En inmensas costas áridas y ventosas de La Guajira, los pescadores alijunas y wayuu, han forjado su vida al ritmo de los vientos y el ir y venir de las olas del mar, donde las aguas cristalinas adornan las playas de la zona de Marbella en Riohacha.
A lo lejos se visualizan los rayos penetrantes del sol, que contrastan con el inmenso océano, el vuelo incesante de las gaviotas y las pequeñas lanchas que se avistan en su retorno. Un grupo de pescadores llegan a la orilla del mar para desembarcar y volver a casa, luego de una ardua jornada buscando el sustento para sus familias.
“El lobo del mar” un pescador que sobrevive a los naufragios
De una de las lanchas con la piel ajada y quemada por el inclemente sol, la mirada serena y una desgastada sonrisa, se baja satisfecho Manuel José Sierra Moreu, a quien llaman cariñosamente “El lobo del mar”. Tuvo una buena pesca, su rostro lo delata, él conoce todos los recovecos del mar, pues hacen parte de su propia vida.
Tiene 68 años, amó las aguas desde que su papá siendo un niño de apenas siete años le enseñó los secretos de la pesca, cuando se lo llevaba a vivir las travesías de una ardua jornada por diferentes zonas costeras; él hace parte de los cientos de pescadores que trabajan sin descanso, a veces sin remuneración justa o ayuda gubernamental en esta zona, pero que a pesar de todo, sigue aportando a este oficio, como un medio de subsistencia y de fortalecimiento a la seguridad alimentaria en este departamento.
Inició pescando en cayucos, luego en lanchas en las que ha tenido siete naufragios y en el que uno de ellos le permitió vivir de cerca el temor de ver tiburones y durar 4 días perdido en el mar sin esperanzas de retorno. Afortunadamente, una lancha que venía de la zona de Santa Marta lo rescató, estando a 200 metros aproximadamente de profundidad, pero aun así y después del susto, no abandonó el oficio.
Para “Amboto” o el “Lobo del mar”, no hay día de descanso, él nació en medio de este oficio y allí quiere morir, impregnado de agua salada y olor a pez, enfrentando las travesías de una buena o mala pesca en un lugar que ama y desde donde contribuye al bienestar de su familia y de quienes le compran su producto. Nunca se ha enfermado, casi siempre consume pescado y manifiesta que este es “El elixir de la eterna juventud”.
Pescadores Wayuu y su conexión con el mar
En el grupo de pescadores también se destaca Edis Pupo Uriana, un indígena Wayuu que desde sus creencias mantiene un profundo vínculo con la naturaleza, encontrando en la pesca no solo bienestar, sino también conexión espiritual con su entorno.
Los Wayuu han desarrollado técnicas de pesca que se basa en un profundo conocimiento de las mareas, los patrones clímáticos y los movimientos migratorios de los peces, ellos conocen los caminos del viento, el lenguaje de las estrellas y el actuar de las aguas; ya saben calcular cuando y donde se puede tener una buena pesca.
En esta región este oficio es de contraste cultural, donde la mayor población de pescadores es indígena por su cercanía con el mar al vivir en entornos costeros, y donde son denominados “Wayuu Apaalanchi” (gente del mar o playeros), en lengua wayuunaiki. Para ellos algunos sitios son considerados sagrados y peligrosos. En estos lugares habita Pulowi (La diosa de la tierra), ser sobrenatural hiperfemenino que puede otorgar o negar a los pescadores las tortugas y peces que le pertenecen.
Para Edis Pupo, sus más de 30 años dedicados a la pesca lo han llevado a conocer las temporadas. Él piensa que la mejores producciones se dan desde enero hasta marzo, porque los bancos de pescado se acercan más a la orilla, mientras que junio y julio son los meses más complicados porque los fuertes vientos los alejan. Para él no existe mejor oficio, por eso se siente orgulloso de poder sostener a su familia transitando las saladas aguas que aprendió a conocer desde niño.
La pesca como aporte a la economía de La Guajira
La pesca en La Guajira desempeña un papel crucial para la economía regional, pese a que en el 2023, con una inversión total de $676.758.720 se buscó fortalecer la actividad económica de más de 165 pescadores, y contribuir a la seguridad alimentaria y el objetivo de erradicar el hambre en el departamento de la Guajira, existen muchos de ellos que trabajan de manera independiente, por la falta de organización y proyectos que les garanticen beneficios permanentes en su labor.
Los pescadores de esta región enfrentan desafíos en términos de sostenibilidad, debido a los cambios ambientales. Sin embargo, la pesca en La Guajira es una actividad arraigada en la historia y cultura de sus habitantes, quienes garantizan mantenerla viva por la pasión que le imprimen y por ser este un medio para proporcionar desarrollo para la región desde la seguridad alimentaria.