La vereda de Quiba, una zona rural en la localidad de Ciudad Bolívar en el sur de Bogotá, es el epicentro de un ambicioso proyecto de inversión social que busca cambiar paradigmas, cerrar brechas y generar sinergias para desarrollar proyectos sostenibles donde se potencialice el talento de niños y jóvenes de la zona de forma tal que sean capaces de liderar cambios, vincular a otros, materializar ideas y transformar realidades.
Allí emerge la Biblioteca de la Creatividad, una iniciativa que nació hace cerca de 12 años, con el propósito de erradicar la pobreza mental de niños, adolescentes y jóvenes de comunidades rurales y emergentes, a través del desarrollo de habilidades de liderazgo, emprendimiento, innovación y creatividad, “ofreciéndoles las herramientas que los estimulen y les permitan crecer en un entorno seguro, con una visión de vida totalmente diferente, y sean ejemplo para su comunidad, para la sociedad”, dice Iván Triana, cofundador y director de innovación y desarrollo de la Fundación Biblioseo, líder del proyecto.
Para Iván, bibliotecólogo de profesión, y quien nació y creció en la localidad, uno de los factores que estanca el desarrollo de una comunidad es la forma en que muchas veces las organizaciones, el Estado, la empresa privada y la misma sociedad estigmatizan a las personas y a las comunidades, convencidos, además, de que la mejor manera de ayudarles es dando regalos o mercados que si bien satisfacen una necesidad puntual, no responden a necesidades reales.
“Esto se convierte en una dinámica dañina porque las personas se vuelven dependientes, arraigan esa necesidad, se acostumbran a estirar la mano a esperar que les den, a creer que es algo normal porque son “pobres”, se acostumbran a vivir así, a hacer de la pobreza un negocio; y por otro lado, están quienes creen que la forma de intervenir estas comunidades es con programas asistencialistas; y es muy triste ver gente talentosa, con posibilidades para crear y crecer y que no aprovechen eso”, comenta Triana.
Un círculo vicioso que la Biblioteca de la Creatividad rompe abriendo espacios donde los muchachos pueden soñar, imaginar, trabajar por un sueño, aprender, siendo partícipes activos, líderes capaces de impactar positivamente y de cambiar la perspectiva para generar verdaderas transformaciones.
Hacedores de sueños
La Biblioteca de la Creatividad se enfoca en brindar experiencias educativas dirigidas a desarrollar el potencial de niños, adolescentes y jóvenes y empoderarlos en esa capacidad de soñar, de crear y transformar, para que sean ellos los que propongan soluciones sin esperar que otro tome la iniciativa. A través del juego, del planteamiento de retos, del aprender haciendo, del uso de la tecnología o de la práctica del deporte exploran nuevas formas y caminos para hacer no solo posibles sino rentables sus sueños.
Así se han desarrollado proyectos de emprendimiento dirigidos a dar solución a situaciones como la deforestación, el embarazo a temprana edad, el mal uso del tiempo libre, el maltrato animal, entre otros, con propuestas de valor que les han brindado la posibilidad de conectar con empresas, organizaciones, universidades, colegios y voluntarios, convirtiéndose en una potente alianza para construir conjuntamente propuestas de desarrollo sostenible.
De esta manera, dice Iván, “la biblioteca se vuelve el punto de encuentro entre los distintos actores donde cada uno aporta, ya sea conocimiento, tiempo, dinero, equipos, ideas, talento, en pro de materializar iniciativas que también generan oportunidades para ellos y para su comunidad, logrando una sinergia muy bonita entre esos actores externos y los jóvenes que impacta también a la comunidad ”.
La Biblioteca de todos
En el 2015, al ver que la primera sede de la biblioteca- que funcionaba en una casa arrendada- se estaba quedando pequeña, el equipo decidió que era hora de crecer, así los niños y jóvenes empezaron a imaginar la nueva biblioteca de sus sueños a través de dibujos que fueron la base para que los arquitectos realizaran una propuesta de diseño.
