Un grupo de 51 familias campesinas de zona rural de Florencia, Caquetá, bajo el lema ‘del Campo a tu mesa’, liderados por mujeres emprendedoras, trabajan en la siembra y venta sin intermediarios del cilantro Cimarrón, como hierba usada para exaltar el sabor de las comidas.
Esta estrategia, que surgió hace cuatro años cuando nació la Corporación Ambiental para el Fomento del Turismo Rural Comunitario- Corcaraño, se fortaleció a raíz del confinamiento decretado en marzo del año anterior por el Gobierno Nacional para detener el avance en la propagación de la Covid-19, dado que fue una de las pocas fuentes de abastecimientos de alimentos con que contaban los habitantes de Florencia, Caquetá.
Este emprendimiento consiste en vender en un mercado campesino, a precios asequibles a la comunidad; frutas, verduras, tubérculos y productos orgánicos que se cultivan en huertas comunitarias, financiadas por el Programa Alianzas para la Reconciliación de USAID y ACDI/VOCA, a través de un proyecto, con el que se les da movilidad a las iniciativas de Reactivación Económica y de Reconciliación, Convivencia y Construcción de Paz de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial- PDET.
Rosa Nidya Isaza, una de las protagonistas de esta historia, quien participa en ese espacio comercializando flores amazónicas y legumbres cuenta que actualmente, junto a ella, otros 100 campesinos comercializan sus productos y todos tienen garantizada la venta de los mismos.
“Nosotros como Corcaraño tenemos aquí un centro de acopio, donde les recibimos a nuestros productores, todos los productos; ellos los traen el viernes y el sábado cuatro o cinco personas por el tema de la pandemia, salimos nosotros a vender”.
La apuesta
Este mercado campesino, que ya es famoso por la pureza de lo que allí pueden adquirir los consumidores, tiene como fortaleza que le apunta a rescatar productos endémicos de la Amazonía Colombiana para que sean incluidos como ingredientes de la gastronomía.
“Nosotros le hemos apostado en el espacio del mercado campesino a reactivar la agricultura campesina, familiar y comunitaria, pero el trabajo que se hace desde acá es preservar algunas especies, que hacen parte de la gastronomía campesina”, indica Irialet Murcia Ocasiones, socia- cofundadora y representante legal de Corcaraño.
Uno de ellos es el cilantro cimarrón, el cual se puede adquirir en este mercado campesino, que se ubica todos los sábados en la parte exterior del que, otrora, fuera el Parque Turbay, al occidente de la ciudad. La especie vegetal, además de usarse con fines culinarios, tiene también efectos medicinales contra la hipertensión, la diarrea, los dolores articulares y aporta al control de plagas.
“Dentro del proyecto que estamos ejecutando, precisamente es dar a conocer el cilantro cimarrón, que es una especie que se cultiva acá, y no es muy conocida, pero tiene un sabor y olor delicioso, especial. Eso lo encuentra usted en el mercado campesino, y es rico disfrutarlo en un sancocho, un viudo de pescado y así sucede con varias especies acá como los frutos amazónicos, como las mismas plantas medicinales”, explica Murcia Ocasiones.
Este producto orgánico suele utilizarse para dar sabor a los demás alimentos que se venden en este espacio como los alevinos cachama, sábalo y mojarra que también cultivan los campesinos del Caraño como Oliver Ramírez de la vereda Las Doradas.
“Tengo siete lagos, me encargo que el pescado salga limpio, higiénico para que la gente lo pueda consumir como quiera; cada ocho días a las 7:00 de la mañana lo estoy vendiendo en la carpa, porque todo es un complemento, este producto debe salir para que la gente así mismo, adquiera los demás alimentos”, explica el piscicultor Ramírez.
Ejemplo de cooperación
El mercado campesino, en el que aproximadamente se expenden dos toneladas de alimentos todos los sábados, hoy es ejemplo de unidad comunitaria, de trabajo con la institucionalidad, dado que se ha fortalecido por el apoyo de la cooperación internacional y de la articulación de entidades como la Agencia de Renovación del Territorio, de la Alcaldía de Florencia, del Ejército y de la Policía, que han volcado la presencia del Estado a zonas afectadas durante medio siglo por el déficit de inversión y de atención.
Así mismo, ha llevado a esta comunidad a innovar y a estar a la vanguardia de las exigencias que demandan los consumidores; 12 de sus productos ya cuentan con código de barras y según cuenta Irialet Murcia, se ha pensado hacer un recetario. “La idea es que dentro de algunas canastas que usted adquiere, siempre va a encontrar un pedacito de papel donde va una receta o donde puede adquirir algún artículo como el cilantro cimarrón, el arazá o la cocona; estos productos que no deben desaparecer, eso hace el mercado, reactivar y volver protagonista lo que no se puede perder, lo que nos hace caqueteños”.
Como si fuera poco, los productos cultivados por los campesinos del Caraño, también hacen parte del Plan de Alimentación Escolar - PAE - a través del proceso de compras públicas de la ley 2046 de 2020 que fortalece la agricultura campesina, familiar y comunitaria, están siendo consumidos por los niños y niñas del Caquetá.