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“Grillo”, 43 años navegando el río Putumayo como motorista

Luis Roberto, más conocido como "Grillo", surca las aguas de este río ejerciendo una labor poco nombrada y reconocida en el país.
Jesús Bernal

Luis Roberto Guzmán recorre las aguas del río Putumayo desde los 11 años transportando pasajeros desde Puerto Leguízamo hasta Puerto Asís, en un trayecto cercano de 320 kilómetros. Durante todos estos años ha logrado conformar su familia, dar educación a sus dos hijos y proyectarlos para la afrontar la vida.

“Ha enfrentado los peligros naturales de un navegante en este de río de gran calado que separa a tres países: Colombia, Ecuador y Perú y que se convierte en navegable a la altura de Puerto Asís, de donde llegan y parten las embarcaciones en el sitio denominado Playa Hong Kong”, comenta.

Personas que se movilizan de manera permanente o esporádica por el río Putumayo buscando una embarcación rápida de pasajeros, tienen por costumbre buscar a un motorista de su confianza, es la persona a quien confían todo el recorrido por el río, y prácticamente ponen en sus manos la vida.

Entre todas estas personas, que como motoristas han venido cumpliendo con esa labor diariamente por años y años, está “Grillo”. Es particular la manera en que la gente de Puerto Asís o Puerto Leguízamo, e incluso los turistas se refieren a este personaje, ya sea por confianza o por la forma en que lo recuerdan y también porque la mayoría no lo conoce por su nombre de pila.

Luis Roberto nació el primero de marzo de 1967 y eso de “Grillo” lo recuerda desde niño porque fue su mamá quien le decía que una persona allegada a su casa lo veía muy delgado, “era muy menudito su cuerpo y le dijo que se parecía a este animalito”. Desde ese momento y hasta hoy, después de 50 años, se quedó con este remoquete o chapa con el que la mayoría lo conoce en la región.

Pero eso de ser navegante no llegó por la necesidad del trabajo o por una oportunidad para probarse, Luis Roberto viene de familia que estuvo y ha estado vinculada a la faena por el río. Es el caso de su papá, que fue un pensionado de la Armada Nacional como motorista en Puerto Leguízamo. Esa profesión ya tenía vena porque también su tío trabajó por años con la Armada Nacional al igual que uno de sus primos. Herencia por descendencia, ungido del río y amante de sus aguas son algunas de los argumentos que lo convirtieron en el navegante que protagoniza esta historia.

A los 18 años, en 1985, cuando debió irse a prestar servicio militar a la Armada con un recorrido de seis meses en Puerto Leguízamo, tres meses en Bogotá y es resto de tiempo en Puerto Inírida, en el Guaviare, ya tenía la experiencia de los motores Johnson 40 para las embarcaciones tácticas, así recibió la aprobación de sus superiores para atender además todas las tareas con plantas eléctricas y el manejo de combustibles.

Se convirtió entonces este mundo de los motores fuera de borda en el presagio de lo que vendría hasta nuestros días. Capaz, voluntarioso, responsable y trabajador lo llevaron a conformar su familia mientras pasaban los años por el río. Su esposa Ludivia, Catherine y Luis Eduardo Guzmán Núñez (sus hijos) han sido testigos del trabajo y también de sus ausencias cuando debe viajar por más de dos días.

Ahora, como parte de su recompensa, su hija está en la universidad cursando cuarto semestre Administración de Empresas en Mocoa. Su hijo Luis está terminando el bachillerato y busca la oportunidad para ingresar a realizar una carrera posiblemente con la Armada Nacional.

Todos esos 34 años los ha dedicado a navegar por el río Putumayo. Realizado el recorrido desde Puerto Leguízamo a Puerto Asís en 330 kilómetros. En pocas oportunidades estuvo cerca de Tarapacá, a un día de distancia con la ciudad de Leticia.

La experiencia es vital para mantenerse activo por el río. También es muy importante que las comunidades tengan una referencia de sus motoristas porque les trae confianza para con quienes llegan como turistas o viajeros a las veredas y parajes. El río se presta para hacer viajes de aventura y ecológicos y ahí está “Grillo” para transportarlos.

La confianza debe ser un valor de doble vía para quienes viajan por el río, como quienes los transportan. De anécdotas se vive y se recuerda todo el tiempo. Un viajero lo contrato para ir a Puerto Alegría en Puerto Leguízamo. Al otro día muy temprano Luis llegó al embarcadero y no llegó el profesor contratista. Al tiempo se enteró Luis que nunca se fue porque le dio el dinero a quien no conocía y tampoco tenía embarcación. Lo engañaron.

Recorriendo el río desde Puerto Asís aguas abajo, como a las ocho de la mañana, Luis experimentó uno de los sustos de la vida. Moviéndose por un brazuelo del río observó que venía una pequeña embarcación cuando el motorista se lanzó a mano izquierda y realizó el lance tres veces más. Luis no tuvo tiempo de esquivar y pasó por encima de esa embarcación. Dieron un salto como de película, pero nadie resultó ileso.

Una mujer que iba de pasajera de esa embarcación se lanzó al río. En la ambulancia fluvial Luis llevaba a seis personas y en la otra embarcación iban el motorista y la mujer. Les pasó el susto y la gente que gritó en su momento, después cayó en sonrisas nerviosas recordando lo sucedido.

El río Putumayo es la vida para Luis. A través de sus aguas, ha transportado miles de personas. También ha viajado con su familia, sus hijos muy pequeños los llevó a conocer Puerto Asís y han viajado a otras regiones del país. El río Putumayo es el mejor escenario de nuestra Amazonia.

Su gran recorrido conecta con Leticia en el Amazonas y es su principal vía de comunicación por donde se moviliza toda la economía que abastece la región. Alimentos como la papa, cebolla, sal, cilantro se comercializan por ese corredor fluvial. Se mueven materiales de construcción, combustibles y hasta motos y carros. Todo esto gracias a la grandeza de nuestro río Putumayo. El río es la pasión.

El río Putumayo nace en el Nudo de los Pastos en el municipio de San Francisco, Putumayo, y cuenta con una distancia de 840 kilómetros hasta llegar a la desembocadura de la población conocida como San Antonio de Ica en Brasil, donde se toma subiendo el río Amazonas para llegar a Leticia.

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