En el departamento de Santander la situación de las 1.600 familias tabacaleras empezó a decaer desde que las multinacionales British American Tobacco y Philip Morris se fueron del país. Ahora quedaron los compradores locales, que son los artesanales, quienes producen el “chicote” (cigarrillo elaborado manualmente con hojas de tabaco) y son conocidos como chicoteros.
Los chicoteros se encuentran en tres de los 87 municipios de Santander: Piedecuesta, Girón y Los Santos. Debido a esto, los tabacaleros no tienen cómo asegurar la venta de sus cosechas de hojas de tabaco.
Según mencionó el secretario de Agricultura de Santander, Carlos Millán, el departamento sigue siendo el primer productor de tabaco a nivel nacional.
“Los tabacaleros se agrupan en 16 municipios y tres provincias (Área metropolitana de Bucaramanga, Guanentá y García Rovira) y en este momento quedaron desprotegidas cerca de 650 familias tabacaleras que no tienen cómo producir nuevamente su cultivo. Por esta razón, desde el gobierno departamental hacemos con ellos la reconversión productiva, implementando proyectos como la construcción de tanques, a este proceso se le llama ‘cosecha de agua’”.
La cosecha de agua consiste básicamente en mantener tanques abastecidos con agua que se conectan con varios canales y así utilizar este líquido en otros proyectos agrícolas. Otras iniciativas son los cultivos de pancoger con el fin de ofrecer seguridad alimentaria y fortalecer la economía familiar campesina.
Gabriel Pico, uno de los voceros de este gremio productivo de Santander, explicó que, en 2019, en Piedecuesta se hacían 30 millones de tabacos al mes, tabaco corriente y tabaco artesanal. Este fue el mismo año en que la compañía Philip Morris decidió cerrar sus plantas en Colombia. Alrededor de 2500 familias vivían de este producto y muchas lo hicieron por cerca de 200 años en esta zona del país.
Una propuesta a la demanda de las familias tabacaleras es la posible llegada de la empresa centroamericana Caribe Need Tobacco a Colombia para comprar estas hojas. Por el momento, varias familias cultivan tabaco negro porque sus únicos consumidores son los chicoteros.
En Huila
“El tabaco al departamento de Huila llegó en los años 80 con la empresa colombiana Coltabaco que trabajó sin competencia hasta 1999. En esa fecha, apareció Protabaco una fuerte competencia que generó reactivación en la siembra del cultivo en la región, toda vez que llegaron con muy buenas alternativas y propuestas para los agricultores. Se lograron sembrar hasta 3.000 hectáreas y convertir al Huila en el segundo productor”, dijo Alcy Cortés, presidente de la Asociación de Productores de Tabaco del Huila.
Hace 20 años en Algeciras, Huila, existía la bonanza del cultivo de tabaco, una planta milenaria que al secarse se podía cambiar por buen dinero. Así lo cuenta don Ulises González Moyano, un habitante de este municipio, quien motivado por la Compañía Colombiana de Tabaco - Coltabaco- destinó sus dieciséis hectáreas de tierra para cultivarlo.
“Para cultivar la hoja de tabaco se necesitaba lo mismo que para cualquier otro cultivo, como abonos, preparación de la tierra, para que la planta saliera sana y fuerte. Cuando ya estaba produciendo se cogían las hojas y se llevaban a los hornos de secado”, recuerda.
Como él, otras sesenta personas de la comunidad desde antes y de manera artesanal, sembraban esta planta de uso medicinal y luego la vendían para hacer tabacos. Don Ulises construyó seis hornos, que llegaron a ser los más grandes de Algeciras, con un crédito en el que Coltabaco aportaba el 50% y el otro 50% lo asumió el campesino. Una vez por semana, la empresa enviaba un agrónomo para revisar los cultivos y hacer que la producción saliera limpia y de calidad.
Para esa época, en otros municipios como Campoalegre, Rivera y Garzón -siendo este último el mayor productor de tabaco en el Huila- el tabaco generaba empleo a muchas familias.
“Con todo y sin nada”
En cuanto a la comercialización, todos los días de mercado los productores como don Ulises, empacaban los kilos de hojas secas de tabaco y las llevaban hasta Neiva. Allí estaban las oficinas de compra de Coltabaco donde según el peso y las características les daban un precio.
“En ese momento era bueno, se tenía buen pago y rendía el dinero, pero como nada es eterno, la empresa la trasladaron para Barranquilla y al estar las oficinas tan lejos las condiciones cambiaron, haciendo que la negociación con los pequeños productores se eliminara. Finalmente, nos pagaban como querían y desde ese momento este negocio empezó a caer”, comenta el campesino.
Pese a esto, los productores de Algeciras no dejaron de cultivar y con las modificaciones decidieron continuar con este cultivo tradicional, ya que sostenían más de sesenta familias. En el año 2020, la compañía decidió cerrar sus puertas en Colombia. “Se acabó la financiación y compra, se nos fue todo. Nos quedamos sin quien nos comprara las hojas, nos quedamos con la infraestructura, con todo y sin nada”, cuenta con nostalgia don Ulises.
La producción del tabaco cayó y los campesinos algecireños que se dedicaban a esta labor, pasaron de la agricultura a la ganadería o se dedicaron a cultivar maíz y plátano. “Con tristeza reconozco que no se puede volver a cultivar esta planta”, concluye con voz quebrada, el señor Ulises.
Renace la esperanza
Actualmente, renace la esperanza de volver a cultivar tabaco en las tierras del Huila. De acuerdo con Alcy Cortés se viene dando una nueva reactivación con la llegada de dos nuevas empresas al departamento y se siembran las variedades virginia y negro. Una de ellas está invirtiendo cerca de 2.000 millones de pesos en Campoalegre, el municipio arrocero del Huila, para la infraestructura que se necesita en la producción del tabaco negro.