Los métodos y la manera de evaluar de los docentes universitarios están cambiando en el marco del Espacio Europeo de Educación Superior. Este espacio común busca una visión más interdisciplinar de la enseñanza.
En el campo de las tradicionales Ciencias Empresariales, ámbito profesional en el que cada vez se exige un perfil más transversal en directivos y directivas, estamos explorando maneras novedosas y diferentes de formar a los estudiantes y, también, de evaluarlos. Intentamos de esta manera adecuar la enseñanza de habilidades empresariales a las demandas del mercado laboral.
Tipos de evaluación
Además de la evaluación tradicional, realizada únicamente por el profesorado de la asignatura, se pueden destacar tres tipos de evaluación: autoevaluación, evaluación por pares y evaluación compartida entre estudiantes y profesorado.
La autoevaluación consiste en que cada estudiante juzgue su propio aprendizaje en base a las evidencias de su trabajo y su progreso. En la evaluación por pares, los alumnos evalúan a sus compañeros. La evaluación compartida es una combinación de ambas, en la que los criterios de evaluación son consensuados entre profesor y estudiantes, y quedan reflejados en una rúbrica, que es una lista e aspectos a tener en cuenta que suman puntos hacia la nota final.
Beneficios de la evaluación compartida
Hemos investigado en un estudio reciente si este último tipo de evaluación tiene efectos sobre las calificaciones y en el grado de motivación y satisfacción, así como en la adquisición de habilidades directivas.
Para ello, propusimos una labor en el aula que consistió en elaborar y resolver vídeos sobre casos prácticos inspirados en situaciones reales del sector turístico. Cada uno de los estudiantes tenía un rol asignado en dicha situación, y tras la preparación de los vídeos, estos fueron proyectados en el aula ante toda la clase.
Tras ver cada una de las situaciones, se establecía un debate para discutir acerca de si la solución dada en el vídeo era la más adecuada, con la moderación del profesor o profesora. Una vez finalizado el debate, tanto el alumnado como el profesorado han realizado la evaluación con la misma rúbrica, previamente pactada, en la que se tenían en cuenta una variedad de factores, desde el uso del lenguaje al contenido del vídeo.
Situaciones concretas en el sector turístico
Algunos de los vídeos que los alumnos realizaron tenían que ver con conflictos entre los miembros de un departamento de un hotel y el responsable del mismo; otros casos se referían a la gestión de quejas de clientes por parte de los responsables de departamento y de la dirección de la organización turística. También propusimos a los alumnos interpretar papeles en circunstancias que requerían gestionar emociones entre directivos y empleados, ante situaciones de conflicto con empleados y clientes.
Mejores notas
Los resultados del estudio son muy positivos. Con la aplicación de la metodología descrita se ha producido un incremento interesante en las calificaciones. Además, el alumnado se muestra más motivado y satisfecho con la asignatura, desarrollando un espíritu crítico, y percibe una clara mejora en sus habilidades.
Algunas de las opiniones que hemos recabado de los estudiantes son:
“Nos ayudó mucho para la comprensión de los conocimientos y la adquisición de competencias”.
“Ha sido muy interactiva y positiva para el aprendizaje de habilidades directivas, facilitando mucho la asimilación de los contenidos de la asignatura”.
“Ha servido para adquirir competencias de gran importancia como, por ejemplo, la comunicación frente al público”.
Uno de los elementos clave del éxito para conseguir que la participación del estudiantado sea numerosa, efectiva y de calidad, radica en el hecho de que la forma de evaluación y los criterios de calificación se expongan de forma clara y pública en la primera sesión de clase. Además, es fundamental insistir en la necesidad de que la participación sea constructiva y desde el respeto.
Posibles usos en otras disciplinas
Esta metodología de evaluación compartida se puede trasladar a otras disciplinas. En cualquiera de ellas, se trata de plantear casos prácticos adaptados a los contenidos de cada materia, y animar a los alumnos a otra manera de estar en el aula y de enfrentarse a una asignatura.
José María Biedma-Ferrer, Profesor de Organización de Empresas, Universidad de Cádiz
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.