejaban de comer por varios periodos con el fin de que no se agotaran sus provisiones y con ellas su energía.


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Los dos náufragos fueron rescatados en cercanías a Cayo Serranilla, en aguas del archipiélago, primeramente, por la embarcación Capitán Hyde I, bajo el mando de su capitán Jhon Pérez. De inmediato se reportó esta situación a la Armada Nacional, quienes a través de la ARC 20 de julio llegaron al lugar y luego de varios días desembarcaron en el departamento insular.

Anthony menciona que, como método para no perder su orientación espacio-temporal, realizó un calendario con parte de los empaques de las bebidas que tomaban durante su naufragio; este elemento sirvió como placebo para no perder la fe y confiar en que en algún momento podrían ser socorridos.

Del mismo modo, estas personas llevaron un registro fotográfico y fílmico en una tablet —al parecer de su propiedad—.

en la que capturaron su día a día y, también, su vida luego de ser llevados a la ARC 20 de julio. Hoy, las imágenes que recolectaron son su tesoro y muestra de su fuerza.

“Cuando llovía aprovechábamos para limpiar el bote y poder recolectar agua. Tuvimos algunos productos que nos permitieron sobrevivir”, dijo Anthony.

Por otro lado, la Armada Nacional acompañó este proceso desde un inicio y, por supuesto, escoltaron a los sobrevivientes hasta San Andrés para que pudieran comunicarse con tranquilidad con sus familiares y seres queridos.


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El ARC 20 de julio, bajo el mando de Jaime Loaiza, capitán de fragata y comandante de la embarcación, sostuvo que el ingenio fue la principal herramienta de estas personas para poder mantenerse vivos.

“Ellos tuvieron la fortuna de contar con algunas provisiones; esto les sirvió. Fueron muy creativos: para cocinar el arroz improvisaron un mechero que usaron junto con gasolina y otros elementos para poder crear fuego y cocer los alimentos”, acotó Loaiza.

En el momento, las personas tendrán que hacer diferentes filtros como Migración Colombia y la Secretaría de Salud para poder regresar a sus lugares de origen

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