Una tarde entré a la Universidad Abierta y a Distancia, Unad, con sede en Valledupar y a unos 30 pasos a la izquierda de la entrada principal, cerca de la cocina, en medio de muchos sonidos, escuché a dos cotorros, quienes de inmediato llamaron mi atención.
“Son Sara y Abraham”, me dijo Tatiana Paola Arrieta, la recepcionista, quién de inmediato me contó su historia con los que ella llama ‘sus hijos’.
“Yo los encontré hace más de tres años, estaban en un nido, solos y sin protección. Entonces decidí traerlos aquí, les puse nombres, les di comida. Hasta cristianos son porque aquí todos somos cristianos”, dijo la mujer sonriendo.
Los animales viven en un árbol donde se pasean todo el día, sólo bajan cuando Tatiana Arrieta los llama para que se alimenten, “yo les pongo comida abajo, en las mañana y mediodía. También les hablamos y ellos repiten todo”.
José Luis Gámez, un ingeniero que labora allí, dijo que está contento de tenerlos como compañía porque “por medio de ellos escuchamos la naturaleza, todos los días hablan y cantan, nos emociona tenerlos aquí”.
Estas especies se han convertido en las mascotas de administrativos y estudiantes, quienes se acercan al árbol para escucharlos y mimarlos. Luz Ávila se divierte al oírlos repetir frases o incluso reír, “es que ellos hablan mucho, dicen ‘Sara mi amor’, comen mango, están felices y uno se entretiene con ellos, hasta me relajo. La verdad los queremos mucho”.
Debajo de un palo de mango, sentado en una banca, Mario Moreno, director del Cead Valledupar, explicó que son privilegiados porque salen de sus oficinas a disfrutar del paisaje sonoro que les brindan estos animales “es algo maravilloso, cada vez que nos acercamos a los animales nos enseñan ciertas cosas y nos apegamos mucho a ellos. Esta sede es muy campestre, se caracteriza por tener mucha zona verde. Entonces para nosotros es importante”.
Al aire libre, sin preocupaciones, Abrahan y Sara viven en esta ‘alma máter’. Sus picos curvados son claros y su plumaje verde, tiene una parte roja que los identifica entre los demás loros. La forma cómo obedecen a Tatiana Arrieta y hacen reír a los demás, hace inferir que ellos también se sienten en casa.
Escucha la historia completa aquí.