Esta tecnología, según diversas organizaciones científicas, no es agresiva ni para el medio ambiente ni para el consumo de las personas o animales, porque se hace un mejor manejo en cuanto a los plaguicidas. Tras 30 años en el campo, aún no hay estudios científicos que rechacen estas prácticas.
El maíz genéticamente modificado (GM) se consolida como el cultivo líder, con 142.711 hectáreas sembradas, lo que representa un incremento del 20% en área respecto al año anterior.
Gracias a sus mayores rendimientos, este maíz genéticamente modificado contribuyó con más del 50% de la producción total de grano, que fue de 1.605.220 toneladas, según la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales, Leguminosas y soya, Fenalce. Lo que resalta el significativo potencial de la biotecnología para satisfacer la demanda interna, fortalecer la competitividad del sector y contribuir a la seguridad alimentaria del país.
El departamento del Meta se ubica como el principal productor de maíz en Colombia, con un total de 61.338 de hectáreas sembradas en 2023. La superficie de maíz genéticamente modificado aumentó un 42.6% con respecto al año anterior, cerrando con 57.642 hectáreas sembradas y ubicándose como líder en producción de maíz a nivel nacional.
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Mediante ingeniería genética, los científicos descubrieron una proteína que resulta dañina para los insectos y proteger puntualmente los cultivos desde la misma semilla, identificando la función de sus genes.
"Lo que se hace con esta proteína es que se transfiere al cultivo del maíz. El insecto muerde las hojas y, al comerlas, en su sistema digestivo se abren los poros y el animal se deshidrata, así funciona la tecnología. Esto ha sido todo un cambio cultural para los agricultores, porque ellos antes veían la plaga y salían a hacer aplicaciones de insecticidas", menciona María Andrea Uscátegui, directora ejecutiva de Agro-Bio, Asociación de Biotecnología Vegetal Agrícola, una organización sin ánimo de lucro que investiga y comparte estos avances.
En cambio, cuando se tienen cultivos convencionales, los agricultores deben esperar un tiempo para que el insecticida actúe sobre la plaga. Luego, el agricultor realiza una evaluación para determinar si es necesario otras aplicaciones de insecticidas.
En el Meta hay tres tipos de cultivos transgénicos: algodón (690 hectáreas sembradas); maíz (57.600 h) y soya (3.000 h).
La directora de Agro-Bio resaltó los principales requisitos que los agricultores o empresas deben tener en cuenta si desean incursionar en este tipo de siembras:
“Si quiere sembrar alimentos genéticamente modificados, tiene que conseguir tres aprobaciones: aprobación de consumo humano, aprobación de consumo animal y la siembra. Porque de nada sirve sembrar si no tiene las otras dos aprobaciones. Es una obligación de los desarrollos tener las tres aprobaciones cuando se va a sembrar en el país”, enfatizo la directiva.
Colombia tiene un marco regulatorio sobre cultivos genéticamente modificados, el Congreso de la República de Colombia pronunció la Ley 740 de 2002 mediante la cual se aprueba el ‘Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de Biotecnología del Convenio sobre la Diversidad Biológica’.
“La primera aprobación que se dio en Colombia en modificación genética en el año 2000 fue la de un clavel, que cambió de color. Trajeron un gen de las petunias, un gen de color morado en los pétalos y se lo transfirieron al clavel. Se aprobó en el año 2000; en el año 2003 se empezó a comercializar. Desde entonces se siembran 12 hectáreas de ese clavel, que todo lo que produce es para exportación”, afirma María Andrea Uscátegui.
Una de las ventajas que ha tenido esta tecnología en el país es que ha reducido las aplicaciones de insecticidas, lo que favorece al medio ambiente y la salud humana.
“La tecnología de los cultivos transgénicos ayuda al agricultor a hacer un mejor uso de plaguicidas, reduciendo el impacto ambiental asociado al uso de insecticidas y herbicidas en un 26%. El uso de maíz y algodón genéticamente modificado (GM), ha resultado en la reducción de 8.761 millones de kg de dióxido de carbono que no se liberan a la atmósfera equivale a sacar 5.410 automóviles de la carretera durante un año” de acuerdo con un estudio publicado en la revista científica GM Crops and Foods.
Respecto al debate sobre si son o no los cultivos GM dañinos para la salud humana, no hay estudios científicos contundentes respecto a la afectación.
“Hace cinco años, 100 científicos, entre ellos varios premios Nobel, afirmaron que los transgénicos no eran perjudiciales para la salud. Conozco fincas que cultivan maíz transgénico desde hace 20 años, y los obreros han tenido hijos sin evidencia de cambios genéticos, no han salido sin ojos, ni orejas, como alguna vez pretendieron decir de los transgénicos”, manifestó el ingeniero agrónomo Álvaro Orjuela Villalobos.
Así mismo, el experto en cultivos transgénicos, Álvaro Álvarez, sostuvo que “la modificación de la semilla no afecta los productos ni genera problemas al consumirlos, ya que no se hereda. Sin embargo, empresas que venden herbicidas se oponen a esta técnica porque disminuyen sus ventas”.