Muchos años después de la Guerra de Corea
El tema de la discriminación no solo se relaciona con la diversidad étnica de nuestro país, que ha sido concebido por la constitución de 1991 como “pluriétnico y multicultural”, sino también con otras culturas.
Hace poco recibimos una carta de protesta de unas fans de Bangtan Sonyeondan/BTS, una banda coreana con 8 años de trayectoria, donde se solicita que “nos apoyen llamando la atención de la manera conveniente ante la entidad pertinente, ya que ellos se rehúsan a hacerlo de forma correcta y protocolaria, dejando no solo a nosotros como fans, sino a nuestro país en cuestionable estima y reputación dado que la situación ya está en la televisión nacional coreana”.
En El País de Madrid me he encontrado con la noticia de que la banda coreana ha ganado el premio MTV al mejor K-Pop con Butter. Es el tercer año consecutivo que se lleva el galardón. Con más de 25 millones de votos, los coreanos se han hecho también con el premio al mejor grupo del año, empatando así a tres con No Doubt (13 de septiembre de 2021).
No es conveniente, según las reglas de la Defensoría del Oyente de la Radio Nacional, pronunciarse sobre casos que no han formado parte explícita de los contenidos producidos y emitidos por las emisoras públicas y sobre los que no tienen responsabilidad directa ni indirecta.
Sin embargo lo que muestra la carta es interesante y se puede convertir en una reflexión para la propia radio pública. Se refiere a la música no sólo como una expresión artística muy cercana, sino como una expresión de las relaciones con las culturas más distantes. Cada vez es más importante el dialogo intercultural que propicia la creación musical.
Las músicas permiten acercarnos a expresiones culturales diversas, establecer relaciones con pueblos diferentes y experimentar propuestas estéticas que difieren de las propias. Pero también generan afiliaciones como las que se constatan en la carta de la oyente, que se expresan en grupos de fans colombianos de una banda de música coreana.
Llama también la atención el pedido que se le hace a la radio pública para que apoye a los fans de la banda musical coreana. Es una muestra de que no pocas libertades y derechos de los oyentes se expresan en la música que escuchan y que en ocasiones sienten vulnerados.
Una buena enseñanza, que si bien no le compete en este caso a ninguna de las emisoras del sistema, debe poner a pensar a la radio pública sobre sus posibilidades y responsabilidades frente a los derechos de la ciudadanía en los diversos ámbitos de la cultura.
El algarrobo salvado
En un comentario a través de redes sociales, un oyente señaló que una afirmación que se hizo en la radio pública no era correcta. Según él, en un programa de Radio Nacional, una contratista de la Secretaría de Ambiente del Meta afirmó algo con lo que no está de acuerdo puesto que, dice, “la actividad de recolección de semillas fue una iniciativa mía”.
Las atribuciones son frecuentes en el trabajo periodístico y como en este caso, suelen estar en manos de fuentes que además de legítimas se consideran idóneas, como sucede con la funcionaria de una entidad oficial especializada.
Hay casos, por el contrario, en que las atribuciones son hechas por los propios medios y periodistas, por ejemplo, cuando se trata de informes especiales o de noticias que se originan en la radio pública. En estos casos la responsabilidad le cabe a quienes hacen directamente la atribución.
En efecto, no todas las atribuciones pueden ser confirmadas por los periodistas, que proceden de buena fe y de acuerdo con su experiencia, cuando respaldan las opiniones de sus fuentes, especialmente a aquellas que reconocen por su seriedad y credibilidad.
Pero en el comentario del oyente también me llamó la atención la conexión que suele existir entre la radio y las historias personales. “Fui un contratista y salvé un algarrobo semillero de una tala injusta sin colaboración de la Secretaría”.
Hasta en el comentario más sencillo puede encontrarse una historia interesante y una enseñanza válida. Por ejemplo, investigar si como lo señala el oyente, en las secretarías de ambiente se preocupan más por los resultados finales que por los procesos. No es una reflexión de poca monta.
Tiene que ver directamente con el cuidado de la naturaleza, en un país que posee una de las mayores biodiversidades del planeta. Una prodigiosa riqueza que debe cuidarse.
Las noticias y los ríos
Hace años, cuando fui defensor del lector del periódico El Tiempo (2000-2002), reemplazando al irremplazable Javier Darío Restrepo, los comentarios de los lectores llegaban en cartas y a través de llamadas telefónicas (por teléfono fijo porque aún no eran tan populares los celulares). Incluso de viva voz, como me ocurrió un día cuando de la portería me llamaron para decirme que me necesitaba el médico del “Negro Acacio”, un famoso y temido guerrillero de entonces.
Uno de los grandes cambios en la participación de los ciudadanos y ciudadanas frente a los medios de comunicación ha sido el desarrollo de los canales virtuales, desde las redes sociales hasta el correo electrónico, que les permiten dar su opinión de manera inmediata, oportuna y visualmente contundente, como en este caso en que los comentarios del oyente fueron acompañados de fotos igualmente significativas y precisas.
Todo comenzó con un titular y la foto que lo acompañaba. El primero decía “Reportan desabastecimiento en costa pacífica chocoana” y la foto mostraba un bello rio surcado por varias barcas, que no daban precisamente la imagen de desabastecimiento. El rio es posiblemente el Atrato.
El oyente pregunta de manera inteligente: “Una consulta. ¿Qué relación tiene esta imagen con el titular? Su preocupación no podía ser ni más acertada ni más concreta.
En periodismo hay que tener cuidado con la relación entre los titulares y las fotografías. Estas no son simplemente ilustraciones. Son propuestas de sentido. El titular resalta el significado de la nota periodística. La imagen fotográfica se dirige directamente a los sentidos –a la visión- para provocar un significado que supera la simple ilustración, y que generalmente permite darle un mejor contexto y desarrollo a la información.
Recuerdo, hace años, en la primera entrega del Premio de Nuevo Periodismo, promovido en ese entonces por la Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) y Cemex en Monterrey (México), que el texto ganador fue una crónica sobre el rio San Francisco, que atraviesa varios estados del nordeste brasileño y que es a la vez un símbolo de la naturaleza diversa como también de la pobreza más lacerante.
En la entrega del galardón, el periodista que escribió el texto en una revista agrícola del Grupo O Globo, pidió expresamente compartir el galardón con el fotógrafo que realizó un extraordinario trabajo visual. Fue el mejor testimonio sobre la estrecha vinculación entre la escritura y la visualidad periodísticas, la familiaridad entre dos trabajos que tienen cercanías pero también diferencias marcadas.
La noticia de la Radio Nacional, por el contrario, presenta un problema entre el titular y su fotografía. Pero hay otros más. La responsabilidad de la autoría que queda resumida en la frase “Vuelvo y les escribo. No he autorizado esta imagen para esta nota de prensa”, que está acompañada de la petición por tener más contenidos sobre el Chocó. La famosa frase de Gracián se le podía aplicar con toda justicia a las reflexiones de este oyente: “Lo bueno si breve, dos veces bueno”.