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Iniciativa de mujeres putumayenses busca mitigar el impacto ambiental que generan los residuos orgánicos

Son en total 15 mujeres de Orito, en el bajo Putumayo, las que trabajan para evitar que los residuos orgánicos sigan generando gases de efecto invernadero.
Putumayo: iniciativa reduce el impacto de los residuos orgánicos
Foto: Fundación Eco Amazónico
Edwin Urueña

Por estos días las altas temperaturas y la sequía que se vive en algunas partes del territorio colombiano ha afectado significativamente a los municipios del bajo Putumayo que dependen de las actividades fluviales. Esta situación nos ha puesto a pensar en qué estamos haciendo para evitar que los ríos se sigan secando y los bosques se sigan quemando.

Esa precisamente, fue la reflexión que despertó la conciencia ambiental de un grupo de mujeres de Orito, en el bajo Putumayo, quienes preocupadas por la manera en que se disponen las basuras del municipio, buscaron la forma de hacer un mejor aprovechamiento de los residuos, “Nosotras aprovechamos los residuos orgánicos que quedan de lo que le echamos a la olla para alimentarnos, menos los huesos, porque si los residuos son bien tratados dejarían de ser residuos, entonces debemos aprovecharlos”, dijo la líder de la iniciativa y promotora ambiental, Ruby Guerrero Marín.


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Y es que, según cifras, Orito produce diariamente quince toneladas de residuos orgánicos, es decir, cerca de 450 toneladas mensuales de basuras que llegan directamente al relleno sanitario del municipio, que más que un relleno, es un botadero de basura a cielo abierto que no cuenta con una planta de procesamiento de residuos, lo que lo convierte en un potencial generador de gases de efecto invernadero con gran impacto ambiental sobre nuestra capa de ozono.

Es allí donde recobra importancia el trabajo que vienen realizando las mujeres de la fundación Eco Amazónico, una labor que comienza desde tempranas horas del día con la recolección de los residuos orgánicos que generan los colegios, los restaurantes escolares, los Centros de Desarrollo Infantil - CDI, y algunas fruterías del municipio que se han unido a esta causa haciendo la separación en la fuente, como se le conoce a la clasificación de los residuos aprovechables y no aprovechables.

Foto: Fundación Eco Amazónico

Luego de esa recolección, los desechos orgánicos son llevados hasta una pequeña planta donde se pesan y se vuelven a seleccionar y separar, a continuación, se realiza una fase de molido, y posteriormente, viene una etapa de “volteo de pala” que puede durar al menos tres meses, dependiendo de las personas que estén ayudando.

“Aunque solo recogemos un uno por ciento de los residuos del municipio, nuestro trabajo tiene un objetivo claro: mitigar el impacto ambiental de los residuos orgánicos de Orito, evitar que esos residuos lleguen hasta el relleno sanitario que se encuentra a cielo abierto, para luego procesarlos y convertirlos en fertilizantes orgánicos. De esa manera evitamos el aumento de gases de efecto invernadero”, afirmó Guerrero.

Para este grupo de 15 mujeres, transformar los residuos orgánicos en abono es una manera positiva de impactar en al menos tres maneras al medio ambiente:

  • Primero: sus propiedades en fósforo, calcio, potasio, y otros nutrientes, produce cultivos más sanos y saludables.
  • Segundo: recupera la microbiota del suelo.
  • Tercero: se reducen los gases de efecto invernadero que son, en parte, los causantes del calentamiento global.

Según Ruby, esta iniciativa va más allá de una labor ambiental porque la considera una labor social, una labor comunitaria y una cuestión de salud, “aquí más que pensar como nos beneficiamos nosotras, porque las que trabajamos aquí no tenemos sueldo, pero soñamos con tenerlo, es beneficiar a muchas comunidades, porque estos residuos llegan al río, el relleno sanitario entra a la orilla del río, imagínense todas las veredas de aquí para abajo, son como 15 veredas, pensando en ellas, pensando en toda esa contaminación, es que decidimos trabajar en este proyecto”.

Aunque es preciso reconocer el trabajo que hacen las mujeres de la fundación Eco, también es necesario empezar a entender que el cuidado ambiental no es responsabilidad de unas cuantas personas o colectivos, sino que es una labor de todos nosotros; de aprender a clasificar los residuos desde casa, de entender que la seguridad alimentaria debe ser producto de una agricultura más consciente, de unos cultivos más responsables, de un campo más sostenible, y de una sociedad dispuesta a reconciliarse con el planeta.

Foto: Fundación Eco Amazónico.
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