Pierre de Coubertin se convirtió en el padre de la máxima competencia deportiva de todos los tiempos, logrando la unión de los cinco continentes sin importar sus diferencias sociales, políticas o religiosas.
“Lo importante en la vida no es el triunfo sino la lucha”
Pierre Frédy de Coubertin nació en Francia en 1863. Decidió seguir su vocación por la pedagogía y la historia, alejándose de la carrera militar que le había inculcado su padre. Uno de sus legados más importantes fue la lucha por lograr cambios sociales, y la búsqueda de combinar sus dos pasiones, lo llevó a realizar uno de los aportes más importantes en la historia del deporte: la creación de los Juegos Olímpicos modernos.
“No estamos en este mundo para vivir nuestra vida, sino la de los otros”
Era un amante de la cultura griega, especialmente de su idea de crear unas olimpiadas deportivas en las que se fomentara la unión del pueblo. De esa manera decidió seguir este modelo antiguo de competición entre atletas con la intención de fortalecer el desarrollo integral humano, estableciendo un programa que se aplicó principalmente en su país, pero que luego trascendió las fronteras. En 1892, años después de publicar su obra llamada ‘Educación Atlética’ y de viajar por distintas partes del mundo analizando los planes académicos de colegios y universidades, Coubertin planteó la idea de retomar la competencia a gran escala y reincorporar los Juegos Olímpicos, esta vez, a nivel mundial.
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El espíritu olímpico y un triunfo universal
Dicho planteamiento y su posterior desarrollo, se ahondó en la época moderna, pues los deportistas le dieron un nuevo significado a su cuerpo a partir de la potencialización de sus habilidades. También fortalecieron su mente con el concepto de la competencia, su preparación, las derrotas y los triunfos; e igualmente dio lugar para que uno de los ideales de aquella Revolución Francesa tomaran aún más valor, pues la fraternidad hizo que gente de todos los continentes estuviera presente en la competición, sin discriminaciones raciales, políticas sociodemográficas o religiosas.
Tres, dos, uno… ¡acción!
En 1894 se creó el Comité Internacional Olímpico, y el 6 de abril de 1896 en la ciudad de Atenas, se retomaron las justas deportivas. 1503 años después, se dio inicio nuevamente a los Juegos Olímpicos, con la participación de más de 240 atletas de 14 países, quienes debutaron en nueve deportes, sentando las bases de lo que es el movimiento olímpico en la actualidad.
Desde ese entonces se han desarrollado 33 ediciones del certamen, que poco a poco han ido teniendo transformaciones como la inclusión de nuevos deportes, pero que siguen manteniendo vivo el legado de un hombre que entregó su vida al deporte: Pierre de Coubertin, el padre de los Juegos Olímpicos modernos.