En el contexto de una ciudadanía digital competente, resulta clave entender cómo los jóvenes consumen noticias y el grado de confianza que depositan en las fuentes para desenvolverse de manera crítica y responsable en el abundante flujo de información en las redes.
Un estudio reciente publicado en Media & Journalism, basado en datos de más de 27 000 personas en España, arroja luz sobre las diferencias en los patrones de consumo y confianza en las noticias entre jóvenes de 18 a 24 años y otros grupos de edad.
Este análisis no solo ofrece datos reveladores, sino que también subraya la importancia de promover una alfabetización mediática sólida para enfrentar la desinformación y fomentar un uso crítico y ético de los medios.
¿Más confianza en las fuentes?
La exposición a contenido de baja calidad y la difusión masiva de bulos o fake news no solo generan desinformación, sino que también erosionan la confianza en las plataformas digitales y en los medios de comunicación en general.
El estudio muestra que los jóvenes consumen más noticias a través de redes sociales que otros grupos de edad; su confianza en estas fuentes es baja, aunque superior al promedio de la población general (27 % frente al 17 %).
Si bien los jóvenes muestran una mayor confianza en redes sociales que la población general, la diferencia desaparece al considerar otras variables contextuales al margen de la edad. Dicha confianza está influida por diversos factores, entre los que destaca el uso que se hace de esas plataformas.
En este sentido, se observa una relación bidireccional: quienes usan más las redes sociales (independientemente de la edad que tengan) tienden a confiar más en sus noticias, y esta confianza, a su vez, incrementa el consumo de información a través de dichas plataformas. Por tanto, las personas de cualquier edad, no solo los jóvenes, son más susceptibles de creer en la información proveniente de las redes sociales a medida que hacen un mayor consumo de estas.
Patrones de consumo: el declive de lo tradicional
Los jóvenes recurren menos a los medios tradicionales como la televisión, la radio o la prensa impresa, prefiriendo las redes sociales para informarse. Según el informe, han superado a la radio como tercera fuente de información más importante para este grupo demográfico.
Sin embargo, el consumo de noticias en redes sociales no siempre es intencionado. Muchos jóvenes se encuentran con información de manera fortuita, configurando su percepción de la realidad a través de lo que aparece en su feed –todo el contenido que aparece en sus redes: escrito o audiovisual–.
Este fenómeno de establecimiento de la agenda –agenda-setting– (cuando los medios de comunicación de masas influyen para que un tema determinado pase a formar parte de la agenda pública) invertida subraya la urgencia de fomentar habilidades críticas que les permitan identificar fuentes confiables y evitar la manipulación informativa.
Ciudadanía digital: una respuesta necesaria
En un tiempo en el que la desinformación y las noticias falsas proliferan rápidamente, la ciudadanía digital se presenta como una respuesta esencial. La UNESCO define este concepto como un conjunto de habilidades que permiten a los individuos acceder, evaluar y utilizar información de manera crítica y ética, participando activamente en la sociedad. Este enfoque fomenta un consumo crítico de información, permitiendo a los jóvenes analizar reflexivamente las fuentes y participar de manera informada en el debate público.
El desarrollo de competencias digitales como la evaluación crítica y el discernimiento ético se vuelve indispensable para que los ciudadanos puedan analizar de forma activa la información y evitar caer en burbujas de contenido que refuercen sesgos preexistentes.
Las dinámicas algorítmicas de las redes sociales no solo dificultan el diálogo social, sino que también intensifican la polarización, aumentando la desconfianza hacia fuentes que contradicen las creencias personales.
Los medios tradicionales ante el desafío
Frente a este panorama, los medios tradicionales tienen la oportunidad de renovarse. Incorporar formatos visuales, narrativas breves y estrategias multiplataforma puede ayudar a captar la atención de las generaciones más jóvenes sin comprometer la calidad informativa.
Sin embargo, este esfuerzo debe ir acompañado de estrategias educativas que enseñen a los usuarios a verificar la información, identificar sesgos y participar de manera informada en el debate público.
En este sentido, las competencias digitales definidas en el Marco Común Europeo de Competencias Digitales para la Ciudadanía, DigComp, como la capacidad de buscar, filtrar y evaluar información, son clave para promover una participación crítica.
Hacia una sociedad informada y crítica
El consumo de noticias es un elemento crucial en la construcción de una ciudadanía informada, especialmente entre los jóvenes. Dotar a las nuevas generaciones de herramientas para navegar con seguridad y criterio en el entorno digital es una responsabilidad compartida entre gobiernos, educadores y medios de comunicación. Solo así será posible fomentar una ciudadanía activa y crítica, capaz de afrontar los retos de la era digital.
Anita Feridouni Solimani, Profesora y apoyo a la coordinación en el Departamento de Tecnologías de la Información y Comunicación Aplicadas a la Educación de la UNIR. Docente en Tecnologías Educativas y Competencias Digitales., UNIR - Universidad Internacional de La Rioja and Karim Ahmed-Mohamed, Doctor en Ciencias Sociales. Profesor en la Universidad Internacional de La Rioja., UNIR - Universidad Internacional de La Rioja
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.