Pero, esta tarea también requería estructurar el proyecto, entre otros, para gestionar la consecución de recursos. “Lo primero que hicimos”, cuenta Iván, “ fue dividir el proyecto en fases: la primera, enfocada a comprar un terreno, donde construirla; la meta era reunir 150 millones. Ahora el asunto era cómo los íbamos a conseguir, lo que también representó la oportunidad de poner en práctica lo aprendido ”.
Una de las estrategias fue invitar a las personas a invertir en un proyecto de largo plazo. Se idearon algo muy simbólico: vender un pequeño ladrillo de maqueta acompañado de una casa hecha de papel para recoger dinero, y aunque al principio la gente tenía muchas dudas, hubo quienes creyeron y aportaron a la causa.
“También llegamos a oídos de Nairo Quintana, que había ganado el Giro, y conseguimos tener una réplica firmada de la camiseta; gestionamos además una camiseta de Neymar cuando estaba en el Barcelona. Las personas que compraban el ladrillo tenían la posibilidad de participar en sorteos por las camisetas, y así trabajamos durante tres años y logramos conseguir 100 millones de pesos”.
Con ese dinero lograron negociar un terreno de 2.800 metros cuadrados en la vereda Quiba Alta, una zona más rural, donde empezaron la construcción del primer módulo a finales de 2019 y que, pese a las adversidades que ocasionó la pandemia, logró seguir adelante, gracias a la gestión de los muchachos que idearon la forma de visibilizar el proyecto con iniciativas de recorridos turísticos, a la participación en convocatorias internacionales para gestión de recursos, y al compromiso de empresas, organizaciones y voluntarios que creen en el proyecto.
Epicentro de innovación y tecnología
Hoy, este primer módulo o primera fase de la Biblioteca de la Creatividad, orientado a funcionar como un laboratorio de tecnología e innovación, es ya una realidad, una realidad construida de la mano de estos niños y jóvenes empoderados y decididos a tomar acciones frente a sus necesidades y sueños.
“Este va a ser un ‘Makerspace’ enfocado a desarrollar en los muchachos las habilidades para la industria 4.0, es decir, que van a aprender sobre programación, robótica, modelado 3D, prototipado, de forma tal que puedan hacer más productivo el campo y sus proyectos”, dice Iván Triana. Este es el primer centro de innovación y tecnología sostenible en el sur de Bogotá.
Como complemento a ello, también se construyó un espacio que busca incentivar la práctica deportiva, y a la vez para desarrollar habilidades motrices y socioemocionales, fortalecer el trabajo en equipo, a través de la práctica del fútbol y próximamente con la escuela de ciclomontañismo.
Ahora, en octubre, inicia la construcción de la segunda fase en la que se proyecta tener un aula de la creatividad, una plazoleta cultural y el módulo de baños; la tercera etapa tiene como objetivo principal la construcción del aula cultural; y en la cuarta, se pretende construir un hostal u hotel donde se puedan alojar los voluntarios que hacen parte del proyecto, así como un aula de estudio y un salón de lectura.
Una de las formas en que la Fundación Biblioseo y los jóvenes que hacen parte del proyecto buscan financiar estas siguiente etapas se basan en la venta de mermeladas de fresa, elaboradas con las fresas que se cultivan en la vereda, con las que esperan financiar el 30% de la obra, al tiempo que invitan a empresas, organizaciones que se identifiquen con este propósito social a invertir ya sea en dinero, en materiales, equipos y/o conocimiento.
“Lo que queremos nosotros”, recalca Iván, “es que a los niños y jóvenes los recuerden por sus ideas, sus talentos, por hacer realidad sus sueños y no por los zapatos rotos, por el lugar donde viven o por las condiciones en las que viven. Lo que buscamos es generar sinergias y conectar a la comunidad con aportantes que impulsen proyectos sostenibles y de impacto, que verdaderamente cierren brechas”.