Nació en Purificación, Tolima, y a los siete años se fue a vivir a La Montañita, Caquetá. Allí creció y en los años 90 llegó al núcleo Mononguete, jurisdicción del municipio Solano, al sur del mismo departamento, donde cada día se levanta a las 5:30 de la mañana para trabajar en sus tareas de la finca y en el monitoreo de especies.
Luis Asmed Díaz es un aprendiz autónomo. Lo confirman sus estudios de bachillerato a través de la Radio Sutatenza y el interés permanente en temas de liderazgo comunitario. También es un hombre curioso y amante de la fauna silvestre.
Desde el 2017 hace parte del grupo de 12 promotores ambientales de Solano, articulados al proyecto Amazonía 2.0, una iniciativa que coordina Fundación Natura en Colombia con recursos de la Unión Europea, cuyo propósito es generar capacidades locales para contrarrestar la deforestación de los bosques.
Tras una capacitación en Monitoreo Comunitario de los Recursos Naturales, Luis decidió tener su propio proyecto de observar los loros que escuchaba todos los días alrededor de su casa. Nunca imaginó que fueran 17 especies diferentes, ni que cinco de ellas estuvieran en riesgo de desaparecer.
“Me he dado cuenta de que los principales peligros que tienen son la pérdida de su hábitat por la deforestación, también hay personas que los matan para consumo humano y a veces los usan como mascotas en las casas", indica el hombre mientras contempla los árboles de su finca.
Así lo confirman organizaciones internacionales dedicadas a la conservación de las aves como BirdLife, que indica que el 28% de las especies de loros en el mundo se encuentra en una situación preocupante por el tráfico ilegal de fauna y por la tala de bosques. Esto que genera alerta, pues estas especies son dispersoras de semillas y, en efecto, aportan a la reforestación de la selva amazónica.
Las horas de observación de loros, se convirtieron en apuntes de los detalles característicos: su canto, su color, sus dinámicas de alimentación, las formas y temporalidades de reproducirse. Cada aspecto fue señalado con su puño y letra en una pequeña agenda personal, acompañándola de impresiones de fotografías tomadas por él mismo.
Cuenta que este ejercicio realizado por cerca de tres años cambió su relación con estas aves. “Eso de que cojamos una avecita, un loro y lo tengamos como mascota ya no me gusta. Prefiero mirarlos libres, que estén por allá volando y eso es lo que más le resalto acá a la comunidad”, asegura con firmeza.
A finales de 2020, luego de asesorar la última versión de la Miniguía de Loros, el equipo de Amazonía 2.0, digitalizó e imprimió el documento.
“La verdad es que me sentí muy contento de ver que este trabajo, que venía realizando por años, se me convertía en realidad. Me dio mucho orgullo”, anota con una sonrisa.
Ahora sueña con hacerla llegar a toda la comunidad de Mononguete como una guía didáctica que contribuya a la protección de las 17 especies documentadas de loros, en especial de las que están en peligro de extinción.
“Me gustaría llevarla a los colegios y compartirla con los niños, con el objetivo de que ellos, que son una nueva generación entiendan la necesidad y traten de conservar los bosques, para que estas especies no vayan a desaparecer”, afirma.