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Guardia Indígena en Guaviare, un nuevo gesto de bondad luego de la Operación Esperanza

Los hechos ocurrieron dentro del aeropuerto de San José del Guaviare
Carlos Morales

Nicolás Ordóñez Flórez y Edwin Alexander Manchola fueron las primeras personas en tener contacto con los cuatro niños perdidos en la selva, ambos, llegaron al Guaviare provenientes de Putumayo, y lograron el milagro de la Operación Esperanza durante su último día en el área de búsqueda, más exactamente cuando realizaban el trayecto final para llegar al punto de encuentro, para posteriormente ser extraídos de la selva.

Dos días después del rescate de los niños, es decir, el domingo 11 de junio, un grupo de 16 miembros de la Guardia Indígena llegaban al aeropuerto Jorge Enrique González Torres, de San José del Guaviare, a las 8:00 a.m. para esperar un avión caza de la Fuerza Aérea que los transportaría hasta Bogotá. Con ellos, llegaron Nicolás Ordóñez Flórez y Edwin Alexander Manchola. 

Junto a ellos, funcionarios de la Unidad de Restitución de Tierras, Parque Nacionales Naturales y el ICBF, quienes entregaron a cada uno de los 16 indígenas un kit de alimentos, un morral y demás elementos, como agradecimiento.

“Llegamos a esta misión con lo que tenemos puesto, y así nos vamos. Esto que nos entregan lo recibimos con mucho respeto y agradecimiento”, expresó Jerson Vásquez Masicaya, coordinador de la Guardia Indígena del Putumayo. Todos ellos, tenían las mismas prendas con las que arribaron a la capital del Guaviare, el 21 de mayo a las 3:42 p.m.  

En ese momento, una madre indígena del Guaviare, quien llevaba consigo a sus tres hijos, uno de ellos en brazos, ingresó al aeropuerto para solicitar ayuda y comida. Al notar la presencia de la mujer, los miembros de la Guardia Indígena corrieron para expresarle que también eran su “familia”. 


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“Muchos niños indígenas continúan perdidos en Colombia, debemos ir por ellos y rescatarlos. Ellos están extraviados en las ciudades, son nuestra familia y deben volver a sus comunidades”, aseveró Jennifer Carvajal, del resguardo Siona en Putumayo, y quién fue, una de las tres mujeres indígenas que apoyaron en tierra la Operación Esperanza. 

Luego de seleccionar qué elementos de mercado serían de mayor utilidad para la madre y sus tres hijos, el saco con lo donado por los indígenas era tan voluminoso, que requirió una nueva “juntanza” para recaudar dinero y que la familia pudiera regresar en un taxi. 

La reflexión de Nicolás Ordóñez Flórez, tras el gesto de bondad

“Uno se desprende de lo físico. Esos niños nos enseñaron el valor de la fe y la esperanza, para seguir creyendo en lo que no vemos, pero que sentimos y está por dentro. El calor humano, la familia, el hogar son más importantes que algo físico externo”. Esta frase finalizó con unas palabras en lengua nativa, y tras preguntarle qué significado tenían, expresó: “Esta es mi palabra, hermanos”. 

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