Las rabietas, esas pequeñas tormentas emocionales que pueden sacudir el día a día de padres y cuidadores, no deben ser motivo de culpa ni etiquetas de "niños malcriados". Estos desbordes emocionales son parte natural y universal del desarrollo infantil, manifestados por la inmadurez cerebral que aún no tolera bien la frustración.
El desarrollo cerebral y las pataletas
Estas explosiones emocionales forman parte del viaje del crecimiento, y la buena noticia es que, de forma natural, desaparecen alrededor de los 4 años, coincidiendo con el desarrollo del cerebro y su capacidad para manejar las emociones.
No se trata de ceder, sino de acompañar
Frente a la pregunta de si se debe ceder ante los caprichos durante una rabieta, la respuesta es un rotundo NO. La crianza respetuosa implica mantener límites firmes, incluso cuando los pequeños están lidiando intensamente con sus emociones.
Cómo acompañar las pataletas
La clave radica en acompañar la frustración de manera respetuosa, empleando estrategias amigables:
- Presencia plena: Mantén tu serenidad como ancla emocional. Tu calma actúa como guía para tu hijo en medio de la tormenta emocional.
- Respiración consciente: Practica la respiración consciente para contagiar tu calma. Esto ayuda a tu hijo a regular sus propias emociones.
- Validación emocional: Reconoce sus sentimientos. Un simple "entiendo que estás molesto" valida sus emociones, mostrándoles que sus sentimientos son legítimos.
- Mentalización: Ayuda a tu hijo a expresar sus emociones. Pregúntale cómo se siente y anímale a poner palabras a lo que está experimentando.
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Paciencia y consistencia
La paciencia es fundamental. Mantén consistencia en los límites establecidos, siendo comprensivo con el proceso emocional de tu hijo.
Incluye a tu hijo en la búsqueda de soluciones
Suma a tu hijo en la búsqueda de soluciones. Pregunta qué les ayudaría a sentirse mejor y manejar situaciones de manera diferente. Esta participación les brinda un sentido de responsabilidad y control sobre sus emociones.
Manejar las rabietas es un desafío que puede convertirse en una oportunidad para fortalecer los lazos familiares y enseñar habilidades emocionales. Con paciencia, empatía y estrategias positivas, puedes navegar estas tormentas emocionales juntos, construyendo un camino hacia un crecimiento emocional saludable. Recuerda que cada rabieta es una oportunidad para aprender y crecer juntos. ¡Acompañemos este viaje de crecimiento y aprendizaje con amor y respeto!
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