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Urdiendo y tejiendo paz: tejedoras de esperanza en Nariño

Con el propósito de recalcar la eliminación de las violencias contra la mujer, presentamos el trabajo para la construcción de paz de mujeres defensoras de derechos humanos en Nariño.
Nariño: proyecto contra la eliminación de las violencias contra la mujer
Foto: Dariany acosta- Corporación 8 de marzo
Jhon Néstor Vivas

En el corazón de un territorio marcado por el conflicto armado, surge una red de mujeres que desafía la violencia y lucha incansablemente por la vida, el territorio y la paz. Ellas son las protagonistas del proyecto “Urdiendo y Tejiendo Paz: Por la defensa de los derechos humanos en Nariño”, una iniciativa impulsada por ONU Mujeres y la Embajada de Noruega en el marco de Prodefensoras Colombia.

El proyecto, en su segunda fase, beneficia a cerca de 450 mujeres defensoras de derechos humanos en el departamento. Su propósito es fortalecer la Red Urdiendo y Tejiendo Paz, la primera red departamental de este tipo en Colombia, y consolidar acciones conjuntas con instituciones para proteger sus liderazgos en contextos adversos.


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Voces de resiliencia

En Policarpa, Milton Narváez, secretario de Gobierno, enfatiza la importancia de la articulación institucional. “Estamos en un contexto de conflicto armado. Es fundamental tener rutas claras para proteger los derechos de las defensoras,” afirma.

Flor María Vázquez, presidenta de la Mesa Municipal de Mujeres de Mosquera, sabe de primera mano lo que significa liderar en un territorio dominado por actores armados ilegales. Como hija de un defensor de derechos humanos, su legado de lucha es inquebrantable. “Aunque existe el riesgo de perder la vida, vale la pena asumirlo por la defensa de nuestras comunidades,” confiesa. Este compromiso la ha llevado a dialogar profundamente con sus hijas sobre los peligros inherentes a su labor.

En Pasto, Sandra Marilyn Maigual lidera la Asociación Fuerza del Campo en el corregimiento de Gaulmatán.  Allí, las mujeres no solo cultivan la tierra, sino también su independencia y empoderamiento. Con cultivos de hortalizas, plantas aromáticas y crianza de especies menores, trabajan por la seguridad alimentaria y sueñan con llevar sus productos a mercados nacionales e internacionales. “Nuestro trabajo organizativo muestra cómo el género, el medio ambiente y los derechos humanos pueden converger para transformar vidas,” comenta Sandra.

Foto: Dariany acosta- Corporación 8 de marzo

Una red que empodera

Andrea Riascos, directora de la Corporación 8 de Marzo y líder del proyecto, subraya los avances logrados: “Hemos fortalecido capacidades a través de diplomados en derechos humanos, medio ambiente y autoprotección. Además, organizamos cinco asambleas para generar diálogos políticos con instituciones clave, garantizando la protección de los liderazgos femeninos.”

Estas defensoras, con su coraje y determinación, son el pilar de procesos de construcción de paz que resuenan más allá de Nariño. Su labor transforma territorios y comunidades enteras, demostrando que el liderazgo femenino puede ser el motor de sociedades más justas y equitativas.

Foto: Dariany acosta- Corporación 8 de marzo

Un legado que perdura

El camino hacia la paz está lleno de desafíos, pero también de esperanza. Estas mujeres tejen un futuro donde la vida, el territorio y los derechos humanos son defendidos con cada acción. Como sociedad, es esencial construir redes de apoyo que fortalezcan sus liderazgos y aseguren que su legado inspire a generaciones venideras.

En sus manos, no solo está el poder de cambiar sus comunidades, sino también el curso de la historia. Su lucha, resiliencia y amor por la vida son un faro para un mundo más humano y sostenible.

Foto: Dariany acosta- Corporación 8 de marzo
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