El Festival del Jaguar, una iniciativa de reconciliación con la naturaleza en Caquetá
En un ambiente cultural, artístico y deportivo, la pedagogía fue el aliciente para difundir uno de los mensajes clave del encuentro: ¡Podemos reconciliarnos con el Jaguar!
Foto: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD
Katerine Vargas
El jaguar no es como lo pintan. Decenas de familias campesinas de las Sabanas del Yarí, en Caquetá, durante 5 años han incorporado conocimientos para aprender a convivir con el jaguar, el felino más grande de América y especie sombrilla que aporta al equilibrio ecosistémico de la Amazonía.
En la vereda el Edén del Tigre, a tres horas de San Vicente del Caguán, Caquetá, se vivió el Festival del Jaguar, una iniciativa que en su tercera edición logró reunir a cerca de 1.000 personas para generar consciencia sobre la necesidad de proteger la especie sombrilla e insistir en que es posible la convivencia entre esta y las comunidades campesinas.
En un ambiente cultural, artístico y deportivo, la pedagogía fue el aliciente para difundir uno de los mensajes clave del encuentro: ¡Podemos reconciliarnos con el Jaguar!
“Estamos mostrando los resultados de cinco años de trabajo muy fuerte. Cada Festival es un avance más grande. Hay que tener mucho cuidado con el jaguar, pero no necesitamos atacarlo. Esto se lo hemos enseñado a los estudiantes, entre otras cosas en torno a la especie” resaltó Yudi Cerquera, promotora campesina de la Asociación Empresarial de Campesinos del Yarí (Asecady).
El evento fue organizado por Asecady, con el apoyo del programa Amazonía Sostenible para la Paz, financiado por el Fondo Mundial para el Medio Ambiente y ejecutado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, bajo el liderazgo del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, que como resultado de más de 4 años de trabajo conjunto para mitigar los conflictos socioambientales en las Sabanas del Yarí, han logrado formar a cerca de 25 promotores campesinos que, como en el caso de Yudi Cerquera, están comprometidos con demostrarle al país y al mundo, que su territorio no es foco de deforestación y por el contrario, es el escenario de transformaciones culturales que logran proteger la fauna nativa, el bosque amazónico y la vida misma, a partir de estrategias productivas sostenibles.
Los aprendizajes fueron socializados en el evento, especialmente con los niños y niñas que constituyeron la mayoría de los y las asistentes, pues la estrategia ha sido clara: el proceso será sostenible en la medida en que las nuevas generaciones crezcan con ideas distintas y reales frente al jaguar y a la naturaleza en general, alejados de mitos y el gran desconocimiento que llevó a las generaciones pasadas a ver en la especie un enemigo y no un ser vivo con el que se puede convivir.
“Identificamos que la deforestación nos está afectando y que no solo le estamos quitando la casa al jaguar sino a toda la fauna silvestre, entonces los estudiantes han empezado a reconocer y a asumir toda la riqueza y belleza que tenemos en el territorio, tanto aves, como mamíferos y plantas”, indicó Delfín Tovar, rector de la Institución Educativa Rural San José de Caquetania.
De acuerdo con el directivo docente, las 13 sedes, de la Institución San José de Caquetania, que albergan alrededor de 450 estudiantes, han venido incorporando a la formación en las aulas, la importancia del jaguar para el equilibrio ecológico de la región, así como de otras especies que se encuentran presentes en el territorio, por este motivo, una de las primeras actividades del Festival, fue un desfile, donde cada sede educativa representó animales como la guacamaya, el jaguar, el paujil, entre otros, recreados con material reciclable y al compás de la banda musical de paz.
Durante el primer día del Encuentro, las delegaciones de las escuelas y colegios rurales presentaron bailes típicos; además, se mostraron los stands de emprendimientos caracterizados por la sostenibilidad ambiental, como lácteos que promueven la ganadería con sistemas silvopastoriles, vinos y galletas a base de frutos amazónicos, resultado del aprovechamiento responsable de los bosques, entre otros.
El stand ‘Casa Jaguar’, uno de los más llamativos, estuvo ambientado con decenas de imágenes de capturas que se han realizado con cámaras trampa o que las comunidades han logrado retratar del avistamiento de la especie, así mismo, estuvo disponible la técnica de serigrafía textil. Todos y todas podían imprimir el rostro del jaguar en sus prendas.
Uno de los momentos clave del Festival, fue revisar el cumplimiento del Acuerdo Intergeneracional por la Protección del Jaguar en las Sabanas del Yarí, firmado en 2019 y al que cada año se han sumado más instituciones, personas y organizaciones. Al final del día, los niños y niñas disfrutaron de una obra de teatro: ‘La Sombra del Jaguar’.
El día siguiente, el evento giró en torno a un campeonato de fútbol: la Copa Jaguar y de manera paralela, hubo un recorrido por una de las fincas demostrativas del diseño de manejo con el que decenas de familias campesinas del Yarí han logrado la convivencia con el jaguar, a partir de reconocer a la especie y su comportamiento.
Don Esteban Zamora, propietario del predio, junto a Yudi Cerquera, promotora campesina de Asecady, explicaron que el jaguar vive alrededor de 12 años, tiene cerca de 2 crías a lo largo de su vida, se alimenta de las presas más vulnerables como el ganado enfermo o los terneros más jóvenes, por lo que un diseño de finca ideal, procura por tener espacios o potreros de maternidad y de hospital, cerca de la vivienda familiar y cercados con electricidad, para que estos animales no se desplacen hasta el bosque, donde habita el jaguar y para que la familia pueda cuidar de ellos mientras dejan de ser vulnerables para el felino.
El jaguar no es como lo pintan, fue el mensaje reiterado de Yudi y de don Esteban. El Tercer Festival del Jaguar fue un espacio de 2 días para aprender y desaprender, para reconocer el trabajo y los conocimientos de las comunidades campesinas que con esfuerzo buscan que las nuevas generaciones crezcan en un territorio de armonía, paz y reconciliación, también con la naturaleza.