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El arte que reconstruye la memoria de violencia de barrios del Caribe

Dayro Carrasquilla y Luis Mendoza exponen obras sobre los lugares “marginales” en los que crecieron y viven: Nelson Mandela y La Paz.

Por: Adriana Chica García

En las pinturas de Waterhouse, Cabanel, Everett Millais y Delacroix, la Ofelia de Hamlet yace en un lago cristalino entre flores, desposeída de felicidad, pero conservando la belleza que le describió William Shakespeare en la obra teatral. “Como si la tristeza no fuera fea”, diría Dayro Carrasquilla. Por eso, en su versión, la Ofelia se ‘ahoga’ en un charco de aguas negras en el barrio Nelson Mandela, de Cartagena.

La Ofelia del artista cartagenero es una vecina ya fallecida que entonces dormía dentro de un pozo formado con aguas residuales que bajaban de la cañería que daba al frente de su casa, en la periferia de la ciudad Heroica, en terrenos que desde 1994 recibieron desplazados del conflicto de toda la costa Caribe colombiana para más tarde tomar el nombre del prócer sudafricano, que por el mismo tiempo era presidente de su país.

“Es una foto real y no nació como una obra. Me pidieron tomarla para pedir ayuda por sus trastornos psiquiátricos. La quise mucho, porque dentro de sus problemas disfrutaba mi arte y me alentaba. Por eso, después de pensarlo mucho, decidí presentarla como obra para representar la situación de mi barrio, padeciendo condiciones inhumanas como el real estado del personaje de Ofelia”, explica Carrasquilla.

Esta Ofelia de carne y huesos reposa en posición sublime de obra de arte clásico, y con el rostro cubierto por su pesada cabellera negra. Claro que está lejos de ser sublime, aunque tampoco raya en la ‘pornomiseria’, se mantiene en su límite con la única intención de “romper la indiferencia ante el dolor ajeno”.

Eso reseña Carrasquilla de su propia obra, que es un pretexto para presentar un barrio marginal desde sus adentros, desde quien lo ha vivido y lo vive. Él es ‘mandelero’ desde pequeño, llegó por la “violencia económica” cuando su madre se mudó de Plato, Magdalena, buscando mejor educación para sus hijos en Cartagena. Y el arte lo convirtió en su forma de resistir, de reconstruir y construir la memoria de su barrio, con sus habitantes.

“Quiero contrarrestar el imaginario negativo que han creado los medios de Nelson Mandela, que segrega y discrimina y, en últimas, termina convirtiéndose en más violencia”, manifiesta frente a las obras que tiene expuestas en Plural Nodo Cultural, como parte de la Semana de las Artes, de Bogotá. El arte fue para él la forma de entender su ser y estar en un territorio por demás inclemente.

Como lo fue para Luis Mendoza desde Barranquilla, con quien comparte espacio en la exposición ‘De Nelson Mandela a La Paz’. Ellos no solo trabajan con la comunidad, son la comunidad. Una que instrumentalizó el arte para matar las violencias desde las experiencias (o resistencias) comunitarias que diluyen las fronteras mentales entre lo rural y lo urbano en el Caribe colombiano.

“Ambos artistas nacieron, viven y trabajan sus proyectos creativos en estos barrios marginales de Cartagena y Barranquilla. A través de narrativas visuales exponen la violencia como otras formas de vida, no desde lo exótico, sino desde la resistencia comunitaria”, describe Jaider Orsini, curador de la muestra y director de Plataforma Caníbal.

En Mendoza se encuentran dibujos sobre la microeconomía del ‘paga diario’, de rostros de desaparecidos o muertos, casas elaboradas de tablas recicladas, o una comparación entre dos pandillas a partir de sus elementos más representativos: cuchillos marcados en el mango con su nombre.

Y en Carrasquilla, el uso de una popular champeta para hacer alusión a la ‘limpieza social’, un recetario de medicina ancestral que enseña hasta cultivar según las fases de la luna, fotografías, vídeos y un acróstico con frases catárticas pintadas en la piel.

“No me interesa el arte contemplativo, lo respeto pero no me veo haciéndolo. Pertenezco a un territorio que me obliga a vivir la violencia de múltiples maneras, no me deja darle la espalda, así que respondo a esas necesidad respecto a mi territorio, de transformar percepciones”, expresa Carrasquilla.

Plural Nodo Cultural

La exposición ‘De Nelson Mandela a La Paz’ está abierta al público hasta el próximo 27 de septiembre en Plural Nodo Cultural, un espacio de encuentro creativo -definen sus fundadores- ubicado en el barrio San Felipe (Calle 72A #22-62).

Andrea Muñóz y Jaider Orsini.

“Nos interesa dinamizar las prácticas artísticas contemporáneas a través de la intersección de diferentes disciplinas, o indisciplinas, más bien”, afirma Andrea Muñóz, curadora del centro cultural.

Además de la sala de exposiciones, Plural tiene un segundo piso donde se desarrolla un programa público que es escenario de talleres y conversatorios, pero también pretende ser performativo.

“En este momento tenemos un laboratorio de música con la Red Comunitaria Trans del barrio Santa Fe, que se llama ‘Callaita no me veo más bonita’, donde graban canciones propias y covers para repensarse desde la aceptación de su propia voz”, cuenta Muñóz.

Así, Plural se concibe como un espacio de diálogo para “generar otro tipo de apertura mental a través del arte, no vamos a cambiar el mundo, pero creo firmemente que podemos modificar pensamientos esenciales”, dice la curadora. Tal como lo intentan hacer con sus obras los artistas Dayro Carrasquilla y Luis Mendoza.

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