“La coca es nuestra planta sagrada y en el departamento del Putumayo es la herencia ancestral más valiosa que tenemos los pueblos indígenas siona, kichwa, murui muina y coreguaje para la práctica de nuestras tradiciones orales, por eso nunca falta en las ofrendas, rituales de armonización y sanación”, expresa Adriana Arciniegas, lideresa social indígena del municipio de Leguízamo al tiempo que alista las canastas para recibir la cosecha de dicho cultivo proveniente de cuatro veredas de la zona.
Mientras Adriana recorre brevemente el centro de acopio, trae a su mente aquellos momentos que hace ocho años dieron origen al actual emprendimiento indígena, cuya producción está centrada en la transformación artesanal de la hoja de coca en mambe y abono orgánico.
“El primer producto, es decir el mambe, lo obtenemos de la hoja de coca de las variedades orejona y peruana. Esta sagrada sustancia es símbolo de la sabiduría y por eso no puede faltar en las reuniones y ceremonias que tienen lugar en las malocas de nuestros pueblos originarios”, comenta la lideresa ancestral al subrayar que dicha sustancia exenta de productos químicos también se comparte con pueblos indígenas de Puerto Asís, Villagarzón, Orito y San Miguel asentados en Nariño, Valle del Cauca, Cundinamarca y Antioquia entre otras regiones de Colombia.
Adriana además asegura que el mambe va de la mano con la palabra de las autoridades indígenas porque al ser compañero del pensamiento les genera claridad al momento de exponer sus ideas y comunicarse con los demás.
A la vez que empuña varias hojas de coca, indica que su preparación se hace siguiendo minuciosamente las tradiciones de los pueblos originarios y sobre todo respetando los conocimientos de sus padres y ‘abuelos sabedores’ Aldemar Arciniegas y Bertha Burbano.
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“Luego de un ritual enmarcado en el respeto para alcanzar la reconciliación con la madre naturaleza, se procede a la cuidadosa recolección de la hoja de coca, la cual una vez llega al centro de acopio se ubica en los solares para que se deshidrate naturalmente con los rayos del sol. Cuando ha alcanzado la suficiente madurez, se tuesta hasta que las hojas queden crujientes”, explica tras indicar que en dicho proceso que termina en el empacado se favorecen directamente seis leguizameños que se dedican al tostado, colado y pilado.
Mientras verifica los pedidos de mambe que en los próximos días serán enviados hasta el centro de Colombia, destaca que el emprendimiento indígena produce mensualmente alrededor de 100 kilos de la ‘sagrada sustancia’ de los cuales afirma que la mayor parte de ella se distribuye en la ciudad de Cali, mientras que en Pasto subraya que se entregan 10 kilos, en Bogotá, 15 y en Medellín, 10.
“Sabiduría murui”
“Este emprendimiento nació en el año 2015, fue bautizado como Sabiduría murui amazónica y arrancó con el impulso de nuestra mamita Bertha quien en Lagarto Cocha consagró gran parte de su vida al cuidado de la salud comunitaria y a la conservación de las tradiciones ancestrales. En un principio se producían alrededor de seis kilos mensuales de mambe para cuya elaboración se necesitaban entre 60 y 70 arrobas de hoja de coca”, recordó Alberto Garay, líder indígena de la comunidad indígena Lagarto Cocha.
Hoy, para producir 100 kilos de mambe se requieren más de 700 arrobas de hoja de coca, las cuales llegan al centro de acopio tras ser cosechadas por las comunidades indígenas de Jiri Jiri, Lagarto Cocha, Umancia y Guaquira en el bajo Putumayo y de otras veredas más de la vecina república de Perú.
Por ahora, Alberto precisa que el mambe se distribuye en bolsas plásticas; sin embargo, confía que en los próximos días se entregará en su propio empaque, el cual anunció que llevará impreso el lema que identifica a los murui muina y el rostro de doña Bertha, abuela sabedora del referido pueblo ancestral.
Abono orgánico
El segundo producto que los emprendedores indígenas obtienen de la hoja de coca tiene que ver con la producción de abono orgánico.
“Aunque en ese aspecto seguimos dando nuestros primeros pasos, la más reciente producción de abono la destinamos a un cultivo piloto de árboles de aguacate. En el seguimiento que le hicimos a dicha plantación, notamos que el desarrollo de las plántulas ha sido notablemente eficiente”, dijo la lideresa social Adriana Arciniegas al precisar que dicho insumo se obtiene del peciolo y de las nervaduras entre otros desechos vegetales que suelen quedar de la producción del mambe.
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Por ahora, la meta de los representantes de las 4 comunidades indígenas es producir 50 kilos mensuales de abono, los cuales tienen como propósito compartirlos entre las familias rurales que en sus chagras cultivan plátano y yuca para que conozcan sus bondades y a futuro se unan a dicha propuesta amigable con el medio ambiente.
“Nuestro abono orgánico se tiene proyectado utilizar en las chagras de Tucunare, Lagarto Cocha y Refugio. Con el paso del tiempo confiamos en que el uso de aquel insumo se extenderá a otros lugares del bajo Putumayo”, explicó la dirigente social al subrayar que dicho emprendimiento tiene como objetivo unir a los pueblos originarios a través de una planta que ha sido estigmatizada en los últimos tiempos